El 10 de Tevet: La Manta

En estos días conmemoraremos el Diez de Tevet, que es el día en el calendario hebreo en que Nabucodonosor puso sitio a Jerusalén. Todos los judíos habían vivido en la Tierra durante ochocientos cincuenta años. El Santo Templo de Jerusalén, que fue construido por el Rey Salomón, estaba en pie hacía ya cuatrocientos diez años. Generaciones enteras de judíos jamás habían imaginado siquiera contemplar la posibilidad de vivir en otro país fuera de Israel. Ese era su hogar. Habían vivido allí desde la época de Josué.

Jerusalén era algo dado por sentado – hasta que los babilonios entraron a la ciudad.

El Midrash (apertura de Eija Raba) ofrece una analogía a fin de ilustrar la situación de aquella época: “Las doce familias de Israel estaban divididas. Eran como dos personas que comparten una manta nueva durante todo el crudo invierno. Uno tira la manta para su lado y el otro la tira para el suyo. Al final, la manta se rompió en dos y quedó en desuso".

Cuando leí este Midrash me asusté. Para nosotros, Israel es una “nueva manta”, que nos dio Dios para protegernos contra el amargo invierno del exilio que habíamos sufrido durante tantos siglos. Pero cuando nos cobijamos bajo esta manta tan calentita y tan cómoda, cada uno empezó a tirar para su lado. Y corremos el peligro de que la manta se rompa en dos.
 

Permítanme compartir con ustedes un poquito de Kabalá. Yosef no podía seguir controlándose y les dijo a sus asistentes egipcios que salieran de la sala; necesitaba estar a solas con sus hermanos. El Zohar nos enseña que ese momento fue un momento de Ijud Elión, de Unión Superior. En los cielos, las almas de Yosef y de sus hermanos tenían que reunirse. Y en este mundo tenía que llevarse a cabo la reunión para que también pudiera llevarse a cabo en el Cielo. Y para que hubiera una conexión total entre los hermanos no podía haber presente nadie más en la sala. Tenían que estar solos.

El Zohar compara esto con el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) que entra al Santo de Santos. A ninguna otra persona se le permitía estar en el Santo de Santos cuando el Kohen se presentaba ante Dios. Si había presente alguna otra persona, incluso un ángel, el lazo entre el Sumo Sacerdote y Dios sería incompleto. La conexión exige privacidad.

¿Por qué la conexión entre los hermanos tenía que tener lugar en ese momento exacto? Porque el Nombre de HaShem está compuesto de las letras combinadas de los nombres de todos los hijos de Yaakov. Mientras estuvieran separados por las disputas y el distanciamiento, el Nombre de HaShem no podía estar completo.

Tampoco podía lograrse el equilibrio entre el Nombre de Justicia de Dios y Su Nombre de Compasión. Y corría peligro la supervivencia del Pueblo Judío. En este momento, o sea, antes de la estadía del Pueblo Judío en Egipto, donde sobrellevarían un largo y difícil exilio, el Nombre de HaShem y por lo tanto el Pueblo Judío tenían que estar completos. El Nombre de HaShem, que representa Su relación con nosotros, se ve afectado en forma directa pro la unidad de todo Israel. Cada miembro del Pueblo Judío tiene que estar a solas con su prójimo y unido con su prójimo para que pueda haber protección desde Arriba. De otro modo, la manta se rompe en dos.

Con las amenazas provenientes de Irán y de Hizbulla, Israel está al borde de la guerra y en una difícil encrucijada. ¿Qué tiene planeado Dios para nosotros? ¿Qué es lo que va a traernos la tan anhelada paz?

Es muy importante que todos comprendamos que para que haya paz con nuestros enemigos, primero tenemos que estar en paz entre nosotros mismos. Por eso, en esta época tan difícil, tenemos que fomentar la paz y la hermandad del pueblo.

Asistamos a clases de Torá que enseñan a vivir en paz, démosle caridad a aquellas organizaciones que promueven la paz y la unión entre las familias. Si hay alguna persona con la que no te llevas bien, haz un esfuerzo especial por reconciliarte. Necesitamos crear el Ijud Elión, la Unión Superior. No hagas nada que promueva la división del pueblo. No te acapares la manta para ti solo.
 
Y ojalá HaShem extienda Su sagrado palio de paz sobre nosotros y sobre todo Israel. Amén.

Estas palabras están dedicadas a la elevación del alma de mi madre, Mazal Tov bat Eliahu.
 
Gracias a www.torahlab.org por habernos dado su autorización para publicar este ensayo.