Podemos Hacer Switch!

Como tantas otras personas con las que hablo, Kevin fue víctima de grave abuso físico

3 Tiempo de lectura

Dr. Zev Ballen

Posteado en 05.04.21

Kevin es un hombre casado con tres hijos pequeños que se ha esforzado mucho por controlar su enojo. Kevin se esfuerza por hablar con la gente en forma suave pero dentro de sí mismo siente violencia y tiene miedo de que algún día explote y realmente le haga daño a alguien.

Como tantas otras personas con las que hablo, Kevin fue víctima de grave abuso físico; en este caso, por su padre. De pequeño, Kevin fue golpeado con tanta brutalidad y con tanta frecuencia que muchas veces se desmayó de los golpes. Siempre tenía el cuerpo lleno de moretones y hematomas, pero tal como les oí decir a tantas víctimas de abuso, ni siquiera la tortura física puede compararse a la agonía de sentir que el alma es asesinada continuamente por alguien que debería amarte…

Cuando conocí a Kevin, ya hacía muchos años que su padre había dejado de golpearlo. Kevin quería saber por qué todavía sentía tanta violencia hacia su padre y hacia otras personas. También quería saber qué posible “buena intención” podría haber tenido Dios para el dolor que él sufrió de niño. Después de cuatro sesiones, yo empecé a preguntarme si Kevin alguna vez iba a poder entender de qué manera el abuso que había sufrido era para bien. Ni él ni yo teníamos respuestas, pero Kevin estaba formulando buenas preguntas y yo vi que su deseo de saber la verdad era muy fuerte.

En nuestra quinta sesión, Kevin empezó a ver su situación desde una perspectiva diferente. Se preguntó de qué manera su vida habría sido diferente si su padre hubiera sido amable y cariñoso con él. Y cómo sería Kevin hoy si hubiera crecido dentro de una familia “normal”.

Cuanto más ahondó en el tema, se dio cuenta de que únicamente por el hecho de que había sufrido tanto a manos de su padre, después, durante sus años de estudiante había empezado a buscar la amor y la conexión que tanto necesitaba en la imagen de un “padre” completamente diferente, que encontró en el Rebe de Lubavitch.

Cerca del campus de su universidad había una sede de Jabad. Kevin solía ir allí para mirar videos del Rebe. Y así se pasaba horas absorto en los videos, absorbiendo las expresiones faciales del Rebe, su tono de voz, su Emuná, su fuerza, su sabiduría… Kevin se sintió privilegiado de observar por primera vez lo que describió como un medio familiar “normal”. Para Kevin, el Rebe pasó a ser la figura máxima de lo que puede ser un padre. Él sentía que el Rebe le estaba hablando directamente a él y le estaba dando consejos paternales acerca de la forma correcta de encarar la vida.

Kevin continuó con sus estudios de judaísmo y finalmente acabó abandonando la religión de su juventud. La calidez y la aceptación que sintió en la comunidad judía lo impulsaron y con el tiempo, Kevin se conectó con Breslev y con el Rabino Arush.

Kevin aprendió a utilizar el enojo que sentía adentro hacia su padre en forma positiva. Hoy en día, cuando siente aunque sea un rastro de enojo, de inmediato hace “switch” y cambia la imagen interna de su padre por una imagen interna del Rebe de Lubavitch o el Rabino Arush. Kevin está usando el problema a servicio de su propio crecimiento como persona. El “problema” se ha convertido en la señal misma que le indica a su mente que haga switch y busque una mejor fuente de amor y conexión. Y esa fracción de segundo que siente de enojo hacia su padre se ha recanalizado en forma positiva. Con el paso del tiempo y con más práctica, no tengo dudas de que Kevin logrará superar el problema y vivir calmo por dentro.
 

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