Un whisky para el piloto – Emor

El piloto del vuelo Transair 240 de Nueva York a Londres había viajado esa misma ruta cientos de veces. Siendo un vuelo nocturno, era bastante aburrido y en especial desde que se convirtió en rutina. Fuera del despegue y del aterrizaje, el piloto no hacía mucho que digamos… Por lo general le delegaba la responsabilidad a su eficiente copiloto. Era un 95 % vuelo instrumental.

En el vuelo, el avión pasaba por Nova Scotia y luego se dirigía al este. Una vez sobre el Océano Atlántico, el vuelo se volvía tranquilo y rutinario. El avión seguía un vector de navegación hasta Heathrow. El piloto calculó que no había sucedido nada fuera de lo normal en sus últimos 232 vuelos entre Nueva York y Londres, así que, en términos estadísticos, no había motivos para que ahora sucediera algo inusual. El piloto metió la mano en el bolso de vuelo y sacó una botella de puro whisky escocés añejo y un vaso de vidrio. Se sirvió un vaso y le sonrió al copiloto: ¡Salud! Y se tragó de un saque todo el vaso de whisky. Después se sirvió otro vaso más.

“Discúlpeme, pero ¿qué se cree que está haciendo? El consumo de bebidas alcohólicas está prohibido no sólo por el reglamento de la compañía de vuelo sino también por las reglamentaciones de la Administración de Aviación Civil. Además, usted está poniendo en peligro la seguridad de los pasajeros..”.

“¿Y a ti qué te importa?”, le preguntó el piloto con aire despreocupado. “Nunca hubo ningún problema con este vuelo”.

“… Y espero que nunca lo haya”, respondió el copiloto. “Yo no hice este trayecto tantas veces como usted, ni tampoco tengo su experiencia, pero sí sé que en mi calidad de piloto soy responsable de los demás miembros de la tripulación y de los cientos de pasajeros que viajan en el avión”.

“No seas mojigato”, dijo el piloto mientras se bajaba su tercer vaso de whisky. “Si hay algo que no soporto son los nenes buenos de mamá”.

Al rato la cabina de los pilotos olía a taberna. El piloto tenía aliento a whisky y el ambiente daba náuseas. El copiloto dejó el avión al control del piloto y se fue corriendo al baño.

Al rato, la nave encontró graves turbulencias, que es algo que solamente un piloto serio y experimentado sabe afrontar. Pero después de cuatro vasos de whisky escocés, el piloto tenía los sentidos bastante desmejorados. Así fue que perdió comunicación con la torre de control y rápidamente perdió control del avión…

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La historia es producto de mi imaginación, a fin de ilustrar un concepto que enseguida explicaremos. No obstante, es sumamente similar al escenario ocurrido en el avión Germanwings que se chocó contra los Alpes este pasado mes de marzo, cuando el copiloto depresivo se encerró en la cabina de control dejando afuera al piloto, y cometió suicidio, matándose a sí mismo junto a otras 149 personas. Desde que se dio a conocer la noticia, todo el mundo está consternado sin poder entender cómo es que se permitió que una persona emocionalmente inestable pueda trabajar de piloto comercial.

Lo que en tierra es aceptable no es aceptable en el aire. Lo que es normal para un ciudadano privado no necesariamente es aceptable para un piloto de aerolínea.

Al referirse a los requisitos del Sumo Sacerdote – Kohen Gadol- en el Templo Sagrado, la Torá dice: “… y no dejará su cabeza sin rasurar y no se rasgará las vestimentas” (Levítico 21:10).

La Torá, en la sección de esta semana, estipula de qué manera el Sumo Sacerdote debe conducirse. Dado su alto rango de siervo de Hashem en el Templo Sagrado, debe mantener un nivel superior de santidad al de los demás sacerdotes y ellos, a su vez, deben mantener un nivel de santidad superior al del resto de la población.

Mientras que el hombre común y corriente puede casarse con la mujer que quiera, el Kohen no puede casarse con una divorciada. Y mientras que el Kohen sí tiene permitido casarse con una viuda, el Kohen Gadol no. La conducta que es aceptable para una persona del pueblo no es aceptable para un Kohen y lo que es aceptable para un Kohen común no es aceptable para el Kohen Gadol.

Se le ordena al pueblo judío que sea una “nación de sacerdotes”, o sea, ellos deben mantener un estándar superior de ética y de conducta personal, pues su tarea en este mundo es ser una “Luz para las Naciones”, o sea, los emisarios del Todopoderoso para difundir la espiritualidad y la emuná en el mundo entero. Rabí Najman de Breslev afirma enfáticamente que cada judío debe verse a sí mismo como el responsable de todo el mundo, puesto que, al igual que el piloto, si el judío lleva a cabo su función de la manera debida, entonces todo el mundo va a funcionar de la manera debida y todos sus habitantes van a estar a salvo.

Ojalá podamos verdaderamente llevar a cabo nuestra misión de la mejor manera posible y podamos ver con nuestros propios ojos la inauguración del Templo reconstruido en Jerusalén muy pronto en nuestros días. Amén!