Destellos – Balak

Bilaam le dijo a Balak: "Constrúyeme siete altares aquí y prepárame aquí siete toros y siete carneros. Balak hizo lo que le había indicado Bilaam" (Bamidbar 23:1-2)

Rav Yehudah dijo en nombre de Rav: La persona siempre debe dedicarse a la Torá y las mitzvot, incluso si no es por razones altruistas, ya que esto finalmente lo llevará a hacerlo por las razones adecuadas. Por ejemplo, la recompensa por los 42 sacrificios que realizó Balak, rey de Moab, fue que mereció tener una descendiente como Ruth, de quien surgió el Rey Salomón, acerca de quien está escrito: “Salomón ofrendó mil ofrendas ígneas en el altar” (Reyes 1:3-4) – Sotá 47ª.

Esta declaración es muy significativa por dos motivos. En primer lugar, ¿acaso no hay mejores ejemplos de judíos que realmente estudiaron Torá y cumplieron mitzvot sin la intención adecuada, y que luego cambiaron y estudiaron Torá por los motivos adecuados? En segundo lugar, Balak estaba ofreciendo sacrificios a fin de poner a Dios en contra del pueblo judío; ¿acaso esto debería conferirle el mérito de tener una descendiente que luego se convertiría en una justa que se convirtió al judaísmo, y Shlomo HaMelech, que luego construiría el Templo?

¿Acaso esto habría sido un mérito a los ojos de Balak?

La respuesta a esta pregunta se puede encontrar en una comparación de Balak con Bilaam. La parashá comienza diciéndonos:

Balak, hijo de Tzipor, vio todo lo que el pueblo judío les hizo a los amorreos. Moab tenía mucho miedo porque el pueblo era numeroso … (Bamidbar 22: 2)

Él [Balak] no tenía realmente derecho al reino, siendo, en realidad, un príncipe midianita. Sin embargo, al morir Sijón y Og [a manos del pueblo judío], ellos [los moabitas] lo nombraron rey. (Rashi)

En otras palabras, Balak, que desempeñó un papel tan terrible en todo el complot para maldecir al pueblo judío, lo hizo porque le preocupaba el bienestar de los moabitas, y quizás también por él mismo. La existencia del pueblo judío tal vez no le habría molestado si aquel simplemente hubiera vivido en otro lugar donde no pudieran causarle daño ni a él ni a los demás pueblos circundantes.

No ocurrió lo mismo con Bilaam, a quien le molestaba la existencia misma de la nación judía. ¿Cómo sabemos esto? Porque en Egipto, cuando el Faraón estaba tratando de decidir el mejor curso de acción para enfrentar la "amenaza judía", fue Bilaam quien le aconsejó que los aniquilara. Yitro (futuro suegro de Moshe) le había aconsejado al Faraón que no les hiciera nada, advirtiéndole que cualquier plan malvado algún día se volvería en su contra; por su parte, Job, el tercer asesor de Faraón, simplemente se abstuvo de emitir ningún voto (Shemot Rabá 1:31). Vemos entonces que Bilaam estaba empeñado en destruir al pueblo judío.

Es por eso que, en relación con Bilaam, quien también hizo ofrendas a Dios, no se menciona ninguna recompensa. De hecho, el Talmud habla de su horrible castigo, medida por medida, por el pecado que les hizo cometer a los judíos (Gittin 57a). Nada bueno pudo haber salido de los sacrificios de Bilaam, ya que su odio hacia el pueblo judío y, por lo tanto, a Dios mismo, era intrínseco a su esencia.

Sin embargo, el hecho mismo de que Ruth proviniera de Balak indica que todavía le quedaba una chispa de santidad que podría ser extraída eventualmente y utilizada para bien. Pero solo lo suficiente como para crear a Ruth, y nada más. Y después de que ella se fue de Moab y se convirtió en parte del pueblo judío, fue su descendiente, el Rey David, quien finalmente comenzó a acabar con el propio Moab.

Y si una persona no judía, a quien no se le ordenó que cumpla mitzvot, es capaz de contribuir tanto a la redención futura del pueblo judío, entonces ¿cuánto más puede contribuir un judío al que se le ordena vivir según la Torá? Si Balak no hubiera estado tan encerrado en la falsedad y el egoísmo, tal vez podría haber notado la bondad que tenía dentro de él, y la habría usado en forma consciente en la dirección correcta.