Ten confianza en Hashem

Tenemos el deber de confiar en Él y hacer el bien, tal como está escrito: “Confía en Hashem y haz el bien”. Vale decir, uno no debe permitir que su preocupación por el sustento afecte su cumplimiento de la Torá ni su servicio Divino. Al contrario. Uno debe estudiar Torá y servir a Hashem, confiando en que Él le proveerá su manutención toda su vida.

No obstante, si uno no siente que su nivel de confianza es tal que puede desvincularse completamente de este mundo y de todas sus exigencias, y que le gustaría tener un trabajo o un negocio, deberá, no obstante, designar horas fijas para el estudio de la Torá y la plegaria. Y no deberá preocuparse por el sustento, sino que deberá confiar en Hashem. Esto también se aplica a dar caridad, realizar actos de benevolencia y gastar dinero para cumplir con los preceptos de la Torá. En todos estos casos, uno debe tener confianza en que Hashem no sólo habrá de reembolsarle todos sus gastos, sino que además le prodigará una enorme bendición.

Aun si uno piensa que sus acciones no son particularmente dignas o valiosas, no obstante, no deberá descorazonarse y decir: “¿Quién soy yo para confiar en Hashem y depender de Él? Al fin y al cabo, ¡yo hice cosas terribles!”. Por el contrario: esa persona deberá confiar en la infinita bondad de Hashem y en Su ilimitada compasión, sabiendo que Hashem lo ha de alimentar y mantener, porque Él es Bueno con todos. E incluso desde su estado actual, que está muy lejos de ser perfecto, deberá fortalecer su confianza en Hashem, ya que sus intenciones son puras. Esa es la genuina confianza en Hashem.

Aquel que actúa en forma injusta, Dios no lo permita, o incluso peor –robando, engañando, falsificando, mintiendo o negociando mercancía ilícita, todo el tiempo confiando en que Hashem lo ayudará para que sus actos no salgan a la luz– está haciendo muestras de lo que se llama una “confianza del Otro Lado”, que es absolutamente lo opuesto a la pura e inocente confianza en Hashem, y la antítesis de lo que hemos estado explicando. Es como una vasija rota que jamás puede repararse.

Toda persona inteligente comprende que es fundamental alejarse de esa confianza “del Otro Lado”, la cual constituye una absoluta transgresión de la Torá, y a la vez fortalecerse en su genuina confianza en Hashem.

La confianza surge a través del temor del Cielo.

Cuando la persona tiene emuná, ha de adquirir confianza en Hashem.

La persona que no tiene confianza en Hashem debe tener mucho cuidado de no avergonzar a nadie. Asimismo, deberá orar con total concentración.

La persona que no tiene confianza en Hashem deberá levantarse antes de que despunte el alba y pronunciar sus súplicas a Hashem en voz audible.

La confianza en Hashem se obtiene guardando silencio.

La confianza en Hashem se obtiene teniendo cuidado de no hacer promesas. Tampoco se debe tener amistad con personas malvadas.

Aquel que tiene cuidado de no pensar en la idolatría se hace merecedora de la confianza en Hashem, hasta tal punto que no tiene que preocuparse de lo que va a comer el día de mañana. Es por eso que el Santo Bendito Sea no le encuentra defecto. Y todo el que trata de hacerle daño es como si hubiera tratado de dañar la pupila de Su ojo.

Cuando uno confía únicamente en Hashem y espera únicamente Su salvación, está creando una vasija de la que obtendrá abundancia y sustento en el momento en que los necesite.

Existen infinitos niveles de confianza en Hashem. Cuanto más inteligente es la persona, más grande es su confianza en Hashem. De acuerdo con su medida de confianza en Hashem, en la misma medida merece dar grandes cantidades de caridad. Esto le confiere el mérito de rectificar su habla, que es aquello que define al individuo (Likutey Etzot y Sefer Hamidot)