La Fe y los Rasgos del Carácter

Para ilustrar el crítico papel que la fe desempeña en nuestra vida diaria y en nuestro bienestar general, enfocaremos en la relación entre la fe y los rasgos...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

El  hombre  que  posee  fe,  nunca  cae  en  un  estado  de tristeza  o  desesperación,  ya  que  sabe  que  nada  es  malo  en  el mundo

 
Todos los  rasgos  del  carácter  dependen  de  la  fe,  como explicamos brevemente en los capítulos previos. En este capítulo, exploraremos la relación entre la fe y los rasgos, para ilustrar el crítico papel que la fe desempeña en nuestra vida diaria y en nuestro bienestar general.
 
Primera Parte: La Tristeza
  
La  tristeza  es  un  mal  rasgo  que  resulta  directamente  de  la carencia de fe.
 
Un principio importante de la fe es que el Creador pone Su Divina Supervisión Individual sobre cada criatura y le otorga las mejores condiciones para que pueda acercarse a Él y conocerlo. El  Creador  adapta  precisamente  cada  conjunto  de  condiciones a  cada  hombre;  por  lo  general,  un  problema  o  deficiencia  son el  catalizador  diseñado  para  estimular  el  desarrollo  espiritual de  una  persona.  Algunas  personas  sufren  de  dolencias  físicas mientras otros  tienen problemas financieros. Algunas personas sufren  penalidades  por  sus  niños  mientras  otros  encuentran dificultades en el matrimonio. Estas tribulaciones motivan a la persona a buscar al Creador; sin estas condiciones precisas, el hombre nunca podría alcanzar su finalidad.
 
Pero  el  hombre  que  posee  fe,  nunca  cae  en  un  estado  de tristeza  o  desesperación,  ya  que  sabe  que  nada  es  malo  en  el mundo, y que todas sus privaciones y dificultades son todas para su  bien.  Por  otro  lado,  el  hombre  carente  de  fe  y  que  no  cree que todo está bajo la Supervisión Divina para bien, tiene muchos motivos para estar triste y deprimido, ya que en este mundo las cosas nunca se desarrollan exactamente como queremos. Por lo tanto, cada vez que algo no anda según su voluntad, cae en la tristeza y la melancolía.
 
Cuando  tiene  una  privación  o  una  dificultad,  el  hombre creyente  las  utiliza  como  un  medio  para  acercarse  al  Creador. Hasta  se  alegra  por  su privación,  porque  sabe  que  sin  ella, no  podría  acercarse  y  conocer  al  Creador.  Este  hombre  está verdaderamente “Contento con lo suyo”, es decir, feliz con su vida, incluso con sus privaciones y en situaciones difíciles.
 
Pero el hombre que no posee fe se culpa a sí mismo y a su prójimo por sus carencias, ¡hasta sospecha que el Creador trata de atormentarle gratuitamente o vengarse de él! Por lo tanto, cae en la desesperación y la tristeza.
 
Sabiendo y fortaleciéndonos en la creencia que todas nuestras privaciones  fueron  dadas  sólo  para  despertar  el  conocimiento de  nuestra  misión  en  este  mundo,  no  caeremos  en  la  tristeza y  no  perderemos  la  fe,  sino  que  rezaremos  al  Creador  y  nos acercaremos a Él.
 
Todo hombre que realiza un correcto trabajo espiritual sobre sí mismo, ve cómo justamente gracias a sus defectos se estimula a la plegaria, ve cómo por medio de ella se forman maravillosos instrumentos para su aproximación al Creador, y empieza a ver bien claro cómo todo lo que le sucede es para bien. Por medio de su trabajo y plegaria, el hombre logra cambiar y triunfar y puede sentir en su propia carne la Supervisión Divina, como está escrito (Job 19:26): “De mi propia carne veré a Di-s”.
 
 
Continuará…
 

(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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