A La Luz del Shabát – Nitzavím

Cuando el pequeño escuchó la palabra "helado", mágicamente terminaron las quejas, y fueron remplazadas por ansiosas preguntas: "Mamá, cuándo me vas a comprar

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Maór HaShabát

Posteado en 05.04.21

Cuando el pequeño escuchó la palabra "helado", mágicamente terminaron las quejas, y fueron remplazadas por ansiosas preguntas: "Mamá, cuándo me vas a comprar…"

 
Un consejo para el Día del Juicio
 
 
Una mamá fue de compras con su hijo de cinco años, era un día muy caluroso de verano, el sol quemaba, el clima era agobiante, los miembros pesaban, y los cachetes ardían…
El niño, fastidiado comenzó a quejarse y a chillar, la mamá trataba de calmarlo sin éxito, hasta que finalmente para conformarlo le prometió comprarle un helado. Cuando el pequeño escuchó la palabra "helado", mágicamente terminaron las quejas, y fueron remplazadas por ansiosas preguntas: "Mamá, cuándo me vas a comprar…", "Mamá, dónde está el helado"…, "Mamá, ¿Qué gusto me vas a comprar?".
 
Mientras, la mamá buscaba con su mirada algún kiosco o una heladería, sin encontrar ni uno ni otra. Sólo pudo ver a la distancia un elegante restaurante de categoría, y hacia allí se dirigió. Se acercó al camarero, y le pidió una porción de helado para su hijo.
 
La miró el mozo con desconfianza, y le contestó:
 
-Éste es un restaurante, no un kiosco.
 
-Si, ya se, contestó la señora.
 
– Pero entre los postres ustedes tienen helado. ¿No es así?
 
-Si señora, pero sepa que el precio es de restaurante, una porción de helado cuesta cincuenta pesos, treinta por el helado, y veinte pesos por el servicio. Le contestó el camarero.
 
La mamá, resignada, sacó de su monedero un billete de cincuenta pesos y se lo entregó, mientras que al mozo se le iluminaba la cara.
-En el menú hay helado de chocolate, con copos de chocolate, y vainilla con trozos de cereza, pero creo que el de chocolate se terminó, quedó solo el de vainilla…
 
El mozo fue hasta la cocina, volviendo después de diez minutos con la bandeja vacía, para explicarle a la señora que también se había terminado el helado de vainilla, trayendo en su lugar, sobre la bandeja, treinta pesos.
Se sorprendió la mamá, -pero yo le di cincuenta pesos. A lo que el mozo le contestó: -Si, pero le recuerdo que veinte pesos cuesta el servicio.
 
 
 
El año pasado, en Rosh HaShana estuvimos parados esperando el Din (Juicio), rogamos que nos sellen en el libro de las bendiciones, de la paz, del sustento.
 
¿Todo esto con qué mérito?
Para Ti, "Leemanáj Elokim Jaim", Para dedicarlo a Ti. Tú, HaShem, pediste de nosotros Mitzvot y actos buenos, es digno que nos fijes un pago por el servicio.
Nuestro Padre Misericordioso aceptó, la prueba es, que recibimos un año de vida, de salud, de sustento. Ahora, nuevamente nos llaman al Din para mostrar como cumplimos con el pedido, pero nos presentamos con la bandeja vacía.
¿Como puede ser? Si por esto pidieron y recibieron un año bueno, y el dinero del servicio fue cobrado en su totalidad.
 
De cualquier manera hay una diferencia muy grande entre la parábola y la moraleja.
En la parábola, el mozo devolvió los treinta pesos, pero en la moraleja no devolvemos nada, al contrario, ¡todavía pedimos cincuenta pesos más! 
Cuan dichoso va a ser el mozo cuando pueda volver con el helado, para justificar el dinero de su servicio y también recibir otro pedido a cambio.
 
Todos pedimos un año bueno y dulce como la miel.
Un año de tranquilidad y paz. Sin miedos ni ansiedades, sin angustias ni tristezas, sin sufrimientos ni dolores…
Seamos honestos con nosotros mismos: ¿Acaso somos tan Tzadikim (Justos)? ¿Acaso colmamos nuestro bagaje de méritos en su máxima capacidad?
Nos parecemos a un niño que entra a un negocio de electrónica con diez centavos apretados en un puño, y pretende comprar un equipo de sonido de última generación. 
 
¿Acaso no es evidente la respuesta? ¡Con esa moneda solo podría comprar un caramelo!
¿Quién es digno para realizar un pedido tan osado? ¿Un año bueno completamente? ¿Sin una pizca de sufrimiento? Sí. Los grandes Tzadikim (Justos) y los Guedolei HaDór (Grandes Rabinos de la generación), ya que por ellos se creo el mundo, y por ellos se mantiene… Pero una persona del común como nosotros…
 
Quizás una persona que hace grandes favores, que salva a otros, ya que todo el que salva un alma de Israel, es como si salvara al mundo entero. Y sabemos que de los favores disfrutamos sus frutos en este mundo, y guardamos el capital para el mundo venidero… Si viene alguien, y trae en sus manos el mérito de la salvación de una vida, se entiende. Que así sea. Pero de una persona como nosotros…
 
¿Si viene una persona que salvó un barrio entero? ¿Y una ciudad con miles de personas? ¡Seguro que él va a tener éxito en el Juicio!
 
¿Si salvó a un Estado entero? ¿Un continente entero? ¿Cuál es la pregunta? Seguro, tiene asegurado un año bueno. ¡¿Pero quien puede lograr esto?!
 
Y ahora, la última pregunta: se presenta una persona en un Juicio y puede dar evidencia y mostrar prueba fehaciente, de las que son aceptadas por el Bet Din Shel Maala (Juzgado Celestial), que él salvó a todo el mundo, ¡probando que por mérito suyo el mundo existe!
 
¿Acaso podemos imaginarnos los millones de favores con toda la humanidad y con todo Israel incluido, que esto representa?
 
¿Acaso alguien duda de la respuesta a su pedido de un año bueno?
 
¿Pero quien es este que puede tener semejante poder?
Tú, querido lector. ¡Si, tú! Guarda silencio y escucha las palabras de la Guemará.
Dice Rabi Elaay: El mundo no se sostiene, sino por el que se abstiene a sí mismo en el momento de la disputa. Alguien dijo algo, te hizo algo, y tú aún teniendo razón te contienes. ¡Seguro! ¡No es fácil! Pero si sabes que en ese mismo momento adquiriste el mundo, y en el cielo se proyecta como si lo estuvieras sosteniendo en tus manos. Si sabes que en ese momento se cumplirán todos tus pedidos para bien…
 
No es en vano, que justamente esta Parashá, un Shabat antes de Rosh HaShana nos dice: “Atém Nitzavim Hayom Kulejem” (“Ustedes están frente a Mi este día, todos juntos”).
 
Borremos toda mancha de resentimiento contra nuestro compañero, perdonemos a quienes nos hirieron, a quienes pecaron con nosotros, y decidamos en nuestros corazones abrir una página nueva, borrando todas las peleas, y así se comportarán con nosotros cuando nos presentemos el día del sello.
 
 
– Tomado y Editado de Maor HaShabát, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh –
 
(Gentileza de www.Torá.org.ar)

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1. elsa peña alatriste

9/17/2012

Baruj HaShem! Si todos pensáramos así sería otro mundo , pero tenemos que empezar con éstas maravillosas reflexiones. Gracias amigos por tan valiosa información.

2. elsa peña alatriste

9/17/2012

Si todos pensáramos así sería otro mundo , pero tenemos que empezar con éstas maravillosas reflexiones. Gracias amigos por tan valiosa información.

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