Los Derechos de los Ninos

Puede ser que yo sea pequeño, pero soy un ser humano, y tengo derecho a la vida, a la libertad de acción y a la libertad de expresión, exactamente igual que ustedes…

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Rajeli Reckles

Posteado en 17.03.21

Puede ser que yo sea pequeño, pero soy un ser humano, y tengo derecho a la vida, a la libertad de acción y a la libertad de expresión, exactamente igual que ustedes.

La Declaración de Derechos de los Niños

Puede ser que yo sea pequeño, pero soy un ser humano, y tengo derecho a la vida, a la libertad de acción y a la libertad de expresión, exactamente igual que ustedes.

Queridos mamá y papá:

Puede ser que yo sea pequeño, pero soy un ser humano, y tengo derecho a la vida, a la libertad de acción y a la libertad de expresión, exactamente igual que ustedes. Ustedes están plenamente conscientes de sus derechos, pero me gustaría saber si ustedes conocen los míos. Aquí les presento unos cuantos puntos a tener en cuenta para cuando se sientan tentados a transgredir mis derechos, que me los dio Di-s.
Yo tengo derecho a empezar el día con una sonrisa. Ustedes no tienen derecho a despertarme con gritos, con insultos y con amenazas.
Tengo derecho a escuchar un agradable “Buen día, querido-a”. No me pueden destapar y sacarme de la cama de un brazo. No me van a poder hacer cepillar los dientes a la fuerza mientras yo lloro desconsoladamente. Jamás podrán, en ninguna circunstancia, golpearme porque hago las cosas demasiado lento. Tengo derecho a un desayuno delicioso y no me merezco que me empujen afuera de la casa sin darme algo antes para saciar mi estómago hambriento.

Tengo derecho a que me vaya bien en el colegio. Mamá, papá, ¿cómo voy a poder concentrarme en mis tareas escolares cuando lo único en lo que puedo pensar es en la guerra que acabamos de tener en casa? ¿Cómo esperan que yo escuche a la maestra cuando todavía tengo los gritos de ustedes dos resonando en los oídos? Yo no puedo concentrarme como debería cuando todavía estoy temblando por la forma en que me hicieron salir de casa. ¿Cómo pueden esperar que tenga motivación para obtener buenas notas en la escuela cuando estoy tan enojado con ustedes dos? Hay muchos chicos que se burlan de mí en el colegio; tengo derecho a ansiar llegar por fin a casa, a que me reciban con los brazos abiertos y una sonrisa comprensiva en el rostro, para que pueda contarles el día tan difícil que tuve. Pero en lugar de eso, llego a una casa donde todo el tiempo se pelean.

Tengo derecho a una tarde agradable. Cuando llego del colegio, no quiero que me interroguen y me insulten. Mamá, ¿acaso no entiendes que necesito tiempo para calmarme después de todo el estrés que sufrí a la mañana, exactamente igual que tú? No puedo soportar que me hagas sentar enfrente a los deberes del colegio sin que me des antes un rato para relajarme y jugar un poco. No es justo. Lo que yo necesito cuando llego a casa es un enorme abrazo y algo rico para comer. Una taza de leche chocolatada estaría buenísimo, y si al lado me traes un plato con galletitas, ¡mucho mejor! Yo quiero tener ganas de ir a casa, pero la verdad es que me da miedo, igual que me da miedo enfrentarme a los chicos que todos los días se burlan de mí en el colegio. ¡Papá, mamá, necesito un respiro! Los necesito a ustedes, que estén a mi lado y que entiendan que yo también tengo días difíciles. Una vez que me sienta feliz y seguro, me va a resultar muchísimo más fácil concentrarme en las tareas escolares. Pero por favor, denme la oportunidad de jugar un rato antes. Y cuando necesite la ayuda de ustedes para hacer los deberes, por favor, no me insulten ni me griten. ¡Yo soy solamente un niño! Lo único que necesito es que me ayuden, no que se enojen. Traten de ser un poco más comprensivos cuando ven que me cuesta entender algo.

Tengo derecho a pasar tiempo con la familia. Papá, cuando vienes a casa, ¡cuántas veces llegas cansado y de mal humor! ¿Sabes que yo me paso todo el día esperando ese momento mágico en el que tú cruzas el umbral de la puerta de entrada, para ir corriendo a ti y me abraces? Pero muchas veces solamente dices “hola” entre dientes y te sientas enseguida a comer. ¿Sabes que eso me parte el corazón? Me siento como un globo al que pincharon con una aguja. Papá, no hay nada que quisiera más que sentarme en tu regazo, envuelto por tus enormes brazos, mientras me lees un cuento o me escuchas cuando te cuento cómo me fue en el colegio. ¿Cómo esperas que quiera tener una buena relación contigo después, cuando yo sea adolescente, y necesite tu guía más que nunca? Si ahora no pasan tiempo conmigo, papá y mamá, después yo no voy a querer pasar tiempo con ustedes.

Tengo derecho a una cena calentita y hogareña. Mamá, ¿sabes que yo puedo sentir tu amor cuando cocinas para mí? Calentar una pizza comprada o darme cereales con leche está bien de vez en cuando, pero la verdad es que necesito más comidas hechas en casa. ¿Cuándo fue la última vez que me preguntaste cuál es mi plato favorito? ¿No sabías que a mí me encanta los fideos con queso derretido encima, y también los huevos fritos con kétchup? Y mamá, por favor te pido que no me fuerces a comer algo que no soporto solamente porque crees que es comida sana. Hay muchísimas frutas y verduras que me puedes dar junto con la comida; lo único que tienes que hacer es esforzarte un poco para que me resulte interesante, como por ejemplo, armando con la comida una carita sonriente usando rodajas de tomate y de ají, o armando “hormigas en un tronco” con queso crema y pasas de uva encima de palos de apio. Y aunque no coma la comida sana, no me grites. Eso es mucho más venenoso para mí que comer pastas todos los días.

Tengo derecho a una feliz rutina al irme a dormir. Eso significa que no hay que gritarme para que entre al baño, para que me cepille los dientes, y para que me vaya a dormir. Yo sé que tengo que hacer todas estas cosas, pero soy solamente un chico, ¡y a los chicos no les gusta ir a la cama! ¿Por qué piensan que al gritarme, eso va a ayudar en algo? ¡Lo único que consiguen es que no quiera escucharlos! Mamá, si fijaras la hora del baño un poco más temprano, realmente me gustaría poder jugar un poquito más. Podrías pedirme que traiga mis patitos de baño y podríamos hacer burbujas los dos juntos. Hasta podrías traer el grabador y poner música, ¡qué divertido que sería! Después de por lo menos veinte minutos en el baño calentito, estoy seguro de que voy a querer irme a dormir enseguida. Y cuando por fin entre en la cama, no apagues la luz ni te vayas. Muchas veces me dan miedo los monstruos que vienen a visitarme. Yo creo que si te quedaras conmigo, ellos me dejarían en paz de una vez por todas. Estoy seguro de que los monstruos les tienen miedo a los papás y las mamás. Si yo supiera que tú vas a recostarte al lado mío y me vas a contar un cuento, ¡me encantaría irme a la cama! ¿Acaso sabes lo seguro que me sentiría si me quedara dormido mientras tú estás en la habitación, a mi lado? ¡Y no te olvides de decirme Shemá Israel, para que no tenga pesadillas! Con una rutina nocturna así, me voy a despertar contento y descansado, no triste y grogui como me despierto ahora…

Tengo derecho a mi lado de la historia. Cuando ustedes eran chicos, se peleaban un montón. Por favor, nunca me castiguen hasta que me den la oportunidad de explicarles mi lado de la historia. Si fueran a la corte de justicia, tendrían ese privilegio. Yo también me merezco un oído atento e imparcial.

Tengo derecho a un amor incondicional. Mamá, papá, todos hacen cosas de las que se sienten orgullosos. Todos cometen errores. Lo principal es que si bien yo sé que nos vamos a pelear muchas veces, igualmente me van a demostrar que me siguen amando, no importe lo que pase. Eso es lo que más necesito en el mundo. Incluso cuando hago cosas que realmente los hacen ponerse locos, incluso entonces necesito que contengan su enojo y no descarguen toda su furia conmigo. ¡Yo soy solamente un niño! Soy un alma delicada, que es muy fácil de quebrar. Yo sé dentro de mí que ustedes me aman muchísimo. Por eso les pido que traten por todos los medios de controlar su enojo, porque su enojo me mata por dentro cada vez que me gritan o me pegan. Yo no quiero odiarlos. ¡Yo quiero y necesito amarlos!
Muchas gracias por leer esto, y por favor ¡pónganlo en la heladera para que puedan repasarlo todo el tiempo!

Con amor,

El Regalo que Di-s les dio
 

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1. Gilda

4/10/2018

Que precioso me hizo llorar pues mi hija tiene 1 año y viene segundo bebé en camino, a tiempo para ponerlo en práctica!

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