Vaieshev – ¿Qué Buscas?

Si te preguntarás a ti mismo y repetirás para que escuchen tus oídos -qué es lo que buscas-, de esta forma…

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Maór HaShabát

Posteado en 05.04.21

 Si te preguntarás a ti mismo y repetirás para que escuchen tus oídos -qué es lo que buscas-, de esta forma…

¿A ti que te atrae?

“¿Qué buscas?” (Génesis 37:15)

Iosef, el Justo, se dirige a Shejem. Sin saberlo, se encamina hacia su destino: su venta… su exilio.

Iosef, el hijo de la ancianidad, el amado, el consentido… en un instante, su mundo se desmorona y cae sobre él: la esclavitud, las pruebas, el complot, la prisión. 

"Y lo encontró a él un hombre, y he aquí que estaba perdido en el campo, y le preguntó el hombre diciendo: ¿qué buscas?".

Explica Rashi: este hombre era el ángel Gabriel. 

Un ángel, enviado desde el cielo, orienta al joven en su camino hacia su destino. Un camino lleno de obstáculos, que en su culminación es riqueza y prestigio, honor y reconocimiento. 

Pero debemos prestar atención a la palabra ´diciendo´. Normalmente, en la Torá la expresión ´diciendo´, se utiliza para indicar a quien escucha, que lo transmita a otro. ¿Siendo así, cuál es su significado en esta frase?
 

Amplió el Sifté Tzadik zt"l: el ángel sabía hacia donde se dirigía Iosef, conocía las pruebas que lo esperaban y cuantas vicisitudes y sufrimientos padecería.

Los árabes lo venderían a los midianitas y estos a los egipcios. Él se desconectaría de sus padres y su familia. ¡¿Cómo podría mantenerse firme sin ser arrastrado por las corrientes de la vida?!

El ángel le dio un consejo y una guía: "Di qué buscas".

Te aconsejo que te detengas de vez en cuando y te preguntes: ¿Qué es lo que deseo de mi vida? ¿Cuál es mi meta? ¿Qué es lo que anhelo? ¿Acaso mi meta es solo comer, beber y dormir? ¡¿O más que esto?! ¿Acaso mi aspiración es solo terminar el día, o algo más elevado?

Te preguntarás a ti mismo y repetirás para que escuchen tus oídos, qué es lo que buscas, y de esta forma evitarás sumergirte en las profundidades de la desesperanza y la esclavitud. Tendrás presente que todo es ´tangencial´ a lo básico y primordial, sabrás que la verdadera riqueza la encontrarás en una Mitzvá (Precepto)y otra Mitzvá y otra clase de Torá. 

De esta forma tendrás éxito y alcanzarás el reinado.

En una oportunidad un sabio, frente a un numeroso público, les habló desde su corazón con profunda inspiración, alentándolos a estudiar Torá, explicándoles que la Torá alegra los corazones e ilumina el mundo con su luz, que es más valiosa que el oro, más bella que un diamante y dulce como la miel…

Un incrédulo se puso de pie y exclamó: ´Nunca antes escuché que hay que motivar a la gente para que corra detrás de un tesoro. Alcanza con echar a correr un rumor acerca de una zanja de oro o un depósito de diamantes… y se agolparán multitudes. Si como usted dice, la Torá es aún más valiosa que el oro, ¡¿por qué las masas no se aglomeran a su alrededor?!´

Le respondió el sabio: ´Tus palabras están equivocadas. Con mis propios ojos vi el lecho de un arroyo, saturado de pepitas de oro. Muy pocos encorvaron su espalda para recogerlas y multitudes permanecían indiferentes a todas luces´.

´No es posible´, gritaron todos al unísono, ´no existe quien no ambicione el oro´.

´Con mis propios ojos lo vi´, insistió el sabio. ´Había allí caballos, mulas y todas sus aspiraciones estaban centradas en un saco de avena. También los perros holgazaneaban sin inmutarse y los gatos dormían bajo el sol, las aves revoloteaban y las vacas lamían el pasto´.

Exclamaron todos sarcásticamente: ´¿Cómo vas a traer como evidencia a los animales, ellos son ignorantes, sus intereses están centrados solo en el pesebre con sus alimentos?´.

´Y esta es justamente la respuesta a vuestra pregunta´, respondió el sabio, ´la Torá es dulce como la miel y más valiosa que el oro, para quien su interés no está centrado solo en su pesebre´.
 
Pero la discusión no concluyó. El incrédulo interpuso un argumento triunfante: ´Detrás de la Torá, se impulsan solo los sabios, pero detrás del oro, todos son seducidos – y los eruditos también están incluidos, ya que también ellos deben conseguir el dinero para su sustento. Por consiguiente, el oro es más valioso que la Torá, ya que detrás de él todos son atraídos´.

´¡Ciertamente es así!´, afirmaron todos, ´¡Bien dicho!´.

´También en esto estás equivocado´, le respondió el sabio, ´dime cual es el ambiente más distinguido de tu casa´.

´El salón´, respondió el otro sin dudarlo.

´¿Acaso estás enterado que hay en la ciudad barrios completos que no poseen salón en sus casas?´.

´Seguro, en los barrios pobres´.
 

´Pero todos necesitan, ´fuera de ti´, el toilette… ¿acaso por esto es mejor que el salón y recibirías allí a todos tus huéspedes?´.

Las risas de los presentes fueron la única respuesta.
 
 
– Extraído y Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh
 
(Gentileza de www.tora.org.ar)

 

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