Amalek LCD

Mamá, no puedo creer que no sepas guardar contactos en tu nuevo teléfono – hasta un nene de jardín de infantes sabe hacer eso!”

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 16.03.21

Eduardo, un joven de 17 años experto en tecnología, se estaba burlando de su mamá: “Mamá, no puedo creer que no sepas guardar contactos en tu nuevo teléfono – hasta un nene de jardín de infantes sabe hacer eso!”.

 

“Jovencito”, le responde su madre, molesta, “Yo te enseñé a decir por favor y a decir gracias. También te enseñé a comer con cuchillo y tenedor”.

 

Este diálogo parecería no tener importancia, pero en realidad es mucho más profundo de lo que parece. Miren esto:

 

Eduardo piensa que su madre es primitiva porque no es muy adepta con los últimos avances tecnológicos. Para cuando empieza a entender algún artefacto, este ya se volvió obsoleto y salió otro mucho más moderno en su reemplazo.

 

Eduardo es uno de los alumnos más populares en su escuela, porque todo el que tiene algún problema con su iphone, ipad o Tablet va a verlo a él.

 

Y si su mamá es “a la antigua”, entonces qué vamos a decir de su papá, que va todas las noches a estudiar un libro que unos viejos escribieron hace 1700 años sobre lo que pasa si una vaca se cae en un pozo…

 

Pero mamá y papá son tolerables, después de todo. Por supuesto que Eduardo dar por sentados su dormitorio limpio, su ropa limpia y planchada, y la deliciosa comida de mamá. Él no tiene paciencia para escuchar las historias de los abuelos acerca de sus padres, que se escaparon del Holocausto. Él aborrece tener que separarse de su plasma de 42 pulgadas aunque sea durante media hora cuando sus papás lo obligan a sentarse a la mesa familiar cuando los abuelos vienen de visita, una vez a la semana. A Eduardo no le importa un comino que su bisabuelo fue descendiente de Rabí Akiva Eiger y que su tatarabuela era bisnieta del Jatam Sofer.

 

 

Eduardo es judío, pero quiere divorciarse de la Torá, de la tradición, del Shabat y de la kashrut. No logra entender por qué mamá y papá son tan anticuados.

 

A Eduardo le encantan las pantallas, no importa el tamaño que tengan. Los libros son algo obsoleto: su Tablet de cuarta generación es capaz de almacenar con facilidad 6000 libros, como una biblioteca portátil. ¿Quién compra libros, hoy en día?

 

Lo que Eduardo no entiende es que si bien su Tablet puede almacenar todos esos libros, los tatarabuelos Rabí Akiva Eiger y el Jatam Sofer tenían cerebros que almacenaban la misma cantidad de libros, pero libros sagrados. Y ellos consagraron sus vidas a esos libros sagrados.

 

¿Qué hay detrás de todo el brillo de la LCD y la pantalla plasma de 42 pulgadas que te hace sentir que estás ahí mismo en el campo de juego? ¿Y por qué ninguna Guemará o libro sagrado logra superarlos? La respuesta es muy simple. Es que la pantalla es el Amalek de hoy en día, y es mucho más sutil, más poderosa y más letal que el Amalek de antaño. Eduardo, al igual que tantos otros jóvenes y adultos, no tiene ningún poder ante ese Amalek de aspecto tan inocente. Pero mientras que la tradición nos conecta en una cadena inquebrantable hasta Moisés en el Monte Sinaí, el Amalek LCD nos corta de toda tradición.

 

Tanto la tradición como Amalek tienen libros. La diferencia es que los manuales software de Amalek se vuelven obsoletos al cabo de unos meses. Por el contrario, la tradición de la Torá jamás pasa de moda y es la mantiene al pueblo judío con vida.

 

Existe una sola manera de luchar contra Amalek LCD. Mamá y papá, si bien son gente muy simpática que come kasher y observa el Shabat, jamás le dieron a Eduardo el arma para protegerse contra Amalek. Esa arma es la emuná. Sin ella, uno no puede entender para qué necesita la Torá y las mitzvot en el siglo veintiuno.

 

Con emuná, no sólo estamos protegiendo a nuestros hijos y a nosotros mismos sino que también estamos borrando la memoria de Amalek. Si bien la Guemará no puede derrotar a la pantalla, la emuná sí puede. La emuná es la que permite que el hombre tome una Guemará y que la mujer se vista con recato. La emuná es el fin de Amalek.

 

Feliz Purim!

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