Comodidad incómoda

Sucot siempre ha sido para mí una de las fiestas más difíciles...

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Pinney Wolman

Posteado en 06.10.22

Sucot siempre ha sido para mí una de las fiestas más difíciles. No me importa construir la sucá; lo que me complica es comer y dormir en la sucá. Empezando con el hecho de tener que sacar media casa afuera para ponerla en la sucá y luego al revés, pasando por los mosquitos y terminando con las abejas, la verdad es que no disfruto mucho a la hora de comer en la sucá. En la sucá no puedo sentarme con los chicos a desayunar en cinco minutos y en lo que se refiere a dormir en la sucá, no cuenten conmigo. No soporto ir de campamento, por los bichos y por la vida silvestre y las incómodas bolsas de dormir. El solo pensar en tener que dormir en la sucá todavía me resulta insoportable. Siempre dije que puedo soportar un día de excursión si a la noche puedo dormir en una habitación de hotel en una cama cómoda y con aire acondicionado.

Así que otra vez llegó Sucot, y yo tratando de disfrutar la mitzvá de la sucá. Siento que tengo que disfrutarla, porque sé lo que es el judaísmo verdadero y porque quiero que mis hijos vean que lo disfruto para que sigan mis pasos. Pero como soy una persona tan fastidiosa, la verdad es que no pude dar el ejemplo…. Perdí la paciencia con los niños, los reté cuando sus propias quejas se volvieron insoportables y me sentí muy incómodo sentado a la mesa tratando de evitar las picaduras de los mosquitos.

Al tercer día de Jol Hamoed finalmente decidí encarar la situación en mi sesión de hitbodedut. Le planteé a Hashem la misma pregunta que siempre plantea mi mala inclinación: nuestros Sabios siempre enseñaron que nos sentamos en la sucá para recordar que solamente debemos depositar nuestra confianza en Hashem. ¿Cómo puedo cumplir con esta directiva si ni siquiera mantienes a los mosquitos lejos de mí? Le pedí a Hashem que por favor me mostrara cómo podía encontrar sentido y alegría en esta festividad, para mi propio crecimiento.

En ese momento, Hashem dirigió mi pensamiento a mi reciente interés en hacer aliá (inmigrar a Israel). Desde que comencé a aprender emuná, pensé que en algún momento voy a querer ir a vivir a Israel. Pero a mi mujer no le gusta la idea de mudarse y yo nunca tuve problema en aceptar eso. Hace poco me pregunté: “¿Por qué no tengo tanto interés en irme a vivir a Israel? ¿Por qué no le insisto a mi mujer para que hagamos aliá?”. Y más específicamente: “¿Qué hace falta para que yo quiera hacer aliá?”. Inmediatamente supe le respuesta: cincuenta millones de dólares. Y la triste verdad es que sé que si me ganara la lotería y no tuviera problemas financieros, le insistiría a mi mujer para que hiciéramos aliá.

Con esta respuesta me di cuenta de que lo que me faltaba era confianza financiera en Hashem. A partir de ese momento Él me ha ayudado a crecer en esa área pero eso lo vamos a dejar para otro artículo. Lo que me sorprendió de esta sesión de hitbodedut de Jol Hamoed fue que me centré en la suma original de dinero que había pronunciado: cincuenta millones de dólares. ¿Y para qué tanto? ¿Con uno o dos millones no alcanza? Hashem me ayudó a darme cuenta de que parte de mi temor tiene que ver con el tema de la calidad de vida. Parte de mí no quiere irse a Israel porque le gusta el materialismo y el alto estándar de vida que disfruto acá en Teaneck. Parte de mí piensa que Hashem me va a ayudar a sobrevivir en Israel y nos va a proporcionar comida, ropa, un lugar donde vivir, etc.

Pero la verdad es que no estoy listo para renunciar a mi nivel de vida de cuatro o cinco estrellas. Y por eso pensé en una suma tan grande de dinero, porque eso me daría la seguridad de que podría vivir en Israel según el estándar de vida al que estoy acostumbrado.

En síntesis: el tema es que no estoy cómodo haciendo la voluntad de Hashem cuando estoy incómodo. Hashem me hizo entender que ese es precisamente el tema de Sucot. La ley judía incluso parece apoyar este punto, porque determina que todo aquel al que le molesta estar en la sucá está absuelto de este precepto. Es como si Hashem nos dijera: “Practica estar fuera de tu zona de confort y cuando ya sea demasiado para ti, vuelve a entrar”.

Le di las gracias a Hashem por esta comprensión y me da gusto informarles que los últimos días de la fiesta los disfruté mucho más, sabiendo que me estaban ayudando a entrenarme para alcanzar un nivel superior en el servicio de Hashem.

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