El Futuro de Jerusalén

El Talmud dice que Jerusalén no fue destruida hasta que "los hombres de fe" desaparecieron. Es decir, mientras hubo personas con Emuná - Jerusalén no fue destruida...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 06.04.21

El Futuro de Jerusalén

En el tratado Jaguigá 14a, el Talmud nos enseña que Yerushaláim, Jerusalén, no fue destruida hasta que "los hombres de fe" desaparecieron. En otras palabras, mientras hubo algunas personas con Emuná – la intransigente fe en el Creador felices todo el tiempo de estar vivos, felices de ser judíos, contentos de tener la Torá y los Preceptos, y agradecidos por todas las bendiciones de HaShem, Jerusalén no fue destruida. En un contexto moderno, esto significa que mientras habían algunos Jasidím de Breslev alrededor, cantando, bailando y alabando el Nombre de HaShem todo el día, los romanos no podían conquistar Jerusalén.

Es gracioso, porque Jerusalén está hoy en las noticias. El presente gobierno israelí habla de entregar zonas de ella a los árabes. Pienso que podemos decir sin dudas – según las enseñanzas del Talmud – mientras hay gente de verdadera fe alrededor, nada le pasará a Jerusalén, con la gracia de HaShem.
 
HaShem creó este universo entero por una sola razón – la Emuná, para que la gente aprendiera Emuná. La Emuná es la llave de la creación entera. El Rebe Najman de Breslev escribe que la Emuná y Eretz Israel (la Tierra de Israel) son una entidad; ¡la seguridad, bienestar y toda la existencia de Israel depende de la Emuná!
 
Jerusalén es llamada "Kiryá Ne'emaná" – la ciudad de Emuná. Como tal, fue destruida debido al debilitamiento de la fe. Vamos a ver la causa de esta debilitación de Emuná. ¿De dónde llegó? ¿Cómo sucedió?
 
Vamos dar una mirada en la Torá en la Parashá Shlaj Lejá, donde los Meraglím – los doce espías – vuelven de su misión de rastrear la Tierra de Israel. Ellos tuvieron que juntar tanta información en el país como les fue posible, así que viajaron del sur al norte y del oeste al este. Después de haber visto gigantes, a excepción de Caleb ben Yefuné y Yehoshúa bin Nun (Josué), ninguno de los espías –cada uno de ellos era un líder de su respectiva tribu – creyeron que el pueblo judío podría derrotar a tales adversarios. ¡La fe de los espías se había derrumbado! Ellos volvieron junto a Moisés y los hijos de Israel, acamparon en el Sinaí y desalentaron totalmente a la gente. Aquella noche era el nueve del mes hebreo de Av, el primer desastroso Tishá BeAv en la historia de el pueblo judío. Los hijos de Israel no creyeron a Caleb y a Yehoshúa, pero si creyeron a los otros diez espías, lo que fue equivalente a una carencia total de fe en HaShem. La gente lloró toda la noche.
 
El Talmud nos enseña, en el tratado Sotá 35a, qué HaShem dijo a los hijos de Israel, "¿Ustedes lloraron esta noche por nada? ¡Yo aseguraré que ustedes lloren en las generaciones venideras!"
 
Era el primer Tishá BeAv. Posteriormente, Tisha BeAv atestiguó la primera y segunda destrucción del primero y segundo Templos, la caída de Beitar, la expulsión de España en 1492, el comienzo del Holocausto y otros desastres.
 
Algo parece estar equivocado aquí. HaShem dirige el mundo según el principio MpM, Medida por Medida. Así es como el Creador nos educa. Entonces tenemos que hacernos la pregunta, Si hemos llorado solo una noche, por qué tuvimos que sufrir cada Tisha BeAv desde entonces? ¿Es justo? ¿Esto es el MpM? ¿Dónde está la proporción aquí?
 
Vamos a tratar de entender. Ante todo, llorando por nada demuestra una carencia completa de Emuná. Llorando y quejándose por el camino saliendo de Egipto evidenciando extrema insensibilidad. HaShem realizó milagros fenomenales para los hijos de Israel en Egipto y por el camino después de la salida. ¡El alimentó, vistió y curó a los millones de personas en el desierto durante cuarenta años! Imagina el tamaño del presupuesto necesario para preocuparse por tantas personas durante tantos años. Date cuenta de las dificultades que el gobierno del Estados Unidos tuvo para preocuparse por 800,000 personas sin casa después del Huracán Katrina; ¡y eso durante menos de un año en "la Tierra de la Oportunidad" con toda su riqueza, recursos y tecnología moderna! Ahora piensa en lo que HaShem hizo para tanta gente durante más de 40 años en la tierra baldía más grande del mundo. ¿Hay apenas algo en el desierto de Sinaí, más que arena, rocas y montañas?
 
Vamos a reflexionar sobre los milagros de HaShem. Las diez plagas golpearon a los egipcios selectivamente, sin dañar ni un pelo de una cabeza judía. Miren lo que HaShem hizo al ejército egipcio cuando El separó el Mar Rojo. Durante los 40 años en el desierto, HaShem personalmente alimentó y vistió a más de 2 millones de judíos. Ni una sola persona murió de una mordedura de escorpión o algo similar.
 
Entonces, en vez de agradecer al Creador por estos increíbles milagros, la gente se quejó. "¡HaShem nos quiere enviar a un lugar peligroso… estos gigantes van a matarnos todos!" Ellos expresaron toda clase de quejas, y aun peor, tenían una actitud amarga. Esto no era simplemente una carencia de gratitud; ¡esto era la amnesia y una carencia de fe!
 
Supone que los hijos de Israel habrían mirado al mundo por los ojos de la Emuná. Ellos habrían dicho, "Barúj HaShem, Bendito sea Tu Nombre. HaShem nos cuido hasta ahora; ¡Ciertamente El seguirá haciéndolo también en el futuro!" En cambio ellos lloraron y se quejaron.
 
¿No parece esto terrible? ¿Saben qué?, la raíz de ignorancia, ingratitud y quejas está todavía en nosotros. En cada generación, brotan más venenosos brotes de carencia de fe.
 
El futuro de Jerusalén no depende de si el Primer Ministro Olmert se dirige a Abu Mazen, o si el Presidente Obama hace presión sobre Israel o no. Esto depende de nosotros, si nos volvemos Anshéi Amaná, "los hombres de fe". Si cada uno de nosotros hace un esfuerzo concertado para reforzar su fe y sustituir quejas por alabanzas a HaShem por todas las maravillosas bendiciones que El nos otorga, haremos nuestra parte para reforzar a Jerusalén y apresurar la Redención completa de nuestro pueblo, el mundo entero y la reconstrucción del Beit HaMikdash, el Sagrado Templo. Amén.

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