El coraje en las relaciones

Padre e hijo tienen defectos contrarios y talentos similares. Cómo pueden hacer para que la armonía vuelva a reinar en casa?

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 05.04.21

Cuando uno oye la palabra “coraje”, si uno es como la gran mayoría de las personas, entonces lo primero que le viene a la cabeza es un súper-héroe, volando de un lado al otro para salvar vidas, o un mártir que sufre pero siempre con una sonrisa en el rostro, por más difícil que sea su vida. Todo esto es sin lugar a dudas una expresión de coraje, pero no es la clase de coraje de la que quiero hablar en esta ocasión. Hoy quiero analizar la idea de tener coraje en las relaciones interpersonales.

 

El Rabino Arush habla en forma detallada de las relaciones interpersonales, o sea, de la forma en que interactuamos con nuestros padres, familiares, parejas, compañeros de trabajo y demás personas que tenemos en la vida. A menudo dichas interacciones son agradables, llanas y tranquilas, pero a veces, no lo son. A veces sucede que una persona enfrenta la oposición de otra o se da cuenta de que vive en una continua competencia con otra persona que aparentemente es muy distinta a ella y entonces sí que sacan chispas…

 

Conozco a un joven que es sumamente talentoso y brillante pero que siente que no logra avanzar con la vida. Ya tiene treinta y pico y todavía no tiene una carrera; no se casó y sigue viviendo en casa de sus padres. Su única pasión en la vida es la salud y el buen estado físico, y todo el tiempo está en el gimnasio o está preparando algún batido proteínico o buscando en internet información acerca de la última vitamina en boga. Su padre cada vez más lo ve como un joven haragán y fracasado y hasta empezó a pensar que tiene un “raye”, pero en realidad no tiene ningún “raye”. En realidad, este joven puede saltar de repente un día y empezar a moverse a mil por hora, una vez que haya identificado y resuelto los verdaderos problemas subyacentes.

 

Qué quiero decir con esto? Es posible que este joven no sea el que tiene más problemas dentro de su familia. Es muy posible que su padre tenga problemas aún mayores, porque si bien su padre está muy acomodado económicamente, y dirige una empresa con cientos de empleados, también tiene cuarenta kilos de más. Su mujer y demás familiares hace ya años que le insisten en que se cuide de peso y que se cuide, que coma sano y haga ejercicio. El padre trató de hacer dieta en el pasado, pero ahora no aguanta más de un día o dos…

 

Así que, por un lado, está el padre, que es muy puntual y muy responsable y muy exitoso en términos financieros, pero que está en pésima forma. Por el otro lado, está el hijo, que no sienta cabeza  y que no logra mantener un puesto estable, pero que es una de las personas más sanas y en mejor forma que uno pueda encontrar. ¿Qué es lo que Dios está tratando de hacer en este caso? ¿Qué es lo que Él pretende que cada uno aprenda del otro?

 

Ahora juntemos las piezas del rompecabezas y veamos qué es lo que está pasando en realidad. Dios le envió un hijo a este hombre, que es un experto precisamente en el área en que él mismo necesita ayuda desesperadamente. Y viceversa: el padre posee mucha sabiduría, entendimiento y experiencia que pueden ser de enorme ayuda para su hijo en las áreas en las que su hijo sufre de graves deficiencias. Si el padre aceptara la sabiduría de la Torá, vería que Dios le ha enviado una situación “hecha a medida” para alentarlo a que forme una relación verdadera con su hijo. Cada uno tiene exactamente lo que necesita el otro.

 

En todas las familias hay un lazo profundo que ha existido durante años. Cuando uno ayuda a la gente a reconectarse con su raíz, la gente empieza a sentir que se ama profundamente los unos a los otros, y que todas las diferencias, la competencia y la manipulación por obtener atención simplemente desaparecen. Es entonces que los miembros de la familia empiezan a expresar amor nuevamente el uno por el otro, pero esta vez, precisamente por el hecho de que son diferentes, y no a pesar de serlo. Ese es el ideal judío.

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