Al fin y al cabo… son niños!

Nuestros hijos son inherentemente buenos niños, pero no nos olvidemos que son eso: ¡niños!. Muchas veces los padres que no quieren entender esto están buscándose muchos problemas. Estos padres tienen que aprender a tener paciencia y tolerancia. No me canso de repetir que los niños son simplemente eso: niños.

Nunca se olviden de que las críticas y los gritos están terminantemente prohibidos. ¡Eso no se llama educar a los hijos! Educar es instruir, enseñar, explicar, orientar, darle al niño buenos deseos y aspiraciones correctas. Cuando el niño no es víctima de las críticas en el hogar, entonces va a querer estar en casa y no va a buscar satisfacción fuera del hogar. De esta manera estamos evitando el problema de los chicos que se la pasan dando vueltas por la calle y escuchando todo tipo de ideas raras. Los chicos que se pasan todo el día en la calle son esos mismos que no estaban felices en casa.

Los padres que hacen que la casa sea un lugar divertido para sus hijos no necesitan preocuparse de que sus hijos den vueltas por la calle. Y esto nos trae al tema de aquellos padres que quieren que su casa sea un museo o una farmacia, inmaculada e impecable, como si se tratase de una exhibición. El orden y la limpieza son buenos, pero cuando pasan a ser algo exagerado y compulsivo, entonces todos en casa, y en especial los niños, se transforman en un manojo de nervios! Los niños son incapaces de soportar una atmósfera semejante, sin poder tocar nada en su casa. Esos niños se vuelven neuróticos!

A los niños les gusta tener un rincón de la casa en el que puedan dar rienda suelta a su energía y hacer un poco de lío. Los padres tienen que permitirles jugar a lo que les gusta, pero a condición de que después limpien lo que ensuciaron

Ya desde el comienzo los padres tienen que evitar toda clase de críticas para con sus hijos. Para eso, tienen que actuar con sabiduría. Por ejemplo, cerrar con llave los armarios, poner los floreros bien alto y prevenir más que curar son todas formas de evitar las palizas y las críticas.
He aquí otro ejemplo más: los hijos no deben jugar cerca de sus padres, porque entonces estos pueden verse tentados a darles toda clase de “consejos”: “¿Por qué no juegas también con tu hermanito?” ¿Por qué le pegaste?” “¿Por qué dijiste eso?” “Estás todo sucio!” “Vas a romper eso”. Los padres tienen que mirar para otro lado y evitar esta clase de comentarios.

Cuando el padre se abstiene de criticar a su hijo, este puede crecer con autoestima. Cada palabra de crítica lastima al niño.

La principal estrategia de la Mala Inclinación es la auto-condenación y la auto-crítica. Cuando los padres critican a sus hijos, están reforzando esos sentimientos negativos y se están transformando en los agentes de la Mala Inclinación para infundirles a sus hijos esos rasgos negativos. Después, esos mismos niños sufren de sentimientos de culpa, como si fueran responsables de todo lo que pasa. Este enfoque es exactamente lo contrario a la emuná, según la cual los padres deberían enseñarles a sus hijos a orar y a pedirle ayuda a Hashem.

A los hijos hay que darles aliento positivo, alabando cada uno de sus logros, por más insignificante que pueda parecer. Y siempre deben juzgar a sus hijos en forma favorable. De esa manera, el niño se acostumbra a juzgarse favorablemente a sí mismo.

Una vez más: los padres solamente pueden darles a sus hijos aquello que ellos mismos poseen. Por eso, si a los padres les falta emuná y plegaria, y si constantemente se condenan a sí mismos y no se juzgan a sí mismos en forma favorable, entonces seguramente van a inculcarles esas mismas faltas a sus hijos. Por eso no podemos dejar de enfatizar que la principal tarea de los padres en la educación es primero mejorarse a sí mismos.

He aquí la regla de oro: cuantas menos críticas recibe el niño, más emocionalmente sano es. Recuerden siempre esto y Hashem sin lugar a dudas les va a dar mucha felicidad de sus hijos y de toda su familia. Amén!