Rumbo a la fantasía

La mayoría de la gente siente que le faltan cosas en la vida y que si tan sólo pudieran conseguir “eso”, viviría feliz y en paz...

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 05.04.21

La mayoría de la gente siente que le faltan cosas en la vida y que si tan sólo pudieran conseguir “eso”, viviría feliz y en paz. Ya escribí mucho sobre esta forma errónea de pensar y es porque esto le causa mucho sufrimiento a la gente con la que hablo.

 

La verdad es muy simple: la persona que empieza con el hábito de decir “en realidad no necesito X cosa. Voy a estar mucho mejor sin eso” (tanto si ese “eso” es algo espiritual como si es algo material) vive en un mundo de satisfacción y paz interior que la mayoría de la gente nunca llega a conocer.

 

Yo mismo he visto lo que sucede con la gente que vive en un constante estado de “antojo” y “necesidad” de objetos. Esto les produce un estado de ansiedad, depresión, síntomas de obsesión compulsiva y hasta pensamientos suicidas en ciertos individuos.

 

Por el otro lado, también he visto a personas que superaron sus miedos y sus preocupaciones cuando aprendieron a reducir sus “anhelos” y sus “necesidades” y a cultivar su emuná en Hashem y en que Él se encarga de todo lo que ellos necesitan de la mejor manera posible.

 

Por ejemplo, recuerdo un joven soltero que estudiaba en una yeshivá muy grande aquí en Israel cuando de pronto le sobrevino toda clase de miedos terribles. Empezó a sentir miedo de la gente. Empezó a sentir miedo de viajar. Incluso le daba miedo sentarse a estudiar Torá. Finalmente se sometió a un examen psiquiátrico y le recetaron pastillas (que yo creo que en ese momento él sí necesitaba).

 

A medida que lo fui conociendo, descubrí una persona suave y tranquila, pero que a pesar de su apariencia “tranquila” tenía una parte muy profunda de sí mismo que estaba muy enojada por no tener todo lo que sentía que se merecía en la vida. Pero como es un alumno en la yeshivá, la Mala Inclinación no le hizo anhelar tener una mansión con varias hectáreas y jardines sino llegar a ser un gran rabino y un sabio de Torá. El deseo de llegar a ser un grande  y famoso por sus estudios se fue volviendo cada vez más poderoso y finalmente él se obsesionó con el tema y sufría enormemente al darse cuenta de lo lejos que estaba aún de su objetivo. La etapa siguiente de su “caída” fue cuando perdió la satisfacción que tenía de su actual nivel de estudios. Al poco tiempo ya empezó a quedarse de noche muy tarde y madrugando para poder “ponerse al día” y entonces la ansiedad hacía que sus objetivos fueran aún más lejanos.

 

Cuando empezó a contemplar su situación desde un “yo de emuná”, se dio cuenta de que Hashem quería que él anulara su deseo de ser un rabino y simplemente disfrutara del estudio tal como lo había hecho antes de empezar con todo este problema. Obviamente, él no pudo anular todos sus deseos de una sola vez pero se fue acostumbrando a entender que querer aquello que no tiene no hace más que privarlo de lo que sí tiene. Esta comprensión tan simple le costó mucho trabajo para poner en práctica pero le ha posibilitado reducir su consumo de pastillas psiquiátricas.

 

Una vez un judío anciano muy santo me dijo que existen dos clases de personas en el mundo: el que quiere ser feliz y el que ya es feliz con lo que tiene. Él me dijo que aquellos que buscan la felicidad jamás la encontrarán porque siempre están buscando alguna fantasía y entonces son incapaces de disfrutar lo que tienen en el presente.

 

Cuando volamos rumbo a la fantasía acerca de lo que “deberíamos” o “debemos” tener o ser, instantáneamente nos perdemos a nosotros mismos y perdemos nuestra conexión con Hashem. El camino de regreso consiste en tener emuná en que el presente es todo para bien aunque no entendamos por qué nos duele tanto. El famoso Rebe de Kotzk dijo una vez que él no quería ser capaz de entender los caminos de Hashem porque eso significaría que Hashem no era más grande que los seres humanos. Dijo el Rebe: “No. Yo no quiero poder entender a ‘mi Hashem’”.

 

Cuando vivimos sin emuná, masticamos la comida pero no la disfutamos porque ya estamos pensando en el próximo bocado. Los Sabios quieren que disfrutemos del presente bocado hasta tal punto que podamos ver que no necesitamos otro bocado más. Esto nos hace sentir fuertes y eternos.

 

El mundo está siendo arruinado por una minoría de personas que están tratando de hacer que todos actúen conforme a la voluntad de ellos. Y cuando la voluntad de ellos va en contra de la de los demás, empieza la guerra. Es muy difícil vivir en un mundo así. La respuesta que ha de corregir el mundo es que aquellos líderes anulen sus deseos egoístas y en lugar de eso anhelen la paz.

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