Te Calza Perfecto! – Parashat Vaieshev

Yosef, el tzadik, fue vendido a cambio del precio de un par de zapatos. ¿Y por qué específicamente por el precio de un par de zapatos?

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

 “Y vendieron a Yosef por veinte monedas de plata” (Génesis 37:28).

 

El profeta Amos nos cuenta que Yosef, el tzadik, fue vendido a cambio del precio de un par de zapatos (véase Amos 2:6). ¿Y por qué específicamente por el precio de un par de zapatos? Con la ayuda de Dios, intentaremos comprender la conexión subyacente entre el sufrimiento de Yosef y el concepto de los zapatos, porque sin lugar a dudas hay aquí un mensaje muy importante.

 

Mi estimado maestro el Rabino Shalom Arush me contó una historia acerca del gran tzadik Rebe Yejiel Mijel de Zlotchov, de bendita y santa memoria, que arroja luz al interrogante que nos hemos planteado.

 

Si bien Rebe Mijel era un tzadik de enorme talla, vivía en la más terrible pobreza en una choza que por milagro no se venía abajo. Vestía ropa deshilachada y remendada y las suelas de los zapatos hacían ruido con cada paso que daba.

 

Los alumnos de Rebe Yejiel no lograban comprender cómo es que él recitaba la bendición “She asá li kol tzorkí – Que me proveyó todas mis necesidades” cada mañana con tanto fervor, a pesar de las enormes carencias que sufría.

 

Rebe Yejiel era extremadamente cuidadoso en todo lo referente a pronunciar el Nombre de Hashem. Y si existía aunque fuese la más mínima duda de que la bendición pudiera llegar a ser superflua, él no la decía, para no pronunciar, Dios no lo permita, el Nombre Divino en vano.

 

Es por eso que los alumnos de Rebe Yejiel no lograban entender lo que sucedía: “Nuestro santo rabino y maestro es paupérrimo. ¿Cómo es que recita entonces la bendición ‘Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del Universo, Quien me proveyó todas mis necesidades?’. ¡Si él apenas tiene un vaso de agua para beber y un pedazo de pan seco para comer! Y además vive en una casucha que está casi por venirse abajo y además tiene la ropa toda desgastada y remendada, y más que ropa, es un montón de remiendos! ¿Acaso no está diciendo la bendición en vano?”.

 

Rebe Mijel les leyó las mentes a sus discípulos y les explicó: “La bendición de Asá li kol tzorkí, en la que Le damos las gracias a Hashem por todas nuestras necesidades, es más que nada una expresión de gratitud hacia Hashem por darnos zapatos. Esta bendición tiene un significado especial, pues existe una gran diferencia entre los zapatos y las demás prendas de vestir, como ser la camisa o los pantalones. Si una blusa o un par de pantalones son demasiado largos para una persona, esta los puede llevar a la modista o al sastre para que se los acorte. Y si son demasiado estrechos, puede llevárselos a que se los agrande. Pero los zapatos no pueden ajustarse a la persona. Si son demasiado pequeños, aprietan el pie y le causan ampollas; si son demasiado grandes, se le caen de los pies y uno no puede caminar con ellos.  Por lo tanto, el zapato es algo que sí o sí tiene que adaptarse perfectamente al pie de la persona. Y a eso hacemos referencia cuando pronunciamos esta bendición – porque así como los zapatos deben adecuarse a la persona, Hashem nos encarga correcciones del alma que se adecuan perfectamente al alma de cada persona. Por eso, si la corrección de mi alma consiste en ser pobre, entonces eso se adecua perfectamente a mi persona, porque eso es lo que necesito para rectificar mi alma. Dado que la pobreza me rectifica el alma y me acerca a Hashem, entonces ciertamente eso es algo por lo que tengo que dar las gracias, pues esa es la necesidad que tengo. Y por eso tengo el deber moral de recitar cada mañana de todo corazón: “¡Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios, Rey del Universo, Quien me proveyó todas mis necesidades!”.

 

El relato antedicho nos permite comprender por qué Yosef fue vendido en cautiverio por el precio de un par de zapatos. Aprendemos que incluso la persona que sufre de las más abyecta pobreza está en las manos de la Divina Providencia, la cual dirige su vida en forma exacta y precisa a fin de que pueda asegurarse el beneficio máximo de esa persona tanto en este mundo como en el Mundo Venidero. Y todas sus pruebas, sus desafíos y sus sufrimientos están “hechos a medida”, como el par de zapatos que mejor le calzan.

 

Ahora podemos comprender por qué tenemos que darle las gracias a Hashem tanto por lo bueno como por lo aparentemente malo (véase Shulján Aruj Oraj Jaim 222:3). Dado que lo “malo” en nuestras vidas en realidad es bueno, porque es lo que necesitamos para rectificar nuestras almas y acercarnos a Hashem, ciertamente podemos darle las gracias por ello. Y entonces llegamos a la conclusión de que en verdad no existe el mal en el mundo!

 

 

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