Por qué la risa? – Parashat Vaiera

Imagínate que tres árabes entran al comedor y te dicen que salgas un momento afuera porque un águila vino a transportarlos a la Tierra de Israel

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 08.11.21

Al comienzo de la sección de la Torá de esta semana, tres ángeles disfrazados de beduinos del desierto aparecieron ante nuestro patriarca Abraham para darle la buena noticia de que él y su mujer Sara iban a tener un hijo al año siguiente para esa misma época. Sara, desde adentro de la tienda, se pone las manos secas y huesudas de 89 años en el vientre y dice riéndose entre dientes: “¿Acaso mi carne ha de rejuvenecerse después de tanto tiempo de haber perdido su vitalidad? ¿Acaso es posible que yo vaya a tener un hijo?”. El Midrash nos cuenta que Hashem le dijo a Abraham que Sara no creía que pudiera tener hijos, cuando en verdad lo que ella pensó fue que Abraham –que ya tenía 99 años– era el que no podría tener hijos. Dice el Midrash que es por eso que Hashem “estiró” un poco la verdad a fin de preservar la paz matrimonial entre Abraham y Sara.

 

Eso en sí mismo nos plantea un tremendo interrogante: si a Hashem Le preocupaba tanto la paz matrimonial de Abraham y Sara, entonces ¿por qué le dijo a Abraham que Sara se había reído y que no creía que fuera capaz de tener un hijo? ¿Acaso no es eso una forma de burla? Abraham no la había oído, ya que ella estaba dentro de la tienda y él estaba afuera junto a los ángeles. Ella estaba fuera del alcance de su oído. ¿No habría sido mejor que Hashem no dijera nada? Y hay otra pregunta más: la Torá nos dice que Sara se encontraba a un nivel espiritual más elevado que Abraham; sus poderes proféticos eran más grandes que los de él. Siendo así, ¿por qué Hashem no Se revela directamente ante Sara y le pregunta de qué se está riendo? Parecería ser más lógico de esa manera, ¿no?

 

Le hice esta misma pregunta a mi amado maestro Rav Shalom Arush y él me dio una respuesta tan simple como sorprendente, basándose en un principio que él enseña en su clásico manual de paz matrimonial, En el Jardín de la Paz: Hashem le dijo a Abraham que Sara se había reído debido a que la mujer es el reflejo del marido. Si Sara no tenía suficiente emuná como para creer que Hashem podía rejuvenecerla a la edad de 89 años y darle un hijo cuando ella había sido infértil toda su vida, entonces ese es el problema de Abraham, no de Sara. Si por afuera parece que a ella le falta emuná, es porque está reflejando una deficiencia de emuná de parte de él. Es por eso que Hashem le dice a Abraham que Sara no cree que vaya a ser madre y que por eso se ríe. Hashem ciertamente no tiene intención de contar chismes, Dios no lo permita, ni tampoco le habla directamente a Sara, porque la debilidad de ella es meramente un reflejo de la debilidad de él. Rav Shalom me dijo que Hashem le está diciendo a Abraham: “Ese es problema tuyo. Debes rectificar la deficiencia que se manifiesta en la falta de emuná de tu mujer. Ponte a trabajar, Abraham – hay un área en la que necesitas fortalecerte. Como patriarca del pueblo judío, tu emuná no puede ser meramente fuerte. Tiene que ser invencible!”.

 

El Zohar enseña que marido y mujer son una misma alma. Cada alma tiene dos aspectos: uno masculino y otro femenino. Por lo tanto, incluso si Abraham tenía una emuna perfecta, el aspecto femenino de su alma, representado por Sara, necesitaba un refuerzo y era responsabilidad de él iluminar a “su otra mitad” con emuná.

 

Qué significa eso a nivel práctico? Si tú eres baal teshuvá y tu mujer no, entonces es problema tuyo. Si tú observas Shabat y ella no, es problema tuyo. Si usas kipa y ella no se viste con recato, es problema tuyo. Si ella tiene los fusibles cortos, es tu problema. El marido no sólo tiene que iluminar el alma de su mujer y darse cuenta de que ella es su reflejo sino que debe orar también por ella.

 

Ahora hablemos en defensa de nuestra matriarca Sara: ¿qué tiene de malo que se haya reído? Ella pensó que los tres árabes estaban contando cuentos de Ali Baba; ella no sabía que eran ángeles del Cielo. Imagínate que tres árabes entran al comedor y te dicen que salgas un momento afuera porque un águila vino a transportarlos a  la Tierra de Israel, porque ha llegado el Mashíaj y ha descendido el Nuevo Beit Hamikdash en una bola de fuego. Tú y tus hijos ciertamente se burlarían de esos árabes y pensarían que están drogados. Pero ¿qué harías si tres ángeles de fuego te dijeran lo mismo? Pues bien, si tres árabes con sus camellos entran al comedor a anunciarte eso  –tres árabes y no tres ángeles– entonces si no les creemos somos de emuná débil. ¿Les suena raro? ¡Para nada! Si Hashem quiere, entonces podemos tener al Mashíaj, al Santo Templo y a la resurrección de los muertos con sólo chascar los dedos. No es que los tres árabes sean fuentes confiables de información, es que con verdadera emuná, tenemos que creer que Hashem puede hacer lo que quiere cada vez que quiere. ¡Jamás lo olvidemos!

Escribe tu opinión!

1. Carlos Vargas

2/14/2021

Hashem es infinito en poder y gloria. Todo en su tiempo, pronto vendrán las bendiciones de Él.

2. Johan Moscoso

11/09/2020

Muchas gracias por la enseñanza y mostrarnos aspectos ocultos y de sabiduría que nos ayudan a mejorar!

3. Mary Vargas

11/07/2020

Entiendo que no debo enfocarse en el emisario, sino en la certeza de lo que HaShem puede hacer ( yo estoy deficiente en esto, lo reconosczo).

Gracias por tu respuesta

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