Los Pequeños Hijos del REY

Contrariamente a la opinión popular, nuestros hijos no son nuestros; ellos son preciosas almas divinas que han sido confiadas a nosotros como depósito, para protegerlas...

2 Tiempo de lectura

Rabino Lazer Brody

Posteado en 06.04.21

Contrariamente a la opinión popular, nuestros hijos no son nuestros; ellos son preciosas almas divinas que, por la gracia del Todopoderoso, han sido confiadas a nosotros como depósito, para protegerlas y para educarlas

Ya he dicho muchas veces que el daño al alma es mucho más serio que el daño al cuerpo. Recuerda esta regla importante: “Un hueso roto se cura mucho más rápido que un corazón quebrado”. Esta regla es especialmente verdadera en todo lo que concierne a la crianza de los niños.
 
Durante la Guerra de Gaza, el año pasado, cuando durante seis semanas los misiles Katyusha caían sobre mi querida ciudad natal de Ashdód, tres veces por día, vi algo inolvidable: un pequeño y valiente niño de ocho años dejó que le suturen una herida sin la ayuda de anestésico; el pequeño héroe no emitió ni el más pequeño gimoteo. Este mismo tipo de niño podría perder completamente su entero equilibrio emocional, si continuamente fuera retado y castigado por sus padres.
 
Contrariamente a la opinión popular, nuestros hijos no son nuestros; ellos son preciosas almas divinas que, por la gracia del Todopoderoso, han sido confiadas a nosotros como depósito, para protegerlas y para educarlas, hasta que sean lo bastante maduras para ser independientes. Los niños no son nuestros sirvientes, y por supuesto no son nuestros esclavos. Las tareas que les damos en la casa deberían ser diseñadas como una parte integrante de su educación – ayudándolos a prepararse para la vida – y no para reducir, por ejemplo, nuestros gastos de empleada doméstica o de ayuda en el jardín.
  
 
Según la Ley Judía, se requiere que hablemos a nuestros niños con el mismo respeto con que hablaríamos a cualquier forastero adulto. Tal como tenemos el deber de proteger el estado físico de nuestros hijos, así también tenemos el deber de proteger su salud emocional. Padres sin formación, conocimiento, o conciencia de lo que es la apropiada educación de los niños según los estatutos de la Torá, a menudo son los causantes principales de las dificultades emocionales de sus hijos.

Se puede ser un padre estricto y un buen educador sin atacar la dignidad del hijo. Al contrario, un niño que sabe que él o ella son amados, respetados, y bien apreciados, realizará fácilmente la voluntad de sus padres. Pero el niño que vive bajo un reinado de tiranía se rebelará en la primera oportunidad.

 
Ésta es la regla: Educación – sí; tiranía e insulto – ¡no!
 
En conclusión, deberíamos tratar a nuestros hijos como dignatarios en miniatura, como si el Rey hubiera confiado a Su propio pequeño hijo a nuestro cuidado. ¿Sabes qué? ¡Esto es exactamente lo que son – los pequeños niños del Rey!

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario