Desafiar las leyes de la naturaleza

En contra de su voluntad y de sus deseos, el malvado Bilaam se vio forzado a bendecir a la nación de Israel.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 21.06.21

"Es una nación que habitará en la soledad y no será considerada entre las naciones" (Bamidbar 23:9)

 

En contra de su voluntad y de sus deseos, el malvado Bilaam se vio forzado a bendecir a la nación de Israel. Por supuesto, Bilaam pretendía darles una maldición; él quería que los judíos fueran considerados parias y que nunca fueran aceptados por ninguna sociedad. Los judíos no creyentes, a lo largo de la historia, han tratado de anular la intención de Bilaam asimilándose y tratando de ser aceptados a la fuerza por las demás naciones. Sin embargo, a lo largo de la historia judía, la más mínima desviación de la Torá y de los valores de la Torá -por no hablar de la asimilación total- siempre ha conducido a la tragedia.

 

Afortunadamente, Hashem extrae una maravillosa bendición para el pueblo judío de las venenosas palabras de Bilaam. Nada es mejor para el pueblo judío que habitar en la santidad y la soledad, sin la contaminación espiritual de las influencias externas. En su interpretación clásica de la Hagadá de Pésaj, el gran Abarbanel escribe que, además de que nuestro pueblo conservó su vestimenta, idioma y nombres tradicionales en Egipto, en virtud del asentamiento judío separado en la zona de Goshen de Egipto, no hubo ni un solo caso de asimilación y, por lo tanto, los judíos fueron redimidos de la esclavitud.

 

 

La aparente maldición de Bilaam es también una bendición a un nivel mucho más profundo, con importantes ramificaciones espirituales. Dice que Israel "no será considerado entre las naciones". Rashi interpreta que Israel tiene una cuenta totalmente separada de las naciones del mundo. El Zohar y el Midrash dicen que Israel existe en un plano espiritual totalmente diferente al de las demás naciones. Mientras que las otras naciones reciben su abundancia por medio de una exhaustiva jerarquía de mensajeros que se revisten de naturaleza, Hashem se encarga en forma personal y directa del pueblo judío, especialmente de aquellos que habitan en la Tierra de Israel.

 

 

Nuestros Sabios nos enseñan que mientras las naciones del mundo están subyugadas a las leyes de la naturaleza, Israel -el pueblo elegido por Hashem- no lo está, a condición de que observe Sus mandamientos y dedique su vida a la Torá y a la plegaria. Dado que la Torá y la plegaria están por encima de la naturaleza, quienes se aferran a ellas también desafían a la naturaleza.

 

 

Rabi Najman de Breslev enseña (Likutei Moharan I:216) que nuestras plegarias nos elevan más allá de las limitaciones de la naturaleza y pueden alterarla.

 

Por ejemplo, según las leyes de la naturaleza, el mercado de trabajo podría ser muy limitado, la economía sería recesiva, y no habría oportunidades de empleo. Ninguna de estas limitaciones naturales significa nada para Hashem. Por lo tanto, cuando la gente reza, Hashem puede arreglar para ellos cualquier cantidad de trabajos adecuados; si Hashem así lo desea, puede enviarles su sustento sin que siquiera trabajen.

 

 

A la luz de la enseñanza anterior de Rabi Najman, una persona tendría que ser un necio para adular a un empleador o subyugarse a la carne y la sangre o a las leyes de la naturaleza en sus esfuerzos por llevar el pan a casa. La plegaria y la emuná desafían las leyes de la naturaleza y les permiten a los hijos del Rey -el pueblo judío- comer directamente de Su bendita mano,

 

Que el pueblo de Israel regrese pronto de su exilio a su verdadero hogar en el palacio del Rey – el reconstruido santo Beis Hamikdash en Jerusalén, rápidamente y en nuestros días, am

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