Lo importante es el esfuerzo

¿Por qué los padres judíos bendicen a sus hijos deseándoles que sean como Efraim y Menashé? El Rabino Lazer Brody nos explica…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 18.03.21

 

“Y él los bendijo aquel día, diciendo: ‘En ustedes se bendecirá Israel – diciendo: Que el Eterno te haga como Efraim y como Menashé’ – y puso a Efraim delante de Menashé…” (Génesis 48:20).

 

Los viernes a la noche, al volver a casa de la sinagoga, los judíos tienen la bella costumbre de bendecir a sus hijos. Al bendecir a las hijas decimos: “Que el Eterno te haga como Sara, Rivka, Rajel y Lea”. Y si esperamos que las niñas lleguen a ser algún día como las matriarcas, de la misma manera deberíamos bendecir a nuestros hijos varones para que lleguen a ser como los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob. Pero no es así. Bendecimos a nuestros hijos tal como nos mandó nuestro antepasado Jacob: “Que el Eterno te haga como Efraim y Menashé”. ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene que los bendigamos como Efraim y como Menashé?

 

La característica más notable de Efraim y de Menashé es que a pesar de ser los únicos niños hebreos en todo Egipto, que era el centro mundial de la brujería y la promiscuidad, ambos hermanos eran santos y salieron ilesos del medio contaminante que los rodeaba. Jacob vio que sus dos nietos seguían los pasos de su justo padre, Yosef y vio que habían sido criados con santidad. Con su espíritu profético, Jacob sabía que sus descendientes se enfrentarían a difíciles desafíos en tierras extrañas antes de la llegada del Mashíaj y la reunión de los exiliados. Jacob sabía que las pruebas de supervivencia espiritual serían incluso más difíciles que los pogroms y el Holocausto que amenazarían la supervivencia física en toda la historia del exilio. Y es muy posible que esa sea la razón principal por la cual Jacob quiso que bendijéramos a nuestros hijos para que sean como Menashé y Efraim – para que tuvieran la fortaleza moral para seguir los preceptos de Hashem y resistir tanto las benevoelntes tentaciones de la asimilación por un lado, y los tiránicos intentos asesinos de asimilación por el otro, todos los cuales tenían por intención alejarlos de Hashem y de Su Torá.

 

Y la pregunta sigue en pie: ¿por qué se menciona a Efraim antes que a Menashé en la bendición? Menashé era el primogénito y tendría que haber sido mencionado antes.

 

En la Halajá, el primogénito tiene privilegios especiales: los hermanos menores deben respetarlo y además él recibe una porción doble de la herencia familiar. Por lo tanto, el primogénito simboliza a aquel que tiene ventajas desde la cuna.

 

A través de ejemplo de Efraim y Menashé, la Torá está transmitiendo un mensaje muy importante: las ventajas de nacimiento, como ser la sangre azul o un alto nivel de coeficiente intelectual no son garantía de éxito en el ámbito de la espiritualidad, ni en la Torá ni en el servicio de Hashem- el esfuerzo es la escalera que eleva a la persona en su ascenso espiritual. Por ejemplo, uno puede utilizar un ascensor para subir al segundo piso, pero si alguien va subiendo las escaleras a dos escalones por vez, va a llegar arriba más rápido que el que sube en ascensor. Es obvio que las ventajas innatas son como un ascensor. El hijo de un Rosh Yeshivá, un director de altos estudios rabínicos, que crece en un hogar de Torá tiene claras ventajas desde antes de nacer. Pero a menos que se dedique de lleno a sus estudios, esforzándose continuamente, sus ventajas no le servirán de mucho. Por el contrario, si el hijo del carnicero o del plomero dedica horas enteras con gran ahínco al estudio de la Torá mientras que se abstiene de toda clase de entretenimientos vagos, entonces muy probablemente supere a todos sus compañeros de sangre azul… lo que cuenta es el esfuerzo.

 

Nuestros Sabios nos dicen que mientras Menashé se dedicaba a los asuntos políticos de la corte de su padre, su hermano Efraim fue a Goshen a estudiar Torá con su abuelo Jacob. A pesar de la relativa ventaja que tenía Menashé desde su nacimiento, Efraim lo superó. Ambos eran jóvenes extraordinarios, pero Efraim superó a su hermano en términos espirituales gracias a su tremendo esfuerzo.

 

Vemos entonces que la Torá le dice a cada joven judío, y se lo recuerda cada viernes a la noche, que lo que hace grande a la persona no es una cuna de oro sino el esfuerzo que esté dispuesta a invertir. Cualquier persona, incluso la más desfavorecida, puede lograr lo que desee con suficiente plegaria, esfuerzo, devoción y voluntad.

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1. Mijael

8/11/2022

Hermosa enseña!!!

2. Rosa

11/27/2019

Me ha motivado a cada día esforzarme mas para estudiar Tora y pido de su ayuda para comprender mejor cada parasha semanal gracias Hashem por tus Rabinos Sabios de bendita memoria gracias gracias

3. katherine

12/29/2014

Gracias!!!

Siempre con el mensaje correcto amo Breslev esta pagina cada dia me da vida Hashem los bendiga!

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