El camino a la lucidez – Vaiera

Siempre que doy charlas, la gente se me acerca para pedirme una bendición. ¿Cuál creen ustedes que es la bendición que más pide la gente? ¿Salud? ¿Sustento? No.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 08.11.21

Siempre que doy charlas, la gente se me acerca para pedirme una bendición. ¿Cuál creen ustedes que es la bendición que más pide la gente? ¿Salud? ¿Sustento? No. Esas son la segunda y la tercera en orden. La primera es lucidez. No hay ni un solo joven o familia que busque pareja que no pida lucidez.

 

En los hogares jasídicos tradicionales, en los que los padres se ocupan de buscar pareja a sus hijos, son los padres mismos los que piden lucidez. Y cuando son los jóvenes mismos los que buscan pareja, ellos son los que piden lucidez. Sea como fuere, la lucidez es un producto de gran demanda.

 

Hoy en día a la gente le cuesta mucho tomar decisiones, y en especial buenas decisiones. Cada vez más oigo noticias alarmantes de matrimonios en la comunidad observante que se disolvieron en cuestión de semanas después de la ceremonia nupcial. ¿Qué pasó? ¿Por qué la gente no sabe tomar decisiones como corresponde? A pesar de todas las investigaciones y consultas que se hacen en los shidujim, los porcentajes de divorcios aumentan en forma inusitada, ¿Por qué? A partir de mi experiencia, la respuesta es que la gente está en un estado de confusión y es incapaz de tomar decisiones acertadas. En una palabra: les falta lucidez. No saben qué es lo mejor para ellos.

 

El Abarbanel, en su increíble análisis de la parashá de la Torá de esta semana, explica que Hagar no logró superar el insulto de que Abraham la echara. Su ego inflado la había hecho fantasear que ella era la dueña de casa y que Sara era la sirvienta, cuando en realidad era al revés. Enojada con Abraham, ella dejó al hijo que ella había tenido con él, Ishmael, bajo un arbusto, lamentándose su “mala” suerte y llorando profusamente. No le quedaba más agua y su hijo estaba a punto de morir de sed en el desierto. En realidad, a ella no le importaba, porque ella quería vengarse de Abraham.

 

Mientras lloraba, continúa explicando Abarbanel, ella pensó brevemente: “¿Qué es lo que Hashem quiere de mí?”. En ese momento, Hashem le abrió los ojos y le permitió ver un pozo de agua. Abarbanel enfatiza que ni Hagar ni Ishmael eran dignos de un milagro. Hashem no creó un pozo en ese momento sino que siempre había estado allí. La lección que aquí aprendemos es una gran revelación para cada uno de nosotros.

 

“Y el Eterno le abrió los ojos y ella vio el pozo de agua…” (Génesis 21:19).

 

¿Cómo podemos hacer para tener el mérito de que Hashem nos abra los ojos? ¿Cómo podemos tomar buenas decisiones y obtener lucidez? ¿Qué tenemos que hacer para ver lo que es obvio antes del casamiento, en vez de lamentarnos después?

 

En la búsqueda de pareja, de carrera, etc, lo que tenemos que hacer es pedirle a Hashem qué es lo que espera de nosotros; no qué es lo que nosotros preferimos, sino qué es lo que Él prefiere.

 

¿Por qué no hacemos eso? Porque nuestros deseos físicos se nos interponen en el camino. Ellos son los que deciden cuál será nuestro próximo paso. Y para dar algunos ejemplos:

 

  • La gente busca linaje de sangre azul en vez de buscar buenos rasgos de carácter
  • La gente busca dinero en vez de buscar emuná y un buen corazón
  • La gente busca buen aspecto en vez de buscar buen carácter y un buen corazón

 

Entonces qué hacemos?

 

El Rav Arush escribe en su libro En el Jardín de los Milagros:

 

“En el momento en que la persona empieza a vivir con emuná y busca la guía de Hashem, pidiéndole que lo-la ayude a encontrar el camino rumbo a la verdad objetiva y la lucidez, de repente descubre un nuevo mundo. Ve cosas a las que nunca les había prestado atención antes. Todo se transforma en un bello canal para acercarse a Hashem. De pronto, la vida se vuelve maravillosa”.

 

Lo único que tiene que hacer la persona es dejar a un lado su intelecto y su lógica y volverse a Hashem en plegaria:

 

“Hashem, Tú sabes lo que es mejor para mí y lo que necesito para lograr la rectificación de mi alma. Guíame por el camino que deseas para mí, y no necesariamente el que yo deseo, pues mi subjetividad me aleja de Tu verdad, que es la verdad absoluta. Dame la emuná de que todo está bajo Tu control y que no hay errores en Tu Supervisión Divina. Permítame internalizar Tus deseos y hacerlos míos y acercarme a Ti”.

 

Oren de esta manera treinta minutos por día durante treinta días consecutivos y muy pronto van a encontrar pareja. Amén!

 

 

 

 

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1. Isabel

11/17/2016

Excelente artículo

Muchas gracias por encender una luz sobre lo que es realmente importante.

2. Isabel

11/17/2016

Muchas gracias por encender una luz sobre lo que es realmente importante.

Gracias por tu respuesta

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