El Huésped Invisible

Papá, después del infarto, la terapia intensiva y la resucitación, de pronto tenía un aspecto extremadamente sano. ¡Hasta sonreía! ¿Qué era lo que estaba viendo?

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Yael Karni

Posteado en 05.04.21

“¿Usted quiere que tratemos a su padre en forma agresiva?”.

Tengo que admitir que me quedé muy sorprendida. Era un viernes a la tarde en el  mes de diciembre y estaba por comenzar el Shabat y yo pensé que mi padre iba a ser conducido a la guardia después de la resucitación. Por mi expresión, el hombre se dio cuenta de que yo no había entendido lo que él me acababa de decir. “Va a tener que pensarlo muy bien durante las próximas doce horas”. Y yo todavía sin entender…

“¿A qué se refiere con ‘agresivo’?”, pregunté yo, con total ingenuidad. Y entonces él me dijo que en realidad me estaba preguntando, en caso de un paro cardíaco, si ellos debían emplear algún medio para resucitarlo. Ahí fue cuando me di cuenta de que era una cuestión de vida o muerte.

Es asombroso cómo Hashem siempre me envía pruebas antes de Shabat. Yo llamé enseguida a mi rabino, pero no estaba y entonces llamé a otro rabino distinto y tampoco pude comunicarme. ¿Qué era lo que tenía que hacer? Ellos lo llevaron a terapia intensiva y yo, con mi vago entendimiento del punto de vista que tiene la Torá respecto a la santidad de la vida, acepté que se le llevaran a cabo ciertas intervenciones y otras, no. El Shabat pasó relativamente en calma bajo las circunstancias…. Mi padre aguantó y pasó el período crítico de las primeras doce horas. Al comienzo de la semana siguiente, otro médico me llamó y otra vez me preguntó si quería que trataran a mi padre en forma agresiva. Esto empezaba a ser un poco repetitivo. Me dijo que él tenía un montón de “experiencia” en el tema, y en especial tratando con judíos ortodoxos. La verdad es que me calmó bastante.
 
El médico me dijo que si el tratamiento que le estaban dando no le mejoraba la condición a largo plazo (si bien estaba respondiendo a él muy bien en términos de hora por hora), él pensaba que era mejor sacarlo de la máscara de oxígeno (que en mi opinión estaba funcionando bastante bien, manteniendo a mi padre con vida) y transferirlo a una guardia en la que simplemente se iba a ir a dormir y todo iba a estar bien y tranquilo. “Ah… discúlpeme..eso suena en cierta forma como acelerar la muerte (que es algo prohibido según la ley judía)”, le respondí enseguida. Él me dijo que no, que para nada, que ellos se regían por las leyes de ética del país. Sí, pensé yo, pero no por la ley judía.
Así que lo dejamos así. Yo iba a tratar de contactar al rabino que estaba de viaje y Le pedí a Hashem que mientras tanto cuidara a mi padre. Unos días más tarde hablé con el rabino en Israel y le expliqué la situación. “Sabe qué, rabino, siento que me están manipulando emocionalmente para que tome una cierta decisión – ¿o tal vez es mi imaginación?”.

“Yael”, me dijo el rabino. “No es tu imaginación. Tienes que ser fuerte. La perspectiva judía es que tienen que tienen que tratar en forma activa a tu padre para prolongarle la vida. A nosotros no nos interesa lo que va a pasar más adelante. A nosotros nos importa lo que está pasando ahora, en este mismo instante. Ellos tienen que seguir poniéndole la máscara de oxígeno hasta que el corazón se recupere. En términos de resucitación, todo depende de en qué etapa de la insuficiencia cardíaca se encuentra. Si está al final, entonces yo estaría de acuerdo en no tratarlo en forma agresiva pero si no se encuentra en esa etapa entonces sí, definitivamente, tienen que hacer todo lo posible”.

No les puedo describir el tremendo alivio que sentí, el alivio de recibir la guía de la Torá. Y me asustó pensar qué cerca había estado de tomar la decisión incorrecta.

Mi padre continuó recobrándose hasta el punto en que pasó un mes en rehabilitación con la idea de volver a casa. Esas semanas fueron de enorme importancia en mi relación con Hashem, porque tenía que rezar mucho si bien en el fondo yo sabía que solamente era un respiro temporario. Tuve muchos altibajos y emociones diferentes. A veces podía rezar, otras no. Pero mi plegaria personal sí subió de nivel y por primera vez empecé a sentir que tenía menos resistencia a rezar, y que era algo que realmente quería hacer, y no que “tenía” que hacer. Un día sentí una increíble elevación, una feliz sensación de calma en medio de todo el torbellino.

La semana en que mi padre supuestamente tenía que volver a casa, me llamaron por teléfono de urgencia. Fui enseguida al hospital, y allí lo encontré, otra vez en resucitación, otra vez con la máscara de oxígeno, otra vez en la misma situación en la que había estado en diciembre. Y otra vez la misma pregunta: si quería que lo resucitaran. Pero esta vez ya tenía las respuestas y me sentí muy tranquila. Les expliqué la importancia del alma dentro del cuerpo y que no buscamos “curas” sino mantener la vida y la vida, por más restringida que sea, es sagrada, porque es un regalo de Dios.

Otra vez más en terapia intensiva, mi padre otra vez empezó a “recuperarse” y se estabilizaron sus signos vitales. Al día siguiente, fui a verlo y tuve una vivencia que siempre me va a acompañar.

Mi padre tenía un aspecto increíblemente sano. No “un poquito  mejor” que el día anterior, sino increíblemente sano, casi en forma anormal. Estaba de excelente humor, sonriendo y riéndose. Casi como en un éxtasis. Todo el plantel médico también se dio cuenta del gran cambio. Él no dejaba de reírse y la verdad es que no sé de qué. A cierta altura señaló con su dedo al espacio. Ya había hecho eso mismo en diciembre dos veces y me había preguntado quién era ese hombre. Yo le dije que no había nadie. “Ah…”, había respondido él. Ahora otra vez estaba señalando y sonriéndole al visitante invisible. Me puse a pensar que tal vez sí había alguien allí, sólo que yo no podía verlo. Le pregunté a mi padre quién era esa persona. Y él me dijo que era el novio…

Dos días más tarde, mi padre falleció. Pasó de este puente transitorio al Mundo de la Verdad. Y se fue justo antes de que comenzara el Shabat. Yo estaba con él y fue todo muy calmo. Me dijeron que era un gran mérito que el alma se vaya de este mundo justo antes de Shabat o en Shabat y que es muy común que la persona parezca recuperarse antes de morir. Es porque el alma se está preparando para dejar el cuerpo y está accediendo a un nivel espiritual más elevado. Mi padre siempre fue una persona muy alegre, a pesar de todas sus enfermedades, y siempre fue muy grato con todos los que lo ayudaron.

Que esto sea para la elevación de su alma – en memoria de Janoj ben Israel.
 
 

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1. María

7/16/2017

Gracias

Gracias por compartir esta historia llena de Emuna. Saludos desde Argentina.

2. María

7/16/2017

Gracias por compartir esta historia llena de Emuna. Saludos desde Argentina.

3. Eduardo Luis Muñoz Pereira

8/12/2015

Gracias. Emocionante

La muerte es un gran misterio. El terrible desgarramiento que es la separación del Alma del Cuerpo. Y la inmensa tristeza de la desaparición del contacto físico con la persona que se va. Se pasa a otra forma espiritual de contacto. Absolutamente insertado en el recuerdo y el amor. La psicología y la familia ayudan a atravesar las fases del duelo. Nuestra fe se tambalea e incluso se llega a discutir y enojarse con Dios por haberlo permitido. Es natural. Los ritos y rezos Calman

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