Los Hijos de Sofía

Una noche, la madre de Sofía llegó a casa borracha. Eran cerca de las 2.30 de la madrugada. Sofía recuerda a su madre gritando desaforadamente...

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 17.03.21

Sofía cuenta que nació en una familia en la que a nadie le importaba nada de nadie. Desde su más temprana infancia, Sofía estuvo sola. Sus padres no eran padres “reales”  -en verdad, en su vida nada era “real-  y no podía darse el lujo de depender de los demás para nada.

La madre de Sofía era alcohólica y “crió” a sus hijos sin un marido. Todo el tiempo entraban y salían hombres de la casa. Ella sacaba a Sofía y a su hermana de la casa y cerraba con llave para que no pudieran entrar. A esa hora ellas no tenían permiso de entrar a la casa – tenían que encontrar algún lugar donde ir.

Una noche, la madre de Sofía llegó a casa borracha. Eran cerca de las 2.30 de la madrugada. Sofía recuerda a su madre parada junto a la cama marinera, gritándole desaforadamente a su hermana mientras la insultaba y la mataba a golpes con un cinturón. La cama de arriba se apoyaba en bastones muy frágiles y al final de tantos golpes la cama de arriba se cayó encima de Sofía, y ella se desmayó. Sofía me contó lo que sucedió cuando se despertó: “Ella había tirado a mi hermana al suelo… Yo me puse a gritar como loca… mi madre iba a explotar una lamparita de luz en la cabeza de mi hermana. Yo grité: ‘¡déjala en paz! ¡déjala en paz! Si quieres que no te pase nada, deja en paz a mi hermana!’”.

Sofía empezó a sentirse más real y más conectada hace diecinueve años, cuando descubrió el judaísmo, lo cual causó una ruptura irreparable con su familia. Ellos le gritaban que se iba a ir al infierno, pero Sofía no les creía. Y desde entonces ha cortado todo contacto con ellos. Ella dijo que había empezado a estudiar Torá y que nadie podía quitarle sus estudios porque ella encontró la Verdad.

Le pregunté a Sofía cómo supo que el judaísmo era la verdad.

Ella me contó un montón de historias en las que había visto a HaShem en su vida, ayudándola a superar una prueba tras otra. Sofía dijo: “Cuando uno deposita en Él toda su fe y su confianza, uno ve que al final todo resulta para bien”.

He aquí varios ejemplos:

Hubo una época, después de que se divorció, en que su ex marido y su ex suegra llamaban a la policía para decirles que Sofía estaba abusando de sus hijos, pero cada vez que llegaba la asistente social llegaba a la casa de Sofía, nunca encontraban ningún problema. Sofía sabía que iba por el buen camino y que Dios estaba de su lado. Y que por eso nunca tenía miedo. “Al final me harté de todas esas tonterías y literalmente eché a esa gente de mi casa, diciéndoles que era mi casa y que no eran bienvenidos”. Así fue como la policía y las asistentes sociales dejaron de molestarla.

“Por esa época yo era capaz de intimidar mucho a la gente. Tenía que hacerlo para proteger a mis hijos. Y cuando me pongo así, no le tengo miedo a nadie. Puedo hacer lo mismo por cualquier otro niño. No tengo ningún miedo, porque tengo a HaShem conmigo y es por eso que casi siempre gano. Y en especial cuando alguien trata de dañar a un niño”.

En otra ocasión, su ex se llevó a los niños sin que ella pudiera hacer nada, pero estaba tan borracho que al día siguiente no llevó a los chicos al colegio. Entonces del colegio llamaron a Sofía. Presentándose ante el juez, Sofía rezó: “Dios, ayuda a ese juez si llega a pasarles algo a mis hijos por su culpa”. Entonces Sofía le dijo al juez que su “ex” se emborrachaba y que conducía con sus hijos en la camioneta y que ella “iba a poner fin a toda esa situación”. Sofía dijo: “Dios me hizo tan fuerte que les podía decir cualquier cosa a estas personas. No me importaba un rábano quiénes eran. No tenía absolutamente nada de miedo. Y por lo general el juez se ponía de mi lado”.

En otra ocasión, una maestra se ensañó con la hija de Sofía. Sofía habló con otros padres de su clase y así se enteró de que la maestra abusaba también de otros alumnos. Sofía preguntó quién estaba dispuesto a ir con ella a acusar a la maestra. Nadie quiso ir, así que ella dijo que en ese caso iba a ir ella sola. Sofía se enfrentó a la maestra y finalmente a la directora del colegio. Y le dijo así: “¿Cómo fue capaz de contratar a una maestra así? En este colegio hay un montón de niños que vienen de hogares con problemas y que no sienten amor en casa ni tampoco respeto. Ni siquiera se sienten niños y usted va y trae una maestra así!”. Cuando Sofía se enteró de que esa misma maestra empujó a uno de los alumnos y le dijo “Estúpida” en la cara, ya no pudo soportarlo más. Sofía sacó a sus hijos del colegio y les enseñó en su casa durante seis años.

Sofía arrimó a sus hijos y les dijo: “Miren, lo lamento mucho, pero en verdad la vida no tiene que ser así. Idealmente, ustedes tendrían que tener un padre que sea un buen modelo. Tendrían que tener abuelos. Tendrían que tener una madre más tranquila y más dulce que yo”. En esas ocasiones, Sofía les contaba a sus hijos historias de la Torá.

“Les enseñaba lo mejor que podía cuál es el rol del hombre y de la mujer. Y cómo se suponía que debía comportarse un marido. Le enseñé a mi hijo que él iba a ser el responsable de traer sustento a su familia”. Cada uno de los hijos de Sofía tiene una Torá y un libro de oraciones. Cuando se casó el hijo mayor de Sofía, su nuera la llamó y le dijo: “Le quiero dar las gracias – su hijo es un marido maravilloso que sabe perfectamente cuál es su rol”.

El más grande deseo de Sofía es convertirse al judaísmo. Ella siente que debe cumplir su promesa a HaShem que Le hizo cuando Él salvó a su hijo de una enfermedad terminal. En ese momento ella oró: “Si salvas a mi hijo, Te prometo que voy a hacer todo lo posible por enseñarles a mis hijos Tu Torá y que voy a vivir según Tu Torá por el resto de mi vida”. Ojalá así sea.

Esta es una historia verídica. Se cambiaron algunos datos para proteger la privacidad de los protagonistas.
 

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