La Fuerza de la Teshuvá

¡Todo comienzo es difícil! ¿Cómo puede una persona despertar a la Teshuvá, si no hay ni una chispa de la luz Divina dentro de ella para que se despierte?...

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Rabi Najman de Breslev

Posteado en 05.04.21

Todo comienzo es difícil! ¿Cómo puede una persona despertar a la Teshuvá, si no hay ni una chispa de la luz Divina dentro de ella para hacer que se despierte?
 

La fuerza de la Teshuvá 

Existen muchas maneras de caer. De hecho hay veces en que la gente sucumbe a caídas verdaderamente tremendas. Se hunden entonces en las situaciones más inmundas, aquéllas que nuestros Sabios llaman "los lugares de la inmundicia". Tales personas se encuentran asediadas por dudas y por pensamientos sucios, extraños y tremendos. Se encuentran sumidas en la confusión y sus corazones palpitan. Esto se debe a las klipot, las cáscaras que rodean el corazón y que lo arrojan a la turbulencia. 

 A esta gente le parece que nunca podrán encontrar Di-s Todopoderoso. Pero hay una esperanza – si sólo se fortalecieran en la búsqueda del Cfreador y rogaran por Su ayuda. Deberían clamar, "¿Dónde está el lugar de Su Gloria?". De hecho cuanto más lejos pienses que te encuentras del Creador, más debes forzarte a buscarlo: "¿Dónde está el lugar de Su Gloria?" Debes anhelar por Su Gloria, debes gemir por ella: "¿Dónde está el lugar de Su Gloria?". Sólo con esto lograrás ascender a las más grandes alturas. Serás digno de elevarte al nivel de "¿Dónde?" – "¿Dónde está el lugar de Su Gloria?". Éste es el nivel de la más exaltada santidad.

 En la Teshuvá es esencial que a cada instante puedas buscar y rogar, "¿Dónde está el lugar de Su Gloria?". Entonces la misma caída se transformará en un gran ascenso. Todo el propósito de la caída se revela entonces como un paso esencial para el ascenso, tal como lo han explicado los Sabios en nuestros escritos sagrados. Analiza esta idea y compréndela bien, pues es muy profunda. (Likutey Moharán II: 12).

 ¡Cuánta gente tropieza y cae cuando casi han alcanzado el punto de perfección! (shleimut). Habían llegado hasta las mismas puertas de la santidad y fácilmente podrían haber entrado. Pero de pronto se ha desatado contra ellos una fuerza tal en los obstáculos y en las confusiones que les hace pensar que nunca serán capaces de superarla. Se dejaron intimidar. El único remedio para esto es sumergirse en la Torá. La persona debe ser muy firme y no permitir que su estudio se debilite. Sea lo que fuere lo que uno deba enfrentar, siempre podrá ganar fuerzas en la Torá. Todos los remedios y purificaciones, desde el comienzo del mundo hasta su final, se encuentran contenidos en la sagrada Torá. (Leyes de la Bendición por el Pan 28).

Dicen los Sabios, "Nada puede oponerse al poder de la Teshuvá. Ésta espera al hombre hasta el día mismo de su muerte" (Devarim Rabá 2:15; Ierushalmi Pea 1:1; Zohar II 106a, III 76a). Es posible que la persona haya transgredido miles de veces. Pero cada vez que se siente entusiasmada en retornar al Creador, aunque sea un poco, ninguno de estos impulsos hacia la santidad se pierde. En palabras del santo Zohar, "Ningún buen pensamiento se pierde jamás" (Zohar II 150b).

El gran poder del arrepentimiento radica en el hecho de que transforma las transgresiones en méritos (Ioma 86b). Aquello que fue dañado puede ser reparado. La razón de esto es que la esencia de la transgresión es atraer hacia abajo la luz Divina, hacia los lugares más indecorosos y más bajos. La luz entonces es ocultada y encapsulada dentro de densos recipientes. Pero a través del arrepentimiento es posible refinar y purificar estos densos recipientes de modo que puedan ser capaces de recibir y retener una nueva radiación de luz. Si la transgresión no hubiera sucedido, el recipiente nunca se habría densificado en preparación a su subsecuente refinamiento. En ese caso habría sido imposible que la nueva radiación de luz llegara hasta esos lugares indecorosos y bajos. Antes del arrepentimiento la nueva luz no podía ser atraída hacia abajo pues los recipientes eran demasiado densos como para recibirla. Pero mediante el arrepentimiento, el daño realizado por la transgresión es reparado y los recipientes, realineados. Sin la transgresión no habría habido recipientes que reparar. Ahora que la transgresión ha tenido lugar, el arrepentimiento realinea estos recipientes y ahora la luz puede ser irradiada a los lugares adonde nunca antes le habría sido posible brillar. Todo esto explica cómo todo el propósito del descenso es permitir el ascenso. El rechazo de Di-s Todopoderoso tiene como objetivo el acercarse más a Él.

¡Todo comienzo es difícil! ¿Cómo puede una persona despertar a la Teshuvá, si no hay ni una chispa de la luz Divina dentro de ella para hacer que se despierte? Y ¿cómo puede la luz del Creador comenzar a brillar dentro de ella si aún no ha comenzado siquiera la Teshuvá? Pues "ningún extranjero comerá de las cosas sagradas" (Levítico 22:11).

¿Dónde se comienza? Incluso si el Creador se apiada de ella e irradia luz en las profundidades de la oscuridad de esta persona… ésta se encuentra ya tan quebrada y aniquilada por todos sus pecados que no es capaz siquiera de retener esa luz. Para esta persona toda luz es demasiado fuerte. Es por esto que a veces sucede que la persona despierta a la Teshuvá durante algún tiempo para luego volver a caer. Y esto es algo que puede suceder muchas veces, una detrás de la otra. La razón es que aún no ha preparado los recipientes que puedan contener la luz que está despertando dentro de ella.

Lo mismo ocurre con el Pueblo de Israel en su totalidad. ¡Hemos soportado tantos exilios y redenciones! Fue en época de Ioshúa que entramos a la Tierra de Israel y la conquistamos. Pero más tarde debimos ir al exilio. Luego retornamos por un tiempo. Y vino otro exilio más. Pero todo el tiempo, "La diestra del Señor se mantiene alta" (Salmo 118:16) hasta la eternidad. Cada vez que Israel pudo retornar a la Tierra de Israel se produjeron maravillosos logros en el trabajo de la reconstrucción. Más tarde volvió el Malo y los Hijos de Israel volvieron a pecar y alejarse. Pero la huella de todo lo alcanzado logró mantenerse – y aún permanece con nosotros hasta el día de hoy. Es por el poder de este resto que aún hay vida en nosotros, incluso en lo más profundo del presente exilio. Es gracias a ello que aún podemos lograr algunos relámpagos de visión espiritual.

Y así sucede también con aquél que se esfuerza en el servicio al Creador. Comienza y luego cae… vuelve a comenzar y vuelve a caer. Es posible incluso que pueda hundirse por completo, Dios no lo permita. Pero aun así, el mínimo bien que haya podido lograr deja su huella. Estas huellas en sí mismas son algo maravilloso. Ellas también son esenciales para nuestra presente tarea, ahora que esperamos la llegada de Mashíaj. Estamos abocados a la edificación de una Santa Construcción, que permanecerá por toda la eternidad. Esta Construcción debe incluir a todos los descastados de Israel. Deberá juntárselos a todos y unirlos con una nueva santidad. Nadie deberá quedar afuera. Esta Construcción requiere de innumerables instrumentos y recipientes. Todo acto realizado hoy por un judío, así sea en el estudio de la Torá, con una plegaria, un acto de caridad o cualquier otro precepto – todos ellos son amados por el Creador. Si alguien ha hecho un esfuerzo para servir a Di-s, entonces, aunque más tarde haya caído a un tremendo abismo, nada de su trabajo anterior se perderá, jamás. Tan pronto como esos actos llegan a la existencia, son tomados por el verdadero Tzadik y colocados en un lugar, preparados para ser incluidos en esta Construcción eterna.

Todos estos "fragmentos" traen una gran alegría a los mundos superiores. Cada uno de ellos es crucial. Sin él, la Construcción nunca podría estar completa. Esto es similar a los nueve hombres esperando para orar. Puede que sean los más grandes Tzadikim. Pero siendo nueve, aún no llegan al número adecuado para el minian, el quórum requerido para la plegaria. Se les prohíbe siquiera expresar una sola palabra de las plegarias comunales. De pronto un hombre absolutamente insignificante entra de la calle. Sea quien fuere, se une a ellos. Ahora son diez. Ahora pueden recitar la Kedushá, la Santificación. Apenas como terminan, este hombre se escabulle y sale de nuevo a la calle. Pero las palabras de santidad que fueron dichas ya no pueden ser borradas jamás. ¡Cuánta alegría Le han dado al Creador! (Leyes de la Plegaria de la Noche 4:34).

– Extraído de Conforta mi alma, de las enseñanzas del Rebe Najman de Breslev

(Gentileza: www.tora.org.ar)

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