Amor al Prójimo

La redención de Egipto hace más de 3.300 años sólo liberó al Pueblo Judío de la cultura egipcia. Ellos habían obtenido la libertad, pero todavía no habían obtenido dirección…

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Rabino Ezriel Tauber

Posteado en 15.09.22

La redención de Egipto hace más de 3.300 años sólo liberó al Pueblo Judío de la cultura egipcia. Ellos habían obtenido la libertad, pero todavía no habían obtenido dirección…

Amor al prójimo

La redención de Mitzraim (Egipto) hace más de 3.300 años sólo liberó al Pueblo Judío de la cultura egipcia. Ellos habían obtenido la libertad, pero todavía no habían obtenido dirección. Recién cuando recibieron la Torá -la “instrucción ” de cómo vivir la vida- cincuenta días más tarde en el primer Shavuot, se les dio la capacidad de utilizar significativamente su libertad.

Los días intermedios entre Pésaj y Shavuot son importantes en sí mismos:
“Y contarán para ustedes -(empezando) el día después de Shabat, desde el día que trajeron la ofrenda del Omer- siete Shabatot hasta el día después del séptimo Shabat, cincuenta días contarán” (Números 23:15-16).

La Torá nos ordena contar cada uno de los días entre Pésaj y Shavuot, cuarenta y nueve días consecutivos, empezando por el dieciséis de Nisán -el día después de la primera noche de Pésaj- hasta el Yom Tov de Shavuot. Estos días son observados a través del Precepto de Sefirat HaOmer, la cuenta del Omer.

Debemos recordar que a medida que contamos el Omer cada noche, no estamos conmemorando solamente un período de tiempo que ocurrió hace miles de años, sino que estamos experimentándolo y viviéndolo nuevamente ahora. En otras palabras, si en Pésaj nosotros personalmente salimos de Mitzraim, ahora estamos contando los días cuando estaremos parados junto al Monte Sinaí para recibir la Torá.

Cada individuo tiene que trabajar consigo mismo a fin de entender qué es lo que significa prepararse para recibir la Torá, porque una vez que entendamos qué estamos haciendo, podremos experimentar todo el placer que ello implica. De esa  manera, la vida se vuelve más rica, la rutina diaria se vuelve más significativa y nuestros problemas, más fáciles de afrontar. Por lo tanto, si no por otra razón, nos debemos a nosotros mismos el entender qué significa recibir la Torá -para comprender el significado de Sefirat HaOmer.

Ahavat Israel

El Judaísmo consiste en tres principios fundamentales: HaShem, Israel (el judío), y la Torá. Cada uno de éstos corresponde a Pésaj, Sefirá y Shavuot, respectivamente.

Pésaj corresponde a HaShem. A pesar de que HaShem designa ángeles y otros intermediarios para llevar a cabo Su voluntad en la Tierra, en Pésaj, Él manifestó Su voluntad sin el uso de intermediarios.

Tal como enseña la Hagadá, el éxodo de Mitzraim, culminando con la muerte de los primogénitos y la partición del Mar Rojo, fue algo efectuado directamente por HaShem. Esto hizo que el grado de intervención Divina fuera categóricamente diferente a cualquier otro milagro. Y así es como Pésaj es paralelo a HaShem.

Obviamente, Shavuot es paralelo a la Torá. En Shavuot recibimos la Torá. Cuando HaShem nos habló y dijo los primeros dos de los diez mandamientos, todo judío -los millones que estaban parados junto al Monte Sinaí- escucharon Su voz en forma directa. Los seiscientos trece preceptos en su totalidad están insinuados en los diez mandamientos y los diez mandamientos están contenidos dentro del primer mandamiento. Por lo tanto, todo aquél que escuchó los primeros dos mandamientos, escuchó la Torá entera.

Finalmente, los días de la sefirá tienen paralelo con Israel (el judío). Paradójicamente, estos días son días de luto, en que se aplican distintas restricciones que se suelen aplicar a las personas de luto, tales como no escuchar música, afeitarse, cortarse el pelo, escuchar música, etc. La paradoja real es que es un período de luto por los veinticuatro mil discípulos de Rabi Akiba que murieron durante estos días porque no se trataban unos a otros con respeto. Esto es todavía más desconcertante, ya que estudiamos que Rabi Akiba dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” -éste es el gran principio de la Torá (Sifrá, Parshat Kedoshim).

De acuerdo con Rabi Akiba, de los tres grandes principios del Judaísmo – HaShem, Torá e Israel- amar al prójimo de Israel es el más importante. Si es así, ¿cómo pudieron sus discípulos, de entre todo el pueblo, morir porque no se trataban el uno al otro con suficiente respeto?

¿Por qué es tan difícil amar al otro?

Después de que HaShem dio la Torá en el Monte Sinaí, Él instruyó a Moshé (Moisés) que le dijera al pueblo: “Regresen a sus tiendas” El Rebe de Kotzk explica que Moshé les dijo en efecto: Ahora que ya poseen esta gran experiencia espiritual, vamos a ver cómo la traducen en sus relaciones diarias con los miembros de su familia y sus vecinos.

Con frecuencia encontramos personas que rezan con gran sentimiento, que se dejan llevar en el viaje emocional de arrojarle sus cargas a HaShem. Y eso es bueno. En forma similar, conocemos personas cuya dedicación al estudio de la Torá es realmente inspiradora. Sin embargo, ¿cómo sabemos si tales personas actúan por motivos puros o para sí mismos? La plegaria y la Torá pueden verse como experiencias que satisfacen a la persona misma. Todos nosotros nacimos con cierta tendencia espiritual. Quizá es sólo para satisfacer esta tendencia interna que actúan así. 

En contraste, a pesar de que algunas personas tienen inclinación natural a ayudar a otros, amar al prójimo como a uno mismo requiere reorientar la preocupación inherente por uno mismo y dirigirla hacia el otro. Así, únicamente cuando una persona espiritual o un gran Sabio de la Torá hace muestras de Ahavat Israel, amar al prójimo judío, está demostrando realmente que su devoción al rezo y/o a la Torá son verdaderamente desinteresados. Si estas personas le dan al prójimo judío, entonces sus rezos y su Torá son una forma de darle a HaShem, no una forma discreta de darse a sí mismos, es decir, de satisfacer sus propias tendencias personales.

Por esta razón, los días de la  sefirá juegan un papel vital en nuestra experiencia de recibir la Torá en la época de Shavuot. El requisito previo para recibir la Torá es pararse al pie del Monte Sinaí como “un solo hombre con un solo corazón”. Ahavat Israel, amar al prójimo judío, no es sólo una idea bonita. No es posible ser un recipiente apropiado de Torá, si uno no posee un apropiado Ahavat Israel. Las imperfecciones y los defectos leves, especialmente entre aquéllos que propugnan la Torá, pueden tener efectos devastadores a largo plazo.

Así, no es contradictorio y, ciertamente tampoco coincidencia, que los discípulos de Rabi Akiva murieran durante las semanas de Sefirat HaOmer, porque éste es el lapso en que cobra énfasis el precepto de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Los discípulos de Rabi Akiva tenían que ser mejores que el promedio, especialmente en sus relaciones interpersonales. Y en verdad lo eran – sin embargo, no lo suficiente.

Es por esto que cuando nuestros Sabios nos dicen los errores de los discípulos, no dicen que se avergonzaban unos a otros, peleaban unos con otros, o incluso se odiaban unos a otros. Los discípulos de Rabi Akiva simplemente no se tenían suficiente respeto. Como los principales representantes de la Torá en este mundo, no debían tener virtualmente ningún defecto y convertirse literalmente “en un solo hombre con un solo corazón”. Su incapacidad para alcanzar este elevado nivel empañó su capacidad de absorber la Torá y consecuentemente los condujo a su muerte.

El judío en sí mismo

Existe otra explicación más para la falta de respeto de los discípulos que nos sugiere el Rav de Sokachov. Sin embargo, antes de mencionarla, es importante entender una idea antecedente. De hecho, esta idea contiene el mensaje principal que yo deseo transmitir en este ensayo.

Yo creo que la mayoría de nuestros problemas -ya sean problemas individuales, problemas colectivos, problemas caseros, en la sinagoga, en nuestras escuelas, en los negocios o cualquier otra área – resultan de una falta de sensibilidad hacia el Precepto de Ahavat Israel, amar al prójimo judío. Y la causa subyacente a esta insensibilidad es que con mucha frecuencia olvidamos o no reconocemos que el primer judío al que tenemos que amar es a nosotros mismos.

Tú también eres un judío. Si no aprecias quién eres, qué es lo que eres -si no estás orgulloso de ser judío -no puedes amar a otro judío.

Hace muchos años, antes de que Rusia aflojara su control sobre los judíos, se me acercó un político americano que organizaba demostraciones, tales como aquéllas enfrente de las Naciones Unidas en favor de los judíos rusos. El hombre, un judío secular, me preguntó por qué los judíos observantes rara vez participaban en tales demostraciones. “Los judíos están oprimidos en Rusia y ustedes los religiosos no hacen nada para ayudar”, él dijo: “¿Acaso no les importan sus hermanos judíos?”.

“Por supuesto que sí”, le respondí. “Pero creemos en la diplomacia pacífica. Además”, añadí, “ustedes los seculares realmente creen que lo hacen porque les importan sus hermanos judíos?”.

“Por supuesto. ¿Acaso no ve todo lo que hacemos?”.

“Dime algo: ¿Te importa de ti mismo?”.

“¿A qué se refiere?”, preguntó él.

“Tú también eres un judío. ¿Acaso cuidas Shabat, te pones Tefilin, estudias Torá?”.

“No”.

“Entonces eres el judío más desatendido. Dices que te preocupas por los judíos, pero ni siquiera te importa de ti mismo. Estás parado enfrente de las Naciones Unidas por los rusos, pero los días transcurren y el judío dentro de ti permanece oprimido como siempre sin que hagas nada por liberarlo”.

El principio de nuestros problemas generalmente empieza con una falsa definición o mal entendimiento de lo que es Ahavat Israel. Creemos que Ahavat Israel significa preocuparse por los judíos de tierras lejanas. Es fundamental sentir y demostrar preocupación por otros judíos que están en problemas. Sin embargo, ¿qué tan auténtica puede ser tu preocupación por otros, si no estás preocupado primero por ti mismo? Quizá te estás interesando en ellos por motivos ulteriores. El comienzo de todo es amarse a uno mismo y tomar en serio la vida propia.

– Selección extraída del libro “Autoestima” por Ezriel Tauber, Ed. Jerusalem de México –

(Gentileza de www.tora.org.ar) 

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