Qué Paciencia!

Balak, el rey de Moab, envió mensajeros a que convoquen al malvado adivino Bilam, para que este maldiga a los israelitas. Al principio, HaShem le dice a Bilam: “No irás con ellos”. Después Bilam le dice: “Levántate y ve con ellos”. Cuando Bilam va con los emisarios de Balak, HaShem se enoja. Aquí surgen dos interrogantes: primero, ¿acaso HaShem cambió de opinión? Y segundo, ¿por qué HaShem se enojó, si antes le dio permiso a Bilam de que fuera. Rashi explica que HaShem no cambia de opinión sino que le da a la persona el libre albedrío para que cada uno haga lo que desee.

La primera vez que Bilam Le preguntó a HaShem, HaShem expresó su deseo, o sea, “No irás con ellos”. Bilam sabía que HaShem no quería que él trabajara para Balak, pero él ansiaba el honor y el cheque abultado que le iba a dar Balak. Bilam sí quería ir con ellos. Por eso, al responder la segunda pregunta de Bilam, HaShem le dice: “Levántate y ve con ellos”. HaShem no ha cambiado de opinión, simplemente le está dando a Bilam el libre albedrío para que tome él la decisión. En este caso, HaShem le está dando a Bilam la cuerda para que se cuelgue a sí mismo. Y lo que es más: Rashi explica que al ver que HaShem no quería que Bilam fuera a Moav, este quiso ir aún más. HaShem, con Su fenomenal paciencia, envió un ángel de compasión para que desalentara a Bilam y este reconsiderara su decisión. Bilam prosigue su camino.
¿Qué es lo que la Torá nos enseña para la posteridad? Que cuando llegue el Gran Día del Juicio, nadie podrá alegar que se vio forzado a hacer el bien o el mal. HaShem, con Su increíble paciencia, le da a cada persona la capacidad de elección, porque si no hubiera libre albedrío, no podría haber recompensa y castigo.

En el episodio de Bilam y Balak aprendemos otras dos lecciones muy importantes:

La primera – la increíble humildad de HaShem

La segunda – el infinito amor que HaShem siente por Su pueblo.

Veamos cómo:

Una vez más, HaShem le dice a bilam que no debe ir con Balak. Bilam ansía ir con ellos, y a pesar de que eso Le molesta enormemente a HaShem, Él no lo detiene. Bilam, con Su increíble insolencia, transgrede deliberadamente el mandato expreso de HaShem. Si se hubiera tratado de un rey de carne y hueso, Bilam habría sido decapitado en el acto. Pero tal como explica el comentarista Ramak (Rabí Moshe Cordovero), HaShem es “El Rey insultado que pacientemente sufre el insulto de una manera tal que ninguna mente puede percibir”. El Ramak explica que en el momento cumbre del pecado, cuando el pecador utiliza su cuerpo para rebelarse abiertamente contra HaShem, no sólo que HaShem se abstiene de castigarlo inmediatamente sino queÉl sufre la insolencia y el insulto mientras continúa dándole al pecador abundancia de vida. HaShem continúa operando los pulmones y el corazón del pecador, dándole vida y fuerza. Como dice el Ramak: “Esta es una paciencia y una aceptación del insulto que ninguna boca es capaz de describir”. Vemos que de no ser por la humildad del Creador, las personas no podrían tener libre albedrío. Nadie excepto HaShem es capaz de sufrir tal insulto.

Para poder comprender este concepto imaginemos alguien que te está robando en tu casa. Tanto el ladrón como tú están armados y ambos son expertos en artes marciales. Con facilidad tú puedes dominar al ladrón, pero no. En vez de dispararle o romperle el brazo, lo invitas a sentarse a la mesa y le sirves su plato favorito! ¿Quién es capaz de imaginarse una dosis de paciencia semejante? Pues bien: ¡eso es exactamente lo que hace HaShem!

A pesar del libre albedrío del archienemigo de Israel, HaShem obra milagros a fin de quebrantar sus malvados designios, en una manifestación de ilimitado amor por Su pueblo. Pensemos un minuto: HaShem sufre los insultos de un malvado y no dice nada. Pero cuando el malvado complota planes siniestros contra Israel, Él transforma sus maldiciones en bendiciones, tal como hizo con Bilam. Así nos ama HaShem y eso es motivo para celebrar!