Separados del resto

La sagrada Hagadá que leemos en la Noche del Seder de Pesaj nos cuenta que el pueblo judío era “sobresaliente”. Esto posee un doble significado: tanto que eran excelentes como que sobresalían de entre los egipcios.

De acuerdo con el Midrash de la Parashat Beshalaj, uno podría entender que los israelitas no eran ni sobresalientes ni excelentes, ya que estaban manchados con idolatría. Sin embargo, nuestros Sabios nos dicen que nuestros antepasados preservaron su idioma, sus nombres y su forma de vestir. De esa manera, sí eran tanto excelentes como distintivos.

Enfoquémonos en la forma de vestir. Las hijas de Israel jamás se alejaron de la forma tradicional de vestir que habían heredado de nuestras santas Matriarcas Sara, Rivka, Rajel y Lea y usaban ropas sumamente recatadas, largas y amplias. Se cubrían el cabello completamente y las mujeres casadas también se cubrían el rostro (tal como aprendemos del relato del primer encuentro de Rivka con Isaac, su prometido).

Las mujeres egipcias eran exactamente lo contrario. La ropa que usaban era cualquier cosa menos recatada, lo cual reflejaba su displicencia y libertinaje. El propio Rashi hace un comentario acerca de su tremenda depravación.

En términos actuales, imagínense de qué manera la presión social de las mujeres egipcias podría haber arrasado con los valores de las mujeres judías. “Ustedes, las israelitas, son tan mojigatas!! ¿A quién se le ocurre ponerse ropa tan larga con el calor que hace en Egipto? ¡Vayan a broncearse un poco! Se visten tan mal… ningún hombre las va a querer mirar…”.

Ese es precisamente el tema: las mujeres judías no querían que las mirara nadie fuera de sus maridos! La Torá nos dice que en 210 años de esclavitud hubo un solo caso de ruptura de la santidad entre millones de mujeres judías: el de Shlomit bat Divri. Uno solo! No por nada nuestros Sabios dijeron que el éxodo de Egipto fue en virtud de las mujeres judías!

Cuántas mujeres incluso en círculos religiosos, ceden ante la presión social hoy en día? Acaso eso no es una traición a Hashem, al judaísmo y a la sagrada Torá?

En hegreo, la palbra “vestimenta” se dice begued, que tiene la misma raíz que la palabra “traición”, beguidá. Apenas la persona reemplaza su aspecto judío por un aspecto foráneo, cae fácilmente presa de la mala inclinación. Por eso, al sacarse una vestimenta (begued) uno traiciona a su judaísmo (beguidá).

Por eso, no debemos prestar atención a los nuevos estilos y los caprichos de la moda. Debemos conservar la ropa que nos distingue como judíos y usarla en forma digna, usando siempre rola limpia y ordenada. La mala inclinación tiene muy poco poder sobre la persona que luce digna de respeto, limpia y recatada. Esa persona verdaderamente refleja la imagen Divina.

Hijas de Israel, el recato de ustedes es su dignidad, tal como dice el Rey David en Salmos (45:14): “Toda la dignidad de la hija del rey está adentro; su ropa es de cuadros de oro”. En otras palabras, cuanto más grande es el recato de las mujeres y jóvenes judías, ma´s brillante es su fulgor interior. La belleza interior es la verdadera belleza y cuanto más valioso es algo, más se lo protege. La mujer no recatada despierta sentimientos de lujuria e infidelidad en aquellos que la miran. Si la mujer quiere lucir atractiva, entonces que lo haga en la privacidad de su hogar con su marido.

Y que en virtud de su recato, todas ustedes, queridas mujeres, puedan traer al Mashíaj y al Templo Sagrado y la completa redención de nuestro pueblo cada vez más cerca. Que tengan un Pesaj muy alegre y kasher!