La Ocultación y el Descubrimiento

Cuando el alma desciende a este mundo, cae en un abismo de oscuridad espiritual, donde la Luz Divina esta escondida debajo de una capa de ocultación…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Cuando el alma desciende a este mundo, cae en un abismo de oscuridad espiritual, donde la Luz Divina esta escondida debajo de una capa de ocultación…

 
La ocultación
 
Cuando el alma desciende a este mundo, cae en un abismo de oscuridad espiritual, donde la Luz Divina esta escondida debajo de una capa de ocultación. Entonces, una persona pensante pregunta: “¿Cómo es posible que el alma pueda encontrar al Creador y acercarse a Él, en un ambiente donde todo parece esconder o negar Su existencia?”. Vemos con nuestros propios ojos que son muy pocas las personas – hasta las llamadas “religiosas” – que logran quebrar los estratos de oscuridad y ocultación, para revelar la espléndida iluminación del Todopoderoso y conocerlo en este mundo.
 
A continuación, vamos a buscar una respuesta examinando los distintos estratos o capas de la ocultación:
 
La primera ocultación – la naturaleza: Las leyes de la naturaleza parecen absolutas e inmutables, y en consecuencia, esconden a cada ser creado la Divina Supervisión Individual. ¿Si el Creador quiere que se Le conozca a través de este mundo, por qué no gobierna la Creación a plena luz por medio de una Supervisión manifiesta y milagros, lo que permitiría a todos conocer Su existencia sin dificultad?
 
La segunda ocultación – los seres humanos: Los hombres mismos constituyen una gran ocultación de la existencia del Creador, ya que aparentemente hacen lo que quieren y pueden hacer el bien o el mal a su antojo. ¿Si es así, dónde está la Revelación del Creador, la Supervisión Divina y Sus atributos? Esto es particularmente difícil pues la mayoría de la gente están lejos de vivir según la fe, como puede verse por su comportamiento y sus palabras… Todo esto lleva a una enorme ocultación del Creador. La pregunta es pues la siguiente: ¿Por qué el Creador no hizo que todos los hombres poseyeran la fe, haciendo así las cosas más fáciles para creer en Él?
 
La tercera ocultación – el cuerpo humano: El alma está revestida de un cuerpo material, lleno de apetitos, inclinaciones y necesidades, que están en total oposición a la espiritualidad y la Divinidad. Tal cuerpo sólo atrae al hombre hacia las vanidades de este mundo. ¿Por qué el Creador no le dio al hombre un cuerpo santo y puro, que lo conduzca naturalmente hacia la Divinidad, permitiendo entonces al alma conocer al Creador con facilidad?
 
La cuarta ocultación – dificultades y tribulaciones: La misma esencia de la vida, en este mundo material, esconde la Divinidad de múltiples maneras. Los problemas de la vida diaria – dificultades financieras, enfermedades, delitos, presiones emocionales, y muchos más – todos estos ocultan la Benevolencia Divina. La ocultación es aun más fuerte cuando se comprueba todo tipo de horrores: catástrofes, atentados terroristas, accidentes fatales, genocidios, niños nacidos inválidos, hombres perseguidos, torturados y encarcelados, gente cuya vida y la de sus allegados es verdaderamente insoportable, etc. El que mira tal realidad se interroga: ¿Dónde está Di-s?
 
¿No podría el Creador habernos dado condiciones de vida más fáciles? ¿Por qué no ha hecho que desde el momento de su nacimiento, cada hombre tenga una suma de dinero depositada a su nombre en el banco, una casa de ensueño con piscina y varios coches en el garaje, un avión privado sobre el tejado preparado para despegar, una pareja perfecta, y una salud a toda prueba? Si hubiera dado todo esto a cada uno indiscriminadamente, el mundo sería hermoso y perfecto…, un paraíso…
 
La quinta ocultación – El cumplimiento de la Ley Divina y los Preceptos: Esta es la más dura de todas las ocultaciones. Pues hasta la Ley del Creador, que dio al hombre con el fin de que Lo conozca, es por sí misma una gran ocultación. No siempre es bastante clara, y hay muchas opiniones y contradicciones sobre cómo cumplirla: uno aconseja actuar de tal modo, y otro actuar de otro, y cada uno asegura que es el dueño de la verdad…
 
El hombre está pues perplejo frente a la multiplicidad de opiniones – ¿Cuál es entonces el verdadero camino para cumplir Su Voluntad? ¿Por qué el Creador no dio una Ley donde todo está perfectamente claro?, ¿que tan pronto como sea estudiada, alumbraría al hombre con la Luz Divina?, ¿Qué con cada Precepto cumplido difundiría enseguida abundancia Divina, iluminación, logros, dulzura y amenidad?; ¿por qué el Creador no hizo que la senda para conocerlo sea clara, precisa y limitada por barreras que evitarían al hombre desviarse a la izquierda o a la derecha?
 
Resulta que en este mundo, el hombre se encuentra entre la espada y la pared – la naturaleza le esconde al Creador, también los hombres, su cuerpo, los problemas de la existencia y los sufrimientos lo alejan de Él. Y después de todo, al dirigirse al único consuelo que le queda, la Ley que el Creador le ha dado, tampoco le es simple ni fácil de entender, y a veces hasta parece alejarlo. ¿Qué debe entonces hacer el hombre?…
 
El descubrimiento
 
¿Saben qué? No hay ningún error ni falla en esta realidad, sino que es esta la exacta intención del Creador – hacer descender el alma a este mundo lleno de tan grandes ocultaciones. Son precisamente las dificultades y el peligro constante que afronta el hombre en este mundo, lo que le conducen a buscar y a acercarse al Creador – con solo quererlo.
 
 
Continuará…
 

(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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