Haciendo hitbodedut

En el sitio Breslev Israel tenemos un plantel de rabinos que responden a consultas provenientes del mundo entero en seis idiomas diferentes. En cierta ocasión llamó por teléfono una persona no judía de Francia y contó que había recibido el libro En el Jardín de la Paz en francés y que a partir de ese libro se habían acercado al judaísmo y habían comprado todos mis libros.

Esta persona preguntó: “Dígame algo, ¿usted está seguro de que fue un hombre el que escribió estos libros?”. La gente se queda maravillada con lo que aprende a través de ellos.

En cierta ocasión vino a verme un cura sudafricano que conoció la emuná, acompañado de su esposa y sus hijos y sus nueras y los nietos: catorce personas en total. Por supuesto que los recibimos y tuve mucho gusto de darles una clase…

Luego pidieron que los llevara al bosque a hacer hitbodedut, así que viajaron en su minibús y yo viajé en mi automóvil. Llegamos al bosque y le dije a la persona que los había llevado: “Seguramente van a hacer hitbodedut diez, quince minutos. Después llévelos al hotel. Yo me voy a quedar un rato más acá”.

¿Saben qué? Al final ellos se quedaron haciendo hitbodedut… ¡una hora y media! Vi un niño de ocho años parado hablando con Hashem. Cada uno al lado de un árbol, ¡todos hablando con Hashem! Pensé que iban a hacer hitbodedut diez minutos, quince minutos como mucho. No: ¡Una hora y media! ¡Niños de ocho, diez años!

Cada uno de nosotros debe fortalecerse y hacer una hora de hitbodedut todos los días; que hable con Hashem y haga teshuvá todos los días, porque uno no puede corregirse a sí mismo si no hace hitbodedut. Uno no puede cambiar sin trabajar consigo mismo. Incluso la persona que estudia Torá: ¡por más que estudie todo el día, si no hace la hora de hitbodedut, no va a poder cambiar!