El Banquete del Águila

El águila, monarca indiscutido del reino aviar, quiso hacer alarde de su magnanimidad ante todos sus súbditos, las aves del reino.

3 Tiempo de lectura

Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Lo que tiene de bueno de rezar todos juntos en Rosh Hashaná es que se nos juzga a todos juntos, como un grupo, no como individuos. Y es mucho más fácil ser juzgados en forma favorable cuando estamos todos juntos, como un solo pueblo. Es por eso que rezamos en la plegaria de Musaf en las Altas Festividades, diciendo: “ve-iaasú kulam agudá ajat– y que todos seamos como un grupo cohesivo”. Pero no basta con estar todos juntos en un mismo grupo. Treinta mil fans en el Estadio Monumental de River Plate también se consideran a sí mismos un grupo cohesivo, alentando todos juntos a su equipo favorito, pero por eso después aclaramos en la plegaria: “laasot retzonjá belevav shalem – para cumplir con Tu voluntad de todo corazón”.

¿Qué significa servir a Hashem de todo corazón? Permítanme explicar este concepto con una bellísima parábola que me contó mi amigo Rabí Simja Hakohen Sitner de Ashdod:

El águila, monarca indiscutido del reino aviar, quiso hacer alarde de su magnanimidad ante todos sus súbditos, las aves del reino. Y así fue como decidió organizar un gran banquete, asegurándose de enviar una invitación especial a cada amigo alado, desde el más grande hasta el más pequeño. El banquete se organizó prestando atención hasta al más mínimo detalle, y en especial los asientos y la comida.  

Sentado en el sitial de honor a la cabeza de la mesa estaba el rey Águila. A su derecha se encontraba uno de los más grandes héroes, el halcón dorado. A su izquierda se encontraba el director de la guardia del palacio, una gigante avestruz. Cada ave se encontraba ubicada por orden de jerarquía y esplendor: las más bellas estaban más cerca del rey y las más mundanas, más lejos del rey. No faltaba nadie. Había pavos reales, bellísimos faisanes, gallinas de Guinea, gallos polacos, loros muy elocuentes, flamencos, pelícanos, gaviotas, magníficas garzas, cacatúas, colibríes, picaflores, correcaminos, buitres de montaña y Martín pescador. A la derecha y a la izquierda de la mesa había toda clase de pájaros, de todos los tamaños y todos los colores. A los costados de la sala había tribunas para los pájaros más comunes, como por ejemplo, las palomas, los gorriones, los zorzales, los cuervos, los pinzones y los estorninos. Vencejos y golondrinas volaban de acá para allá en el gran banquete real, con gran emoción. Este era un banquete aviar sin precedentes en la historia!

De repente, un gorrioncito de las tribunas más alejadas empezó a batir las alas y con aparente descaro fue volando directamente a la cabecera de la mesa y le susurró unas palabras al oído del rey águila. Todas las aves batieron sus alas y trinaron emocionadas. Nadie entendía lo que estaba sucediendo. Con un solo golpe de su ala, el águila podía derribar al gorrioncito hasta el día del juicio final…

Una vez que el gorrioncito dejó de susurrar, el águila se estremeció. De inmediato le pidió al halcón que se corriera un poco y le dejara lugar al gorrión. Y este se apostó justo al lado del rey!

¿Qué fue lo que dijo el gorrión? ¿Cómo fue que convenció al águila de que lo dejara sentarse en un sitial de honor?

El gorrioncito dijo así: “Su majestad, ¿acaso sabes dónde está mi nido? Está justo encima del Sagrado Templo de Jerusalén. Cuando tengo ganas, voy volando al altar y como las miguitas de la ofrenda vegetal de los Kohanim. Cuando tengo sed, bebo de las libaciones. Así que, como verás, soy un pájaro de extraordinaria santidad…”.

Cuando todos en la tribuna se enteraron de las palabras del gorrión, una palomita batió las alas indignada e intrépidamente fue volando a la cabecera de la mesa. “Su majestad”, protestó, “¿este gorrioncito se considera ‘sagrado’? ¿Debido a que come miguitas? ¡Su majestad, mi sangre está en el altar sagrado!”.

La paloma tenía razón. Siendo uno de los pájaros ritualmente puros, la paloma es un sacrificio digno, un pájaro que sirve al verdadero Rey, a Hashem, con todo su corazón, y hasta con su vida.

***

Mucha gente viaja a Uman para Rosh Hashaná. Ellos también “comen las miguitas” sagradas del Rebe, y participan en la congregación de Uman, en las emocionantes plegarias del Kloyz, y en el servicio de Tashlij. Pero hay algunas personas que hacen aún más que comer las “miguitas”, y que con absoluta devoción y total dedicación de su tiempo, su dinero y su esfuerzo, difunden las sagradas enseñanzas de Emuná de Rabí Najman durante todo el año. Ellos dan de su propia sangre para el altar del judaísmo, acercando a la gente a Hashem. Estos son los héroes olvidados que merecen sentarse a la mesa del Rebe. Esto es lo que significa servir a Hashem de todo corazón.

Que todos sean inscriptos en el Libro de la Vida para un maravilloso Nuevo Año. Amén!

 

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario