Pasos en la arena – parashat Vaielej

Entonces él pasó por el túnel y vio, o mejor dicho, sintió, la luz blanca que le acariciaba el alma con un amor imposible de describir...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

 “Pues el Eterno tu Dios va delante de ti; Él estará contigo…” (Deuteronomio 31:6)

 

La explosión fue ensordecedora. El vehículo blindado del ejército israelí fue volteado en el aire como si fuera un juguete. Y cuando se estrelló en tierra, estaba dado vuelta y hecho una bola de fuego. Un explosivo de la Hizbulla lo había sorprendido en una mortal emboscada mientras el vehícula patrullaba el límite con el Líbano. Milagrosamente, el artillero y el operador de radio salieron de la escotilla trasera antes de que la munición del vehículo blindado empezara a estallar. El conductor y el comandante no tuvieron tanta suerte.

 

El sargento Raviv, miembro del kibutz del Valle de Jezreel, siempre soñó con ser paracaidista. Siendo un soldado sobresaliente, ahora era el sargento de pelotón en una unidad que se encontraba estacionada en el límite con el Líbano. El dolor atroz de los huesos rotos y las quemaduras de tercer grado de pronto había como desaparecido. Durante unos cuantos momentos, pendió en el aire del montón de material carbonizado que hasta hacía unos momentos había sido su vehículo blindado y su cuerpo. Ya no le dolía más nada. Lo único que le quedó fue una profunda pena por haber invertido todos sus veintiún años de vida en este mundo solamente en su cuerpo, que ahora ya no servía de nada….

 

Entonces él pasó por el túnel y vio, o mejor dicho, sintió, la luz blanca. No podía describir el sublime placer de esa luz, que le acariciaba el alma con un amor imposible de describir con palabras. Después de unos momentos sencillamente deliciosos, se encontró en medio de un tribunal, situado en el estrado de los testigos con un proyector enfocado en él para que todos pudieran verlo, pero él no podía oír a nadie; solamente oía voces. Raviv logró reconocer las voces de sus abuelos; entonces la luz del proyector disminuyó y ahora pudo verlos y se quedó en shock: eran exactamente igual que los religiosos de Mea Shearim…

 

Antes de que Raviv tuviera la oportunidad de digerir lo que le estaba pasando, le mostraron una película. Allí vio todos los hitos de su vida, desde el nacimiento hasta la escuela primaria; y hasta cuando los árabes de Jenín arrojaron una bomba Molotov al auto de sus padres, hasta la época en que casi se dio vuelta en un tractor cuando tenía 18 años y estaba ayudando con la cosecha del algodón. Vio el entrenamiento básico, la academia de paracaidismo, la escuela de suboficiales y la Guerra de Gaza, cuando también tuvo un roce con el Angel de la Muerte.

 

Pero había algo extraño en aquella película: era como una gran metáfora. En medio de la niebla, detrás de los hechos reales, vio dos pares de huellas en la arena, una grande y otra pequeña. Cada vez que llegaba a un punto peligroso en su vida, el pequeño par de huellas desaparecía. Entonces le preguntó a su ángel de la guarda, el que había estado todo el tiempo junto al estrado de testigos: “¿Por qué en los momentos decisivos de mi vida no se ve el par de huellas pequeñas?”

 

Y el ángel respondió: “Ese par de huellas pequeñas son tus pies; las grandes son de Hashe. Cada vez que tuviste un gran desafío en la vida, Hashem te cargó sobre Sus hombros”.

 

Esto es lo que la Torá en el versículo citado arriba nos está diciendo: Hashem no sólo que va delante de nosotros, sino que siempre, siempre está junto a nosotros.

 

El Rey David, que fue un guerrero que soportó todas las dificultades que uno se pueda imaginar, va un paso más allá: no sólo que Hashem está contigo sino que te lleva en las palmas de Su mano (Véase Salmo 91).

 

En el momento en que el alma sale del cuerpo, la Luz Divina ya no está más oculta. Y el momento más bochornoso para el alma es cuando esta se da cuenta de que Hashem siempre estuvo a su lado. El alma no soporta esa vergüenza, cuando recuerda todas las dudas que tuvo acerca de Dios, de la emuná y la Providencia Divina. Ahora, libre de la cárcel que le imponía el cuerpo físico, el alma tiene su encuentro directo con la cruda verdad.

 

Siempre se lee el pasaje citado en los Diez Días de Arrepentimiento y en Shabat Shuvá. Por qué? La Torá nos alienta a fortalecer nuestra emuná y nuestra conexión personal con Hashem en este mismo momento, mientras todavía estamos aquí abajo en este mundo físico. Entonces no sólo viviremos una vida de placer en este mundo sino que nos salvaremos de la terrible vergüenza del brusco encuentro con la verdad en el mundo venidero. Que todos seamos inscriptosy sellados en el Libro de la Vida para un maravilloso Nuevo Año. Amén!

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1. NANCY

10/04/2019

Siempre en medio de la mayor oscuridad, justa en cada medida, amanece,Y ES YA TIEMPO DE LA SIEGA Y DE RECOGER LOS CAMPOS ONDEANTES DE TRIGO DORADO…MESÍAS RESUCITA EN MEDIO DE SU PUEBLO PORQUE LOS NIÑOS HARAPIENTOS Y SUCIOS POR FIN SE DESPERTARON DE SUEÑO PROFUNDO

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