El Libre Albedrío y el Conocimiento Divino

Hay que entender que el Conocimiento Divino y el libre albedrío son dos conceptos que están prohibido mezclar, aunque cada uno por sí mismo es verdadero...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Hay que entender que el Conocimiento Divino y el libre albedrío son dos conceptos que están prohibido mezclar, aunque cada uno por sí mismo es verdadero… 

La Auto-Corrección del Hombre, Tercera Parte:
 
El libre albedrío y el Conocimiento Divino
 
Existe la pregunta famosa sobre el libre albedrío y el Conocimiento Divino. En efecto, no podemos comprender cómo puede tener el hombre libre albedrío, dado que el Creador conoce por anticipado todos los futuros acontecimientos.
 
Aguzaremos la pregunta: el Conocimiento Divino significa, que todo está bajo el control absoluto del Creador, que efectuó, efectúa y efectuará todas las acciones; el hombre no es capaz ni de mover un dedo sin que esta sea la Voluntad del Creador; incluso cuando el hombre peca, esto proviene del Creador que sabe por anticipado que este hombre pecará.
 
El libre albedrío significa, simplemente, que el hombre posee la elección: si lo quiere – actúa, si no – no actúa. Resulta de esto, que todo está en las manos del hombre, él puede escoger entre el bien y el mal, y él es quien decide exclusivamente su vida.
 
¿Cómo puede existir esta contradicción? ¡O todo está en las manos del hombre, o todo está en las manos del Creador!
 
La respuesta es la siguiente: debemos saber que esto es algo que no puede ser captado por la razón, como explicó uno de los grandes Justos:
 
"Debes Saber que esto es lo esencial de la fuerza de la elección: lo que el intelecto humano no es bastante poderoso para comprender, el tema del Conocimiento Divino y el libre albedrío, es la causa para que la fuerza de la elección pueda subsistir, así el hombre puede escoger la vida o lo contrario. Pero si el intelecto humano fuera mayor y la respuesta al problema del Conocimiento Divino y el libre albedrío le fuera revelado, entonces su libertad de elección sería anulada; porque con ese desarrollo del intelecto, el hombre sobrepasaría la categoría de humano y alcanzaría la de los ángeles. Por eso mismo el principio de la fuerza del libre albedrío existe sólo mientras no se entiende el funcionamiento del Conocimiento Divino y el libre albedrío".
 
Por consiguiente, el hombre como tal, sea quien sea, es incapaz de dar la respuesta a esta pregunta. Y si se empeña en procurar resolver este problema, llegará a una incredulidad completa, confusión, dudas e incluso podría perder la cordura. Como han enseñado los Sabios sobre quien intenta resolver el problema del Conocimiento Divino y el libre albedrío, se dice el versículo (Proverbios 2:19): "Todos los que entran en eso no volverán, y no alcanzarán los caminos de la vida…".
 
Hay que entender que el Conocimiento Divino y el libre albedrío son dos conceptos que están prohibido mezclar, aunque cada uno por sí mismo es verdadero. Es decir, por cierto que el hombre posee el libre albedrío, y ciertamente que todo esta bajo el control del Creador que sabe todo por anticipado, pero todo esto es verdad sólo cuando cada concepto es independiente y no se los mezcla. Esto es comparable a dos materiales diferentes, cada uno por sí mismo es bueno y eficiente, pero cuando se lo mezcla producen una gran explosión.
 
Por lo tanto, cuando se habla del libre albedrío, se hace referencia sólo a este y hay que abstenerse de asociarlo con el Conocimiento Divino. Y por el contrario, cuando se habla del Conocimiento Divino, se hace referencia sólo a este y hay que abstenerse de asociarlo con el libre albedrío. En la práctica, el libre albedrío y el Conocimiento Divino son dos herramientas que es necesario utilizar cada una en su determinado tiempo y no hace falta comprenderlas para usarlas.
 
Antes de hacer algo, el hombre debe elegir cómo comportarse, como deben ser sus pensamientos, palabras y acciones, debe considerar sólo el libre albedrío y saber con certeza que tiene toda la elección; de actuar o de no actuar, o de cómo actuar, etc. En cada prueba, el hombre dispone del libre albedrío para hacer el bien o el mal. Y le está prohibido mezclar el Conocimiento Divino cuando debe tratarse según el libre albedrío.
 
En conclusión: antes de la acción, el hombre debe solamente utilizar su libre albedrío, porque la libertad de elección simplemente está en sus manos,. Pero después de la acción, él debe solamente utilizar el Conocimiento Divino, porque simplemente todo está en las manos del Creador.
 
No seas malvado a los ojos del Creador
 
Por lo tanto, está bien entendido porque le está prohibido al hombre pensar: "He aquí, todo está determinado en el Cielo, entonces ¿qué diferencia hay si me esfuerzo para superar mis pruebas o no, o si me conduzco según las reglas de la moral o no?; de cualquier manera todo está en las manos del Creador, y Él sabe por anticipado si pecaré o no. Ya está establecido si seré un justo o un malvado, ¡entonces actuaré como quiero y diré que así es como el Creador quiere que me conduzca!".
 
Este tipo de pensamientos son una absoluta herejía, ¡porque el hombre posee el libre albedrío! Punto. Así como está escrito (Deuteronomio 30:15–19): "Mira, Yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal…, escoge la vida" – vemos entonces que le está ordenado al hombre hacer todo lo posible para escoger el bien, conducir su vida con rectitud y con responsabilidad, sin pecar o cometer ni la más pequeña falta. Si el hombre no escoge el bien, ninguna excusa será aceptada en el Cielo. Está escrito bien claro en el Pentateuco, la Ley del Creador, que el hombre posee el libre albedrío y será juzgado según su elección.
 
Pero el hombre debe saber, ¡después de la acción – aunque haya cometido el más grave de los pecados – que el Creador lo quiso así, y es para bien!
 
Y si el lector avispado preguntara: "¡¿Cómo podemos decir que si cometí un pecado, es eso para bien?!", hay que saber que el Creador observa cada alma y que supervisa a todo hombre para proporcionarle las condiciones más justas y precisas, pues sólo por medio de ellas podrá alcanzar su meta. En consecuencia, incluso cuando los apetitos lo dominan, o fracasa, o peca, o tiene dificultades y las cosas no le van como se debe, todo está bajo la Divina Supervisión con el fin de estimularlo, empujarlo, dirigirlo hacia los puntos sobre los cuales debe trabajar y corregir, y para guiarlo y ponerlo en el camino que debe seguir para la corrección de su alma en este mundo.
 
¡Así ciertamente todo es para bien, ya que el hombre necesita de todas sus privaciones para el fin de ser guiado a su finalidad!
 
 
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por R.S. Arush)

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