A La Luz del Shabat – Vaietzé

"Dime, Shimon, ¿me permites hacerte una pregunta?". "¡Claro! ¡Por supuesto!". "¿Tú sabes para que vino la persona al mundo?"...

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Grupo Tora

Posteado en 06.04.21

 Subamos Escalon por Escalon

“Vehiné Sulám Mutzáv Ártza Veroshó Maguía HaShamáima” –
“Y he aquí que una escalera estaba parada en la tierra y su cabeza llega al cielo”…
 
Dos amigos se encuentran camino a la Sinagoga, temprano por la mañana.
-¡Hola Shimon! ¿Cómo estás? ¿Todo bien?
-Moishe, ¡qué gusto verte! ¡Buen día!
Y mientras siguen juntos su camino se entabla una extraña conversación:
-Dime, Shimon, ¿me permites hacerte una pregunta?
-¡Claro! ¡Por supuesto!
-¿Tú sabes para que vino la persona al mundo?
-¿Qué pregunta es esa? Me extraña…
-Sí, sí. Te pido que me respondas. ¿Para qué vino la persona al mundo?
-Para estudiar Torá…, para cumplir Mitzvót…, para hacer favores…
-¿Y qué ganamos con eso?
-¡Epa! ¡Me extraña de ti Moishele! ¿Acaso te estás alejando del camino?
-No, para nada, pero quiero saber tu opinión.
-Cumpliendo la voluntad de HaShem, recibiremos pago por eso en el mundo verdadero.
-¡Aja! Fíjate tú. Bueno, nos vemos. Dice Moishe, dando así por concluida la conversación, y ambos amigos se separan pensativos dirigiéndose cada uno a sus respectivos lugares de plegaria.
Al final del día, nuevamente se encuentran Moishe y Shimon, a la salida del Bet Hakneset, luego de la plegaria de Arvít (vespertina).
-¡Hola Shimon!, ¿recuerdas lo que hablamos esta mañana?, pregunta Moishe, ¿recuerdas mi pregunta?
-¿Otra vez con eso? ¿Quizás te has vuelto loco? ¿O algún problema te ha generado estas dudas? ¿Quieres contarme?
-Este no es simplemente un problema… ¡es una realidad!
-¿De que me estás hablando?
-Recuerdas mi pregunta de esta mañana?, después de nuestra conversación te seguí, y observé tus acto durante todo el día sin que te dieras cuenta: en primer lugar, entraste a la sinagoga a la mitad del servicio, y te fuiste antes que termine la plegaria, se ve que justo hoy tenías algo urgente que hacer… corriste al negocio. Ya allí me pareció escuchar palabras desagradables saliendo de tu boca, pero seguramente entendí mal. Luego te equivocaste al pesar la mercadería que le vendiste a ese señor canoso, tan agradable, y luego con el vuelto de aquella anciana… Al mediodía, cuando saliste a almorzar, sin darte cuenta, justo miraste para otro lado cuando un pobre te estaba pidiendo algunas monedas…Y cuando llegaste a tu casa, no tenías en tu cara una expresión muy feliz al ver a tu familia. Y hace un rato, en clase  de Torá de la noche, te vi cabeceando, seguramente tenías una pregunta de Guemará y fuiste a preguntar al Cielocuál era la respuesta…
No coincide esto con tus respuestas de esta mañana… Por eso te vuelvo a preguntar…
 
 
 
“Vehiné Sulám Mutzáv Ártza Veroshó Maguía HaShamáima…” – “Y he aquí que una escalera estaba parada en la tierra y su cabeza llega al cielo… y los ángeles subían y bajaban en él”.
Explicaron los Sabios: Y soñó, y he aquí – él mismo – se compara aquí a una escalera. Una escalera cuya base estaba en la tierra, y su cabeza llegaba al cielo. Y he aquí que Ángeles de Di-ssubían y bajaban en él – en Yaacob Avinu (nuestro Patriarca), y en toda persona. El que hace una Mitzvá (Precepto) adquiere un abogado defensor. Estos son los ángelesque suben a la persona hasta las alturas. E inversamente cuando comete un error.
 
La persona es como una escalera. Está formada por muchos escalones… un sin fin de escalas… tiene la posibilidad de elevarse hasta lo más alto, llegando a alturas inimaginables, o lo contrario. De la misma forma, el servicio a HaShem es como una escalera.
 
Existen distintas maneras de subir, por escaleras manuales, mecánicas…, pero para elevarnos espiritualmente, debemos elegir la escalera mecánica que baja y por ella tenemos que subir, porque cuando se trata del servicio a HaShem, no podemos subir y descansar en la mitad como en una escalera manual, porque si nos detenemos, desaparecen los escalones y se transforma en un tobogán…
 
Por eso debemos tener en cuenta que no debemos detenernos en nuestro ascenso, y para evitar riesgos, debemos subir peldaño por peldaño, porque si queremos subir muchos escalones de una vez, Jas Veshalom, podemos caer. Subamos lentamente pero subamos, y no nos conformemos con conocer la teoría, esforcémonos por incorporar en nosotros cada enseñanza de Torá, para que Quien nos observa no tenga dudas que sabemos a que vinimos a este mundo.
 
Una persona, residente de la ciudad de Jerusalén, debía tratar un tema personal y muy delicado con un amigo. Debido a la importancia del asunto, la conversación debía quedar en el más absoluto de los secretos. Luego de descartar varios lugares, por un motivo u otro, llegaron a la conclusión que el sitio más adecuado sería la biblioteca de la Yeshivádonde estudiaba y daba clases uno de ellos, ya que en ese horario generalmente no había nadie.
Allí se dirigieron, y una vez dentro, luego de asegurarse que estaban solos, cerraron la puerta, y abordaron directamente el tema que los preocupaba…
 
 
Había pasado poco más de media hora, ambos amigos conversaban distendidamente, sin siquiera sospechar que alguien podría estar escuchándolos, cuando de repente escucharon un murmullo que venia del fondo de la biblioteca. Se trataba de un lugar muy grande, y obviamente no se percataron que en uno de los extremos del salón había un Bajur Ieshiba estudiando…
 
En cuestión de segundos, como impulsados por un resorte, ambas personas se pararon y salieron corriendo del lugar. Sospechando que este chico podía haber escuchado lo que hablaban, y para poder evaluar los daños que esto pudiera provocarle, comenzaron a repasar juntos todo lo dicho del principio al fin.
Cada uno de ellos escarbó en su memoria, que dijo… que no dijo…
 
Nos cuenta uno de ellos: "De repente sentí un estremecimiento, un frío recorrió mi columna vertebral: Después de todo, estábamos frente a un estudiente de Yeshivá, que posiblemente había escuchado cosas que no debía escuchar, ¡¿y por esto, tanto miedo?! ¿Por qué no tengo miedo día a día, hora a hora? ¿Estoy yo seguro que las cosas que saco de mi boca están de acuerdo a la voluntad de HaShem? Seguro y seguro que El escucha cada palabra que nosotros hablamos. Necesité ser sacudido violentamente, para valorar la importancia de las palabras que digo, seguramente si hay algo que nadie debe escuchar, es que no debemos decirlo. A partir de ese momento me comprometí a esforzarme en no hablar ninguna palabra que fuera contra Su voluntad.
 
 
– Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh –
 
(Con la amable autorización de www.Torá.org.ar)

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