La bendición oculta – Parashat Metzorá

A los pocos minutos, un grupo de paramédicos llegaron a la escena del accidente…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

La familia Singer iba viajando en su auto por la vieja ruta de Tel Aviv a Haifa, esperando con ansias el picnic del día de la Independencia de Israel en la montaña Carmel, con vista al Mediterráneo.  Era un magnífico día de sol y ellos tenían pensado pasar todos juntos un lindo día en familia – los padres con los seis hijos.

 

Cuando iban pasando por el pueblito árabe de Faradis, de repente un tractor remolque transportando enormes fardos de paja frenó justo delante del auto de la familia Singer. El Sr. Singer apretó el freno pero era demasiado tarde. Su auto se incrustó en el tractor a toda velocidad. Instantáneamente, la parte delantera del auto quedó hecha un acordeón. Gracias a la moderna tecnología y las bolsas de aire, la familia sufrió una tremenda sacudida pero salió milagrosamente ilesa. Todos… excepto Arale, el hijo de siete años que había sufrido una herida profunda en la mente y estaba inconsciente.

 

A los pocos minutos, como ángeles caídos del Cielo, un grupo de paramédicos de Hatzalá de la cercana ciudad de Zijrón Yaakov llegaron a la escena del accidente. Enseguida tomaron al pequeño Arale y lo llevaron a la sala de urgencias del Hospital Hilel Yafa en Jadera.

 

El resto de la familia Singer se sometió a chequeos de rutina. Fuera de los síntomas normales de post-trauma, no habían sufrido lesiones. El auto, completamente destruido, ya había sido llevado por la policía. No querían pedir un taxi e irse a casa sin Arale. No tenían opción- con una herida en la cabeza, Arale iba a tener que ser admitido en el hospital y sometido a una serie de exámenes médicos. Primero tenía que recobrar la conciencia. El Sr. Singer se fue a casa con los niños y la Sra Singer se quedó en el hospital con Arale.

 

Al día siguiente, llamaron a los padres a una consulta con los jefes de las salas de neurocirugía y oncología. Gracias a la infinita compasión de Hashem, Arale se despertó a la mañana siguiente, con hambre y con sed. Su escáner TAC reveló algo muy sorprendente – un tumor maligno en sus etapas iniciales, en la base del cerebelo justo encima del tronco encefálico.

 

Los padres sufrieron el shock de su vida pero los médicos estaban sonrientes y optimistas, y para nada alterados. Los médicos les explicaron a los padres que una vez que el tumor creciera y afectara el movimiento del niño, dándole tremendos dolores de cabeza, ya iba a ser demasiado tarde. O sea que en realidad los padres habían tenido un tremendo golpe de buena suerte. A esta altura de los acontecimientos, el tumor  podía ser extraído con altas probabilidades de éxito.

 

La historia de la familia Singer es una historia con final feliz. Arale ya festejó su bar mitzva y ahora es un jovencito muy popular que sobresale en sus estudios.

 

De no ser por aquel día de picnic que se transformó en una tragedia, a nadie se le habría ocurrido realizarle a Arale un chequeo neurológico. Y a los pocos meses, Arale se habría quedado inválido. Ciertamente no habría llegado a cumplir nueve años. Pero gracias a la intervención de Hashem, el Sr y la Sra Singer van a poder si Dios quiere bailar en el casamiento de los hijos de Arale…

 

En la sección de la Torá de esta semana, la Torá nos cuenta de un extraño fenómeno – una aflicción leprosa en las paredes de las casas. Físicamente, tenían el aspecto de una mancha de una de moho pero no era causada por una infección ni por hongos. Es una enfermedad espiritual.

 

Cuando Joshua y el pueblo judío conquistaron la Tierra Prometida, fueron a vivir a las casas que habían dejado vacantes los amorreos. Los israelitas no tenían idea de lo que ocultaban las gruesas paredes. Hashem envió una especie de aflicción leprosa a la pared de una casa. De acuerdo con la Torá, el dueño de casa no podía decidir por sí mismo si su mancha era leprosa o no sino que debía convocar a un kohen, a un sacerdote. Si el Kohen la consideraba una mancha leprosa entonces la parte afectada debía ser quitada, eliminada y reemplazada con nuevos ladrillos y argamasa. El dueño de casa hacía un agujero en la pared con una almádena y entonces descubría el tesoro de oro puro!

 

Seamos precisos con el texto de la Torá: “a mí me parece una aflicción”, o sea, en la vida hay muchas cosas que nos parecen malas, pero nuestros ojos humanos no siempre saben discernir la verdad. Tal como ocurrió con el accidente de la familia Singer, lo que a veces parecer ser una aflicción no es más que una bendición oculta de Hashem. Pero cuando tenemos emuná, sabemos que todo lo que hace Hashem es para nuestro propio bien, aunque parezca lo contrario.

 

¡Hashem: eres el Mejor!

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1. Susana

4/15/2019

Pues es necesario contar una historia trágica para poder entender la bendición oculta, porque cuando cuentan historia bonitas no lo creo nunca he tenido algo bonito pero de tanto sufrimiento veo salir el sol para mi me gustan qué cuenten historia reales por que pasan baruj Hashem

2. Susana

4/15/2019

La bendición oculta

Pues es necesario contar una historia trágica para poder entender la bendición oculta, porque cuando cuentan historia bonitas no lo creo nunca he tenido algo bonito pero de tanto sufrimiento veo salir el sol para mi me gustan qué cuenten historia reales por que pasan baruj Hashem

3. Yaneisy

4/14/2019

En uno de los videos del rabino. Nos explica que debemos hacer el trabajo de la volunta. Que si no hacemos este trabajo seguiremos igual. Y la familia singer ante semejante situacion hizo su trabajo y por eso Arale no siguio igual y Hashem amado les dio esta bendicion oculta. Bendecido amado hashem.

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