Tiempo de Estar Juntos

Jánuca es un momento especial para reunirnos con nuestros hijos y fortalecer nuestro lazo con ellos. Y dado que la ley judía establece que encendamos las velas y pasemos tiempo frente a ellas, no tenemos excusas para “escaparnos” de los niños. La luz de las velas de Jánuca, combinada con la presencia de los padres, la dicha de sentarse a jugar juntos al trompo mientras van sintiendo el aroma tan especial de los buñuelos dulces o los latkes de Jánuca friéndose, el niño se siente seguro y siente que su hogar es una fortaleza de amor que le provee seguridad, tanto espiritual como emocional.

A decir verdad, los padres siempre tienen que darle a su hijo una sensación de seguridad, no sólo en Jánuca, sino también todo el año. De esa manera, el niño siempre les va a contar lo que siente en el corazón. Tal vez algún compañero del colegio lo está intimidando o amenazando, o todo un grupo lo está alentando a que se porte mal. Idealmente, el niño tiene que sentirse cómodo como para decirles a sus padres “Mamá, papá, este nene quiere que yo haga tal o cual cosa” o “ese chico grande todo el tiempo me amenaza”. De esa manera los padres pueden proteger al niño y ayudarlo, para que no caiga presa de todos estos peligros. Pero si el niño viene y se saca de encima todo lo que le pesa en el corazón delante de sus padres, pero estos, en vez de escucharlo y prestarle atención, lo critican o lo reprenden, entonces la próxima vez no les va a contar nada y va a guardar todo lo que siente en el corazón. Nunca más les va a contar nada. Y ahí sí que corre verdadero peligro y lo peor de todo es que se va a quedar completamente solo.

Los padres deben comprender que el hogar es como una fortaleza para el niño. Cuando los padres les dan a sus hijos el espacio necesario para desarrollarse en forma natural a su propia manera, con un montón de amor y de cariño, entonces, aunque vivan en el peor barrio, el medio no va a poder corromperlos. Y viceversa: los niños pueden criarse en el mejor barrio que uno pueda imaginarse, pero si su hogar no es su fortaleza, entonces los hijos corren gran peligro. Al enfrentarse a un desafío, fácilmente pueden caer presa de terribles influencias, pues no cuentan con una fortaleza que los proteja.

Por eso, cuando un padre no aprende a prodigarle amor incondicional a su hijo, no le van a servir de nada todos los libros de educación. El padre antes que nada tiene que desarrollar su capacidad de darle al otro y de amarlo y en general ser una persona que se esfuerce por perfeccionar su propio carácter.

El Alter de Slobodka vio una vez que a uno de los alumnos más sobresalientes de su yeshivá le había empezado a ir mal en sus estudios. El Alter fue a verlo y le pregutnó si quería hablar con él a solas. Le dijo que podía ir a verlo a su oficina a tal hora.

El alumno, muy entusiasmado ante la posibilidad de hablar en forma privada con el Rosh Yeshivá, apenas pegó un ojo toda esa noche. A la mañana siguiente, el alumno golpeó a la puerta y entró humildemente, pero lleno de emoción. ¿Y qué vio? Vio la mesa llena de frutas y tortas, y el Alter sentado a la mesa, esperándolo. Apenas el Rabino vio entrar al alumno, se puso de pie para darle una calurosa bienvenida, lo acercó a la mesa y se puso a hablar con él. El Rosh Yeshivá le mencionó a su alumno todos los puntos fuertes que tenía y la mejor manera de aprovecharlos para su propio beneficio y satisfacción. Así, durante toda la reunión, lo alentó y le causó tal impresión que el alumno decidió esforzarse más en sus estudios.

Después del encuentro, el Alter le pidió al alumno que pronunciara una bendición y comiera. Al alumno le dio vergüenza y le respondió que no podía comer nada, a menos que el Rosh Yeshivá se sentara a comer con él. El Alter le dijo que no podía comer.
“¿Por qué?”, preguntó el alumno.
“Porque estoy ayunando”, dijo el Alter.
“¿Y por qué está ayunando?”.
“Porque sabía que hoy íbamos a hablar, y que íbamos a hablar de algo muy importante: para que tengas éxito en tus estudios. Quería que mis palabras causaran impresión en ti y por eso decidí hacer un ayuno y orar para tener éxito”.

Al oír esto, el alumno se emocionó muchísimo, porque percibió todo el amor y todo el afecto que el Alter sentía por él. Se dio cuenta de lo importante que era él para el Rosh Yeshivá y que el hecho de que le fuera bien en sus estudios era tan importante para el Alter que incluso estaba dispuesto a ayunar para asegurarse de que sus palabras le causaran una fuerte impresión.

De más está decir que el alumno decidió esforzarse mucho más en sus estudios y en su observancia religiosa.

Cuando al padre o al maestro realmente les importa del niño, va a pensar muy seriamente cómo encararlo para que lo que le va a decir realmente cause una impresión en el niño. Y antes que nada, tiene que creer en el niño, que el niño es bueno, y que quiere que le vaya bien. El niño no hace intencional para hacer enojar a los adultos que lo rodean. Más bien, lo que ocurre es que los padres o los educadores no hacen su trabajo como corresponde ni buscan maneras de ayudarlo tanto como deberían. Los padres en especial tienen que saber que la mejor ayuda que pueden prodigarles a sus hijos es rezar por ellos, y hacer del hogar una fortaleza de seguridad para sus hijos.

¡Que tengan todos muy feliz Jánuca!

Nota: Este año el primer día de Jánuca cae el próximo miércoles 27 de noviembre a la noche (víspera del jueves) y la fiesta continúa hasta el miércoles 4 de diciembre a la noche, en que se encienden todas las velas. ¡Feliz Jánuca!