Tesoros en la Playa

Porque mientras todos recogían los tesoros de la orilla, Moisés estaba recogiendo los huesos de Yosef...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

En Pesaj se acostumbra adornar la mesa con gran opulencia, con la mejor vajilla y las reliquias familiares. Esto posee un doble significado: primero, estamos conmemorando nuestra libertad, puesto que los esclavos no tienen posesiones. Segundo, estamos conmemorando el botín que las olas llevaron a la orilla oriental del Mar Rojo cuando el pueblo judío partió de Egipto. Las carrozas de los egipcios estaban adornadas con plata, oro y piedras preciosas y así fue que cuando los egipcios se ahogaron, las olas llevaron montones de joyas a la costa. Y entonces todos los hombres, mujeres y niños judíos se encargaron de recoger todos los tesoros – todos, excepto Moisés.

Porque mientras todos recogían los tesoros de la orilla, Moisés estaba recogiendo los huesos de Yosef. Y mientras todos buscaban riquezas materiales, Moisés buscaba tesoros espirituales. Moisés implementó la primera enseñanza que impartió Rabí Najman: buscar la sabiduría interna de cada cosa creada y de cada acontecimiento que nos sucede en la vida. Y al conectarnos con la sabiduría interior, nos estamos conectando con HaShem, pues Él es la Fuente de toda la sabiduría (véase Likutey Moharán 1:1). Moisés advirtió que en los santos restos mortales de Yosef había mucha más sabiduría interna que en todos los impresionantes tesoros de la playa. Y por eso optó por ir en busca de la sabiduría Divina innata, pues eso sería un legado para toda la posteridad, a diferencia de las riquezas materiales, que hoy está aquí y mañana no. Moisés buscó la sabiduría, la verdadera sabiduría Divina, pues sabía que no hay nada en la vida que importe verdaderamente fuera de llega a conocer a HaShem. 

¿Qué tenían tan de especial los huesos de Yosef? La respuesta es que ellos eran la clave para poder conocer a HaShem. Nuestros Sabios nos enseñan que Yosef corresponde a la sexta esfera Divina, Yesod (base, cimiento). Esta es la esfera de santidad personal, que en hebreo se conoce como “santidad de la fundación” – kedushat ha-iesod. Rabí Najman enseña que la santidad personal es la base de la Emuná, pues sin ella, no hay Emuná. Y para ir un paso más adelante, sin Emuná, no puede haber la luz genuina de la Torá. Moisés sabía que iba a tener que alcanzar una santidad personal impecable para alcanzar la Emuná y la Torá. También sabía que sin Emuná y sin Torá, los judíos no tendrían derecho a entrar a la Tierra de Israel y vivir allí por siempre. El Rey David también era consciente de esto y por eso explicó que HaShem les daba la Tierra de Israel a los judíos “para que salvaguarden Sus estatutos y observen Sus enseñanzas” (Salmos 105:45). Sin la observancia de la Torá, y en especial la primera mitzvá de los Diez Mandamientos, que es la Emuná, los judíos no tendrían derecho a entrar a Eretz Israel. Y para completar el ciclo, la Torá y la Emuná son imposibles de conseguir sin santidad personal. Ahora podemos comprender por qué invirtió tanto esfuerzo en recuperar los huesos de Yosef, el verdadero y santo Tzadik que pasó la prueba de la tentación y por lo tanto simboliza la santidad personal. Ese aspecto de Yosef sería entonces la clave para poder recibir y mantener tanto la Torá como la Tierra de Israel.

Tal como vemos, Moisés buscó su propia clase de tesoros – vale decir, la sabiduría Divina.

El Rey Salomón siguió los pasos de Moisés y también la sabiduría Divina, cuando en realidad podría haber tenido todo lo que quisiera. Inspirado por Moisés, el Rey Salomón alaba la búsqueda de sabiduría Divina cuando dice: “Si la buscas como la plata y la buscas como tesoros ocultos, entonces comprenderás el temor de HaShem y encontrarás de Dios (Proverbios 2:4)”.

Volvemos a nuestra mesa de Pesaj. La noche del Seder existen dos clases de riquezas en la mesa – las riquezas materiales de la plata y la opulencia y las riquezas espirituales de los muchos preceptos como contarles a nuestros hijos la historia de nuestro Éxodo de Egipto. Esta es una maravillosa oportunidad anual para mostrarles yuxtaposición de las dos clases de riquezas y explicarles la diferencia entre el carácter temporario de la riqueza material y la natural intemporal de la riqueza espiritual. Ya no tenemos más los tesoros y la plata del Mar Rojo pero todavía tenemos la Torá y los preceptos. La noche de Pesaj, si bien incorporamos la riqueza material al honrar la mesa festiva, elegimos la riqueza espiritual de Pesaj y sus muchos preceptos. Seguimos los pasos de Moisés, quien hizo la misma elección hace 3326 años.

Este Pesaj, oremos para que llegue pronto el día en el que la humanidad buscará la sabiduría de HaShem y el cumplimiento de la profecía “Pues la tierra se llenará con el conocimiento de HaShem así como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9)”. Amén! Que tengan todos un Pesaj kasher y muy feliz!
 

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