Los billetes grandes – Vaetjanán

A todos nos gusta contribuir para una buena causa. Mucha gente dona los billetes que tanto le costó ganar para una causa que les interes

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Jacob Rupp

Posteado en 26.07.20

A todos nos gusta contribuir para una buena causa. Mucha gente dona los billetes que tanto le costó ganar para una causa que les interesa. Cuando se trata de cuánto le damos a Dios, no tiene nada que ver con lo generosos que nos sentimos. ¿Cuánto deberíamos dar? ¡Todo! Como dice en la parashá de esta semana, "Y amarás a Hashem, tu Dios,… con todos tus recursos" (Devarim 6: 4).

 

Este verso se recita dos veces al día, como parte del Shema.

Entonces, ¿cómo nos arreglamos para comprar comida y pagar el alquiler si cada centavo que ganamos tenemos que dárselo a Dios?

 

Rashi explica que, así como las personas están dispuestas a arriesgar sus vidas para salvar su dinero, así también debemos estar dispuestos a poner nuestro amor por Dios por encima de todo, incluido nuestro dinero. Esta es la definición de “amar a Dios con todos nuestros recursos”.

 

Amar a Dios más que al dinero es un requisito fundamental para el desarrollo espiritual. No necesitamos separarnos de nuestro sustento para ser más espirituales, pero sí debemos aprender a canalizar y apreciar nuestra riqueza desde una perspectiva judía.

 

La ética judía

 

En Pirkei Avot (1:10), nuestros Sabios nos enseñan a amar el trabajo esforzado. Rabí Jaim de Volozhin enseña que, según él, es mejor ganarse la vida trabajando que sirviendo de líder espiritual, ya que el liderazgo trae consigo muchas tentaciones.

 

La Guemará también dice que el pecado se evita solo mediante una combinación de trabajo y estudio de la Torá. "No pienses que puedes evitar trabajar por completo, ya que esta opción está reservada para unos pocos" (Berajot 35b). Es obvio que Dios quiere que trabajemos.

 

Y para qué trabajamos, si no para ganar dinero, ¡y nosotros los judíos necesitamos mucho! La observancia de las mitzvot es muy costosa. Nuestra tradición enseña el valor de tener (y mantener) una familia numerosa. Al menos una vez a la semana, comemos una espléndida comida repleta de carne, pescado y vino. Es una mitzvá tener invitados, donar a organizaciones benéficas y gastar dinero en artículos religiosos, como un lindo etrog y una bella copa de Kidush. Evidentemente, Dios no solo quiere que trabajemos, sino que también quiere que disfrutemos de nuestro dinero.

 

Si Dios quiere que usemos nuestro dinero, entonces ¿cómo es que  exige que Lo amemos con todos nuestros recursos? ¿No deberíamos elegir qué hacemos con ese dinero que tanto nos costó ganar?

 

"Será que cuando Hashem, tu Dios, te traiga a la Tierra … grandes y buenas ciudades que no construiste, casas llenas de todo lo bueno que no llenaste, cisternas cinceladas que no cincelaste … comerás y esté satisfecho, cuídate de no no olvidar a Hashem, que te sacó de la tierra "(Vaetjanán 6:10).

 

A menudo cometemos el error de pensar que ganamos el sueldo según con las horas que le dedicamos al trabajo. Aunque es verdad que tenemos que esforzarnos para ganarnos la vida, al ir a trabajar y ganar dinero nos estamos conectando a una ecuación tan antigua como el tiempo: "Con el sudor de tu frente comerás pan" (Bereshit 4:19) .

 

¡Trabaja para vivir!

 

Dios creó este mundo para brindarle bondad al ser humano. Cuando trabajamos, desbloqueamos la bondad que Dios nos ha dado. Sin embargo, si luchamos por la riqueza simplemente con el objetivo de saciar nuestros impulsos físicos, entonces estamos quitando a Dio de la escena. Y al distanciarnos de Él, estamos suscitando resultados desastrosos.

 

Dice Rabí Najman: “El deseo de riqueza es literalmente una forma de adoración de ídolos. Mientras siga existiendo, el mundo estará bajo la sombra de la ira de Dios. Pero cuanto más se desarraigue, más se aliviará la ira de Dios y el mundo irradiará con la bendición de Su amor "(Likutey Moharan 2:5).

 

La riqueza que se gana con el objetivo de ser millonarios nos desconecta de la Fuente de la vida e introduce una niebla de arrogancia que bloquea el crecimiento espiritual. Nos agobiamos con tanto materialismo y nuestros objetivos se desvían completamente. Adoramos el dinero y el placer, y no la fuente de donde proviene todo.

 

Mucha gente vive para trabajar. Invierten tanta energía y tiempo en trabajar que renuncian a sus vidas para ganarse la vida y se olvidan de las cosas verdaderamente importantes en la vida.

 

Dios nos dio los talentos físicos, mentales y espirituales necesarios para vivir. A través de nuestro esfuerzo, nos hacemos dignos de recibir las bendiciones de Dios. Nos unimos a Dios a través de nuestra riqueza, y con Su ayuda cumplimos nuestra sagrada misión de amarlo con todos nuestros recursos.

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