Un Cable a Tierra

Antes pensaba que la libertad era la falta de límites y que cuanto más innumerables fuesen mis posibilidades, más libre sería. Pero hoy sé que ser libre es todo lo contrario...

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Judi Rimon

Posteado en 05.04.21

Antes pensaba que la libertad era la falta de límites y que cuanto más innumerables fuesen mis posibilidades, más libre sería. Pero hoy sé que ser libre es todo lo contrario…
 

Un cable a tierra
 
El otro día estuve jugando al juego de las diferencias. Saben, ese jueguito tan famoso entre los baalei teshuvá (los que tomaron el camino de la Torá y la fe). Ése en el que uno se pregunta cuál es la diferencia entre lo que uno es  hoy y lo que habría sido sin Torá. Hay quienes sostienen que este juego es una versión de aquel otro llamado “qué habría pasado si hubiese dicho no y no sí”, pero para mí, éste es más entretenido, porque las reglas cambian según el ánimo del participante, del ciclo mensual, o de los carbohidratos consumidos.
 
Ese día, por culpa de una torta de queso y unos panqueques de dulce de leche, el resultado quedó en empate. Es verdad que creo que sin Torá yo habría logrado ser una persona de bien, habría formado una linda familia y hasta habría hecho cosas significativas. Pero algo no cerraba, porque no podía ser  que la única diferencia entre “ella” y “yo” fuese que para mí, pelar papas significa agarrar el pelapapas, pararme frente a la pileta y dale que dale sudando la gota gorda, y que para ella, pelar papas sería estar tirada en la reposera del country diciendo: -Francisca, pele las papas por favor.

Así que me di la revancha. No sólo por ser competitiva y no soportar perder ni siquiera frente a mí misma, sino porque estoy dando la vida en esto y no tengo dudas de que lo que soy y lo que les estoy trasmitiendo a mis hijos es mucho más que un placard repleto de faldas y unos candelabros de plata para las velas de Shabat. Así que me volví a preguntar qué es lo que tengo hoy que no habría tenido sin Torá. Y la respuesta me asombró porque es algo que nunca se asocia con este tipo de vida: tengo Libertad.
 
Antes pensaba que la libertad era la falta de límites y que cuanto más innumerables fuesen mis posibilidades, más libre sería. Pero hoy sé que ser libre es todo lo contrario.
 
El Rabino David Burstein una vez lo explicó de la siguiente manera: El mundo funciona como una caja eléctrica. El que no sabe nada de electricidad, o bien no logra hacer nada o muy posiblemente se quede pegado, pero el electricista que sabe qué cable se puede tocar y cuál no es el que tiene libertad de acción.
 
O sea que allí estaba la diferencia. “Ella” muy posiblemente estaría con los cables pelados a punto de un cortocircuito y “yo” tengo al alcance de la mano el plano con el diseño de los circuitos donde están los caminos para conectarse y lograr la iluminación.   

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