Padres de Media Jornada

Hace poco una amiga me estaba contando de la pesadilla que tenía con el tema de la hora de irse a dormir de su hijo…

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Rajeli Reckles

Posteado en 05.04.21

Hace poco una amiga me estaba contando de la pesadilla que tenía con el tema de la hora de irse a dormir de su hijo…

Hace poco una amiga me estaba contando de la pesadilla que tenía con el tema de la hora de irse a dormir de su hijo. Cuando era un bebé, no había tenido ningún problema con que se quedara dormido, pero hacía ya un tiempo que por culpa de un resfrío que había tenido, se le habían dado vuelta todas las horas y no podía dormirse a menos que mi amiga se quedara con él en la habitación.

Después de unas sonoras carcajadas ante mi sugerencia de que tal vez convenía darle un antihistamínico, o un buen vaso de whisky escocés u óxido nitroso (el gas que usan los dentistas infantiles), la única solución que me quedó por ofrecerle era que se siguiera quedando sentada con el chico hasta que este se quedara dormido. Pero como todo padre sabe, este no es un proceso muy rápido que digamos y puede tardar horas enteras!

En los días siguientes, no pude dejar de pensar en la conversación que habíamos tenido. Había algo de la charla que me molestaba, pero no estaba segura de qué. Sin embargo, bastante rápido obtuve la respuesta. Una noche, leyendo un poco antes de irme a dormir, estaba tratando de entender lo que dice el Rabino Shalom Arush en su libro “Educación con Amor” (de próxima aparición en español), mientras mis párpados rápidamente se iban transformando en dos pesadas cortinas de hierro y ahí fue donde encontré la frase que contenía la respuesta a mi dilema.

El Rabino Arush recalcaba la importancia de una agradable rutina al ir a dormir, y esto es lo que escribe: “Los padres deberían quedarse en la habitación cuando los chicos se quedan dormidos”. ¡Ahí está!, como dice mi marido. Me di cuenta de que el problema radicaba en nuestro método occidentalizado de ser padres.

Habiendo crecido en un hogar con mentalidad israelí, pude advertir un montón de diferencias entre el estilo de crianza israelí y el norteamericano. Lo que me di cuenta de que todo el tiempo ocurre con los norteamericanos es la presión que sienten de establecer una línea divisoria entre padres e hijos. Había una muralla casi palpable que tanto padres como hijos no podían derribar de ninguna manera, para que no se apegaran demasiado el uno al otro, Di-s nos libre y guarde…

Incluso hoy en día esto me molesta bastante. Todavía no entiendo cómo es posible que los padres dejen a los chicos para irse de vacaciones una semana entera. Ojo: no estoy diciendo que yo tenga razón y que estos padres estén equivocados; tal vez ellos sean los que tienen razón, y yo, la que está equivocada. Simplemente a mí no me criaron de esa forma, así que me cuesta bastante entender eso. ¡Yo ni siquiera logro dejar a mis hijos con una baby sitter para ir a cenar afuera!

El tema es que la cultura occidental nos programó a nosotros, los padres, para que deseemos una vida completamente separada de nuestros hijos. Yo recuerdo haber tenido una breve conversación con el marido de una amiga de la infancia. Estábamos hablando de nuestros hijos y de que teníamos que reunirnos un día de estos, y entonces él dijo de repente: “Solamente queremos volver a vivir, ¿me entiendes?”.

De más está decir que esta fue la última conversación que tuvimos. ¿Quieres volver a vivir? Me dieron ganas de darle una bofetada. ¿Y qué me dices de los tres niños maravillosos que tienes? ¿Qué es lo que deseas: que nunca te hubieran nacido? ¿Y para qué: para que puedas salir afuera a cenar? ¿Para que tengas más tiempo para mirar la telenovela? ¿Para que no tengas que hacer absolutamente nada?

Igualmente, su mujer manda un post a Facebook de cada uno de los lugares a los que van. ¡Y salen todo el tiempo! Sinceramente, no entiendo qué es lo que él siente que se está perdiendo. Pero esta es la realidad: que los padres se sienten presionados a seguir viviendo con el mismo estilo de vida que tenían antes de que tuvieran hijos. Saliendo cada fin de semana. Pasándose horas frente a la televisión. Haciendo lo que se les antoja, cuando se les antoja.

Piensen un momento en la rutina de irse a dormir. ¿Cuánta presión sientes para que tus chicos se vayan a dormir de una vez por todas y así tú puedas empezar tu noche, para que puedas por fin sentirte un adulto y hacer las cosas que hacen los adultos? ¿Y para qué: para mirar más televisión, para salir a cenar, para ir a ver una película?

¿Y qué pasaría si mi amiga disfrutara quedándose con su hijo hasta que él se quede dormido? ¡Fíjense cuánto sufrimiento nos causó esta mentalidad de “padres de media jornada”! Sufrimos casi todas las noches tratando de que los chicos se vayan a dormir. ¿Pero acaso no nos damos cuenta de que los chicos sufren incluso más? ¿Quién dijo que ser padres es cosa fácil? ¡Yo creo que es el trabajo más difícil del mundo y que implica un enorme sacrificio!

Queridos padres: las peleas de la noche no justifican el daño que causan potencialmente en tus hijos. Yo sé que es difícil sentarte en el dormitorio de ellos cuando tus hijos no te prestan atención ni te hacen caso, pero quedarte con ellos cuando ellos se quedan dormidos les da un excepcional sentido de seguridad que recordarán por el resto de su vida y que puede prevenir muchos miedos y ansiedades, además de ser una maravillosa oportunidad para fortalecer ese lazo tan especial que tienes con ellos.

Por eso, si la opción es mirar el último capítulo de tu telenovela preferida o contemplar el angelical rostro de tu hijo mientras se queda dormido, espero que elijas lo segundo…. ¡cada segundo vale la pena!

 

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