Un cántico de alabanza

La emuná y la simjá (alegría) están íntimamente relacionadas y son interdependientes.

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Dennis Rosen

Posteado en 07.06.20

El Rabino Shalom Arush nos aconseja recitar el Mizmor Le Todá (Salmo 100) ocho veces al día en épocas de adversidad y grandes desafíos. Después de recitarlo, deberíamos decir que todo lo que nos sucede proviene de Él y que es exactamente de la manera que Él lo desea. Debemos recordarnos a nosotros mismos que todo lo que Él hace es para bien y con un propósito, incluso si no lo entendemos. Y entonces deberíamos darle las gracias por los problemas.

 

El Salmo dice: “Porque Hashem es bueno, Su bondad perdura por siempre y por cada generación”. En su comentario del Tehilim, el Rabino Abraham Chaim Feuer cita al libro Jazá Zion respecto a que la palabra que significa “por siempre”, le-olam, tiene las mismas letras que la palabra hebrea que significa “oculto”. Por lo tanto, cuando no entendemos por qué nos suceden cosas difíciles, debemos creer con el corazón que existe dentro de ellas una bondad oculta. Según las enseñanzas del Rabino Arush, cuando Le damos las gracias a Hashem, estamos acelerando el momento en que se ha de revelar dicha bondad.

 

Vemos que la emuná y la simjá (alegría) están íntimamente relacionadas y son interdependientes. Al servir a Hashem con alegría en los momentos difíciles, estamos fortaleciendo nuestra emuná. Esto es como fortalecer los músculos. Los músculos solamente se fortalecen cuando se les aplica presión. Y la emuná solamente se fortalece cuando la sometemos a pruebas difíciles. Además, cuando servimos a Hashem con alegría en los momentos difíciles, Le estamos causando enorme felicidad y creando vasijas para que Él nos envíe salvaciones milagrosas absolutamente sobrenaturales.

 

En su libro Growth through Tehillim, el Rabino Zelig Pliskin explica que la exhortación en el Salmo 100 de servir a Hashem con simjá nos ofrece una forma de encarar la vida que nos va a garantizar una vida feliz. Y es una felicidad que no depende de ninguna otra persona ni tampoco de circunstancias externas. Es un estado de felicidad creado por nuestra propia elección de pensamientos, palabras y acciones.

 

No hay más grande alegría que darnos cuenta de que Hashem está acá, a nuestro lado y que estamos cumpliendo con Su voluntad. Y nunca debemos olvidar la tremenda bondad que constantemente recibimos de Él. Esto debería llenarnos de alegría cada vez que estudiamos Torá, rezamos o hacemos algún acto de bondad.

 

Además, al recitar el Salmo 100 en forma constante, nos llenamos de simjá y de emuná lo cual, a su vez, mejora enormemente nuestro bienestar físico y emocional. Y nos ayuda a acercarnos más a Hashem y optimizar nuestro servicio Divino. Y esto seguramente transformará los momentos difíciles en momentos triunfantes y acelerará el momento en que finalmente podamos entrar a las puertas del Templo Sagrado reconstruido muy pronto y en nuestros días. Amén.

 

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