La torre caída – Parashat Noaj

Originalmente había un solo idioma y todos podían comunicarse fácilmente entre sí. Pero entonces la gente pecó al construir la torre.

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Rabino Tzvi Meir Cohn

Posteado en 18.10.20

 

"¡Vamos, construyámonos una ciudad con una torre cuya cima esté en los cielos! Dios descendió [para castigar a los malvados] para ver la ciudad y la torre que habían construido los descendientes de Adán. Desde ese lugar, Dios los esparció por toda la faz de la tierra, y dejaron de construir la ciudad. Él [Dios] la llamó [la ciudad] Babel porque este era el lugar donde Dios confundió los idiomas del mundo” (Bereshit 11:1-9)

 

Originalmente había un solo idioma y todos podían comunicarse fácilmente entre sí. Pero entonces la gente pecó al construir la torre. La torre era tan alta que, incluso después de su destrucción, quedó en pie un tercio de la torre original, que era tan alto que una persona podía caminar tres días y aún estar a su sombra.

 

Había tres grupos de constructores: un grupo, que quería vivir en la torre en caso de otro Diluvio; otro grupo, que quería adorar ídolos en la torre; y el tercer grupo, que quería librar guerra contra Dios. Estos tres grupos de personas fueron castigados siendo separados en setenta naciones, cada una con un idioma completamente diferente. La razón por la que los constructores no fueron castigados con mayor severidad es que ellos, al menos, estaban unidos entre sí, independientemente de que fueran malvados.

 

* * *

 

Una vez, el Baal Shem Tov estaba de pie rezando el Shemona Esre (Amidá) durante mucho tiempo. Después de que pasó un largo rato, un grupo de sus jasidim más cercanos empezaron a cometnar en voz baja entre sí: "Nunca vi al rabino rezando tanto tiempo". Después de que pasó más tiempo, el grupo de jasidim se cansó de esperar y se fueron de la sinagoga en silencio y en silencio. Pasó aproximadamente una hora y entonces los jasidim comenzaron a regresar silenciosamente a la sinagoga, donde encontraron al Baal Shem Tov todavía de pie rezando. Después de que pasó un rato, el Baal Shem Tov retrocedió tres pasos y terminó la Amidá.

 

Entonces los discípulos le preguntaron: "Rebe, nunca lo habíamos visto rezar tanto tiempo. ¿Es por algún motivo en especial?"

 

Respondió el Baal Shem Tov. "En realidad, había un asunto muy importante del que me estaba ocupando en los mundos espirituales. Al principio, todo iba sin problemas. Pero a medida que fue pasando el tiempo y todos ustedes comenzaron a irse, no pude lograr mi cometido. Ojalá se hubiesen quedado hasta el final. Deben darse cuenta de que, así como yo soy responsable de ti, tú eres responsable de mí. Permítanme explicarle el tema con una parábola.

 

"Había una vez un país a través del cual grandes bandadas de pájaros volaban de norte a sur en la primavera y viceversa en el otoño. A la gente le encantaba observar a los pájaros mientras volaban por su país. Una vez, vieron un pájaro de una belleza increíble. Las plumas del pájaro eran tan brillantes que la gente no dejaba de hablar de ellas. No pasó mucho tiempo antes de que la noticia de la belleza del pájaro llegara al Rey. Este ofreció una gran recompensa a quien fuera capaz de capturar el pájaro y llevárselo al palacio. La gente estaba desconcertada de cómo llegar al pájaro ya volaban bien alto en el cielo.

 

El Rey sugirió, 'Mis súbditos, ¿por qué no construyen una torre humana para que la primera persona pueda extender la mano y agarrar el pájaro y luego bajarlo para traérmelo a mí?'

 

"Los súbditos del Rey estaban tan emocionados que inmediatamente empezaron a construir una torre humana. Se subieron unos a otros y la torre se hizo más y más alta. A medida que pasaba el tiempo, la gente en la parte inferior de la torre empezó a inquietarse. Después de todo, no llegaban a ver lo que ocurría más arriba en la torre. Al final, perdieron interés y empezaron a irse. Naturalmente, toda la torre se derrumbó y ya no existía la posibilidad de capturar el pájaro para el Rey.

 

"Lo mismo ocurrió con nosotros", explicó el Baal Shem Tov.

 

"Primero, todos estábamos unidos en nuestras plegarias y entonces logre ascender más y más alto en los mundos espirituales. Pero cuando ustedes me dejaron solo, toda la estructura que construimos se derrumbó".

 

El Baal Shem Tov continuó explicando: "Cada judío representa una letra de la Torá. Cuando esa persona se une a sus hermanos en un acto sagrado, se fusionan en un recipiente que contiene las bendiciones celestiales. Así como todos los mundos fueron creados a través de la Torá y, por lo tanto, dependen unos de otros, lo mismo ocurre con el Pueblo Judío, que representa todas las letras de la Torá. Por eso, todos deben unirse con amor para canalizar la bondad celestial al mundo.

 

"Entonces, ¿qué podemos hacer para corregir nuestra misión fallida?" preguntó el Baal Shem Tov. "La respuesta es fusionar nuestras almas amando las almas de todos nuestros compañeros. Y a través de esta fusión, podemos canalizar la bondad amorosa celestial en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea".

 

Y así fue.

 

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