Como los Arboles en Invierno

La acacia de las dunas del sur de Israel nos recuerda la letra “shin” en hebreo, que es la primera letra del Sagrado Nombre de Hashem, Sha-dai, a Quien los árboles cantan todo el tiempo. Estos eran los árboles que se utilizaron para construir el Santo Tabernáculo en el desierto. Según la tradición, nuestro antepasado Jacob los plantó antes de descender a Egipto, porque vio en una visión profética que sus descendientes los necesitarían cuando llegara el momento de construir el Mishkán, o el Sagrado Tabernáculo. Como todo lo que crece aquí en la Tierra de Israel, estos árboles poseen una santidad muy especial.

Muchos lectores nos preguntaron por qué el judaísmo necesita un Año Nuevo por separado para los árboles. La respuesta, según la niglá (la Torá revelada), es hay numerosos preceptos de la Torá que tratan de los árboles y el fruto de los árboles en la Santa Tierra de Israel. Por ejemplo, uno no puede comer orlá, que es el fruto del árbol durante sus primeros tres años de vida .Neta revai, o sea, el fruto del cuarto año, debe comerse en Jerusalem. Otras mitzvot de los árboles: trumot, maasrot, maaser rishón, leket, shijajá, peá. La edad del árbol juega un rol muy importante en el cumplimiento de estas mitzvot y esa edad se calcula a partir del nuevo año de los árboles que comienza el 15 del mes hebreo Shevat, fecha que todos conocen como Tu Bi-Shevat.

Dice la Torá (Deuteronomio 20:19): “Porque el hombre es un árbol del campo”. Este es uno de los más grandes secretos de la Torá. Y es también la historia de nuestra vida aquí en Eretz Israel, como veremos a continuación:

Tu Bi Shevat siempre cae en medio del invierno. Los árboles se quedaron sin hojas. Tienen un aspecto quebradizo, débil y nada agradable. Son víctimas de fuertes vientos y de tormentas que amenazan con arrancarlos de raíz. El espectador confiado no va a creer que estas mismas ramas secas y desnudas volverán a florecer y mucho menos, dar frutos. Parecería que el frío y las heladas van a acabar con el pobre árbol…
Hoy en día el pueblo judío en la Tierra de Israel es igual que los árboles en invierno. Ellos también débiles y de mal aspecto, mientras los enemigos de adentro y de afuera los golpean con los fuertes vientos del cese de territorios, influencias foráneas y desdén por la santidad de nuestra tierra y nuestra tradición. No parecería que nuestros bellísimos asentamientos van a poder continuar existiendo, Di-s no lo permita, y mucho menos expandirse. El frío y las heladas de la herejía, el libertinaje, la corrupción y el auto-odio amenazan con poner fin al mundo de la Torá y de los sagrados asentamientos por completo.

Pero esperen un minuto. No hay motivos para desesperarse.

En unas pocas semanas, el tiempo va a ponerse más cálido y la Tierra de Israel florecerá con toda su gloria arbórea. Todo el país emanará una embriagadora fragancia de dunam y más dunam de flores de azahar y huertos de hojas caducas. ¿Alguien sabe qué significa eso?
Como dijimos antes, el hombre es un árbol del campo y en especial en Israel. Es posible que en medio del invierno espiritual tengamos mal aspecto, pero lentamente, gradualmente, la sabia espiritual de la emuná, que es la genuina y absoluta emuná en Hashem, aumentará su flujo en las venas de los hijos de Hashem, a quienes el Rey David comparó con retoños (ver Salmo 128). Más y más gente tiene sed de emuná. Un espíritu creciente de genuino anhelo por aferrarse a Hashem está trayendo cada vez a más gente a los bosques, las arboledas y los huertos, en búsqueda de un medio adecuado donde hablar con Hashem. Los árboles son muy propicios para derramar el alma en plegaria personal. Los árboles son amigos fieles que nunca nos decepcionan.

Pronto, muy pronto, prevalecerá la Emuná en todo el mundo y judíos de todo el planeta anhelarán llegar a casa. Sin dudas, vendrá Mashíaj y la Tierra de Israel, sus hijos pioneros y sus sabios de Torá, florecerán y prosperarán en toda su gloria, desde el Monte Jermón hasta el Mar Rojo y desde el Mediterráneo hasta el Río Jordán. Amén.