Restart espiritual

Una vez que llega Sucot, significa que ha llegado el otoño. Llegan nubes ligeras, tal vez algunas gotas de lluvia

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Tzipora Barabi

Posteado en 30.09.20

Desde Rosh Jodesh Elul hasta Yom Kipur, todos nos volvemos tan indulgentes y tan simpáticos con las personas que nos rodean. Pero, ¿qué pasa al día siguiente? Ahí es cuando tenemos que hacer restart y empezar de nuevo.

 

En la víspera de Yom Kipur, las redes sociales están llenas de maravillosos mensajes de inspiración, de amor y de perdón. Este día tan especial llega solo una vez al año y todos aprovechan la oportunidad.

 

Pero, ¿qué pasa al día siguiente?

 

Nos deprimimos y nos entristecemos.

 

¡Ahí es cuando tenemos que hacer restart, empezar de nuevo!

 

Desde Rosh Jodesh Elul hasta Yom Kipur, todos nos volvemos tan dulces, tan agradables y tan comprensivos que casi estamos irreconocibles. En Yom Kipur el alma alcanza una altura tan increíble que la falta de comida no nos molesta en absoluto. Al contrario, el hecho de no comer nos fortalece y nos ayuda a conectarnos con nuestros intensos anhelos espirituales.

 

Este ascenso espiritual continúa hasta que llega Sucot.

 

Una vez que llega Sucot, significa que ha llegado el otoño. Llegan nubes ligeras, tal vez algunas gotas de lluvia. Quizás bastante más que unas cuantas gotas. El corazón también se pone nublado. Estamos rodeados por pensamientos y juicios.

 

Una vez que se acerca Sucot, después de haber hecho un examen de conciencia profundo y completo en Rosh Hashaná y Yom Kipur, después de habernos preparado para un nuevo comienzo, entramos en una nueva zona. Mientras ajustamos la tela de la sucá y colocamos las decoraciones, juzgamos a nuestros amigos y conocidos y de repente comenzamos a preguntarnos: "Espera un minuto, ¿por qué exactamente los perdoné?"

 

¡No, no tenemos ningún deseo de perdonarlos por lo que nos hicieron!

 

¡No tenemos la obligación de perdonarlos!

 

Y entonces nos sentamos y meditamos, contando las razones por las que no estamos obligados a perdonar a nadie.

 

Ella habló mal de mí.

 

Ella me humilló.

 

Eh, ni siquiera me pidió perdón…

 

Ella me odia.

 

Ella sabe lo mucho que sufrí y ni siquiera le importa …

 

Y así, nos sentamos y “regurgitamos” todas las justificaciones para no concederle el perdón a nadie.

 

Nos sentimos justificados, pero al mismo tiempo tristes y muy frustrados.

 

Miramos a nuestro alrededor, a la sucá, lista para ser ensamblada. Y las decoraciones, listas para colgar.

 

Y entonces miramos dentro del corazón.

 

El corazón se llena de nubes. El cielo está tan nublado.

 

Qué bueno que tenemos la sucá. Una sucá que nos protege, que nos esconde, que oculta nuestra pequeñez. Dejamos atrás nuestro materialismo tan familiar y entramos en esta morada temporal, esta vivienda hecha de hojas y adornos de papel. Es temporal, frágil y no está adherida casi al suelo. Igual que la vida.

 

 

Es importante que recordemos la esencia de Yom Kipur cuando perdemos el camino. Que recordemos ese día más santo del año, ese día de amor ese día de perdón; ese día de unidad y conexión con todos los judíos, en todas partes. Ese día nos purificamos desde adentro y decidimos firmemente empezar de nuevo.

 

Tenemos que acordarnos de nuestro botón de reinicio.

 

Dentro de las paredes de tela y las decoraciones de papel, dentro de la naturaleza tan temporal de la vida en este mundo, todo lo demás se vuelve pequeño y no tan importante. En las paredes de la sucá, donde nos sentamos un rato antes de volver a nuestra rutina familiar, tenemos un hermoso cuadro colgado. En él está escrito el siguiente versículo: "Te regocijarás en tus fiestas y serás plenamente feliz".

 

Pulsamos “restart”, recargamos las baterías. Respiramos profundamente y dentro del corazón, el cielo se despeja. Nuestros corazones se llenan de alegría. Estuvo nublado por un momento, pero ya pasó.

 

¡Felices fiestas!

 

 

 

 

 

 

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