Haciéndonos Responsables

Leyendo “Soul Searching”, un libro judío acerca del tema de la reencarnación, experiencias de muerte clínica y volver a la vida pasada a través de la hipnosis, de pronto me saltó a la vista una frase

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Rivka Levi

Posteado en 17.03.21

Leyendo “Soul Searching”, un libro judío acerca del tema de la reencarnación, experiencias de muerte clínica y volver a la vida pasada a través de la hipnosis, de pronto me saltó a la vista una frase en especial – esto es parte de una entrevista con alguien que tuvo una experiencia de muerte clínica, y que llegó a la etapa de “pasar revista” a toda su vida, en la que revivió cada pensamiento que tuvo alguna vez, cada cosa que hizo y cada cosa que dijo, pero esta vez, en el Mundo de la Verdad.

“La cosa más importante que aprendí de esta experiencia que tuve fue que soy responsable de todo lo que hago. Cuando estaba… reviviendo mi vida… era imposible negar haber hecho algo o dar algún tipo de excusas. No se podía “cubrir” ni ocultar nada. Yo era esa misma persona a la que yo había herido y yo era esa misma persona a la que le había hecho un favor. Ojalá pudiera transmitirle a la gente lo bien que se siente uno al saber que es responsable de lo que hace… es la sensación más liberadora que pueda existir”.

Cuando la persona tiene emuná, cuando verdaderamente cree que Dios está dirigiendo el mundo, y que todo es para bien, y que todo es solamente parte de una gran conversación Divina, entonces puede hacerse responsable de sus actos. La pregunta es qué pasa cuando no lo hace. Les echan la culpa a los demás, juzgan en forma desfavorable. Tratan de desviar la atención de sus propias faltas y enfocar toda la atención en los defectos de los demás.

Una vez más: todos cometemos errores. Todo el que lo niegue está viviendo una mentira. Todos nosotros (por lo menos en forma ocasional) somos egoístas, nos enojamos, tenemos celos, somos antipáticos, somos arrogantes, despreciativos, vengadores, rencorosos, etc etc. Si somos personas sinceras, todos vamos a completar una larga lista de defectos que sabemos que tenemos que corregir. Eso se llama “hacernos responsables”. La cosa es qué pasa si no somos sinceros. Les echamos la culpa a los demás, los criticamos, los juzgamos mal, los hacemos quedar mal para poder resaltar nuestras propias virtudes…

Por ejemplo, pongamos por caso una familia con seis hijos. Cada uno de los hijos tiene graves problemas en el colegio. A todos los mandan a la oficina del director en forma asidua por problemas de conducta. Son todos chicos rebeldes que hacen lío por todas partes. Les responden con insolencia a los maestros, tratan mal a sus compañeros, tanto con la boca como con los puños, y todo el tiempo están metidos en toda clase de líos.
 
Los padres creen ser los pobres mártires de toda esta situación. No logran entender cómo fue que les tocaron “en suerte” estos hijos tan rebeldes. Porque es obvio que eso no tiene nada que ver con ellos mismos… ellos son gente muy educada que tratan a los demás con buenos modales y respetan a las autoridades…
 
¿De veras? Yo más bien diría que papá y mamá están viviendo en un Mundo de Sueños, y no están haciéndose responsables. El Rabino Arush enseña que nuestros hijos son nuestro propio reflejo, que reflejan aquello que nosotros mismos tenemos que corregir, y en especial aquello que tenemos reprimido y no queremos enfrentar.

En el ejemplo citado, esto es lo que sucede en realidad: tanto mamá como papá son los dictadores de la casa, que les gritan a a sus hijos y los castigan por no actuar como ángeles. Los dos están más que ocupados cada uno con su carrera que los hijos casi no reciben atención. Cuando algo “explota” en el colegio, mamá los acompaña a la mañana y hasta les prepara el almuerzo (el resto del tiempo, ella es una gran fan de la “independencia”) – pero eso es todo.

Papá tiene una obsesión consigo mismo, y todo el tiempo pone de relieve sus propios logros, sin prestar atención a los de sus hijos.

Cuando los chicos se enferman, se los acusa de ser “hipocondríacos” y los dejan vomitando o tiritando solos en casa (mamá y papá tienen trabajos muy IMPORTANTES y además los chicos tienen que aprender a ser independientes – después de todo, el mundo que les espera no es nada fácil…).

Mamá y papá todo el tiempo les echan la culpa al colegio, al director, a los maestros, a los rabinos de la comunidad, a los compañeros de clase. “¿Qué problema tienen?”, se preguntan…
 
Porque es evidente que los problemas de carácter de sus hijos no tiene naaaaada que ver con sus padres…

En este mundo, el mundo de las mentiras, uno puede evadir toda responsabilidad e inventar toda una historia de cuentos de hadas acerca de las terribles personas que son “todos los demás” y de lo bueno y santo que es uno mismo. Pero allá Arriba, en el Mundo de la Verdad, no se puede. Allá no existen las excusas. No existen las mentiras. Y cada uno tiene que mirarse de frente a sí mismo y admitir lo que ocurría todo el tiempo: que uno siempre fue el responsable del lío que era su vida y en especial, del lío que eran las vidas de sus hijos. Y esa es en verdad la afirmación más liberadora que una persona pueda hacer, porque una vez que admitimos el problema, podemos empezar a pedirle a Dios que nos ayude a corregirlo.
 
Pueden escribirle a Rivka Levy en rivkawritesback@gmail.com
 
 

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