Quitandote Tus Propias Manchas

Uno no puede decirle al vecino que se saque la miguita que tiene en los labios cuando uno mismo anda dando vueltas con una mancha enorme en la camisa...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Uno no puede decirle al vecino que se saque la miguita que tiene en los labios cuando uno mismo anda dando vueltas con una mancha enorme en la camisa…

Uno no puede decirle al vecino que se saque la miguita que tiene en los labios cuando uno mismo anda dando vueltas con una mancha enorme en la camisa. Antes que corregir a los demás, tenemos que corregirnos a nosotros mismos. Todo el que quiera darles instrucciones a los demás deberá primero poner en práctica él mismo aquello que quiere enseñar, porque si no, sus alumnos jamás van a aceptar su mensaje. La gente viene con sensores incorporados capaces de detectar la falta de sinceridad y la hipocresía, que son dos cosas que la gente deplora.

La educación de los hijos es un ejemplo clásico de este principio que hemos mencionado: cuando tú trabaja sobre tu propio temor al Cielo y sobre tu propio amor al prójimo, así como también sobre tus propios rasgos de carácter, santidad y pureza, ¡ahí es cuando vas a poder educar a tus hijos!

Tienes que ponerte a pensar en qué puntos tú, el padre o la madre, tienes que educarte a ti mismo. Las dificultades que se te presentan en la educación de tus hijos están aludiendo a tu propia necesidad de autocorrección. En la educación de los hijos no existen las soluciones fáciles, porque tampoco en nuestra propia autocorrección existen las soluciones fáciles. La única forma de lograr ambas cosas es con un gran esfuerzo y un gran compromiso.

Hace un tiempo vino a verme una mujer que quería obtener el divorcio y quería pedirme consejo. Su marido estaba sumido en un estado de depresión y ella trató de juntar fuerzas para mantener su propia alegría al tiempo que trataba también de ayudar a su marido a salir del pozo. La verdad es que es un milagro que ella todavía estuviera tratando de salvar su propio estado de ánimo, y eso fue gracias a que había escuchado los CDs de Emuná (la fe auténtica) y había leído nuestros libros.

No se podía esperar que ella contara con la energía sobrehumana necesaria para sacar a su marido de su profunda depresión. La tristeza que él sentía llegaba a cada rincón de la casa, a cada miembro de la familia. La mujer no es capaz de seguir así mucho tiempo, ya que la felicidad de ella depende de su marido, tal como está escrito: “Y él alegrará a su esposa”. Y cuando ni el padre ni la madre están funcionando como corresponde, los hijos no tienen en quién apoyarse, y entonces se crea un ambiente emocionalmente destructivo.

Tal como ilustra este caso, el hecho de que el marido no trabajaba sobre sí mismo fue lo que marcó el tono de todo el hogar y lo debilitó. ¿Qué clase de educación se les puede inculcar a los hijos en un hogar como este? Esto es algo que cada padre y cada madre deben entender: si ellos aceptaron la responsabilidad de fundar una familia, entonces necesariamente tienen que agarrarse bien fuerte y no dejarse caer. No que esto signifique que el padre “vaya más allá de su obligación”. En absoluto. Lo que estamos diciendo es que esto es una absoluta necesidad. De lo contrario, toda la casa se viene abajo, tal como por desgracia vemos que ocurre a menudo.

 

Los padres tienen que trabajar sobre su propia fe y su propia alegría. La alegría en especial es un factor primordial: el hogar tiene que tener un ambiente de alegría. Los padres tienen que saber que si quieren educar a sus hijos como corresponde, entonces deben dejar todas las otras cosas de lado y ponerse a trabajar sobre ellos mismos!

Cuando uno trabaja sobre sí mismo y refina sus propios rasgos de carácter, está llenándose de energía positiva y de satisfacción. Y entonces puede transmitirles energía positiva y satisfacción a sus hijos y educarlos. La automejora es por lo tanto un cimiento de la educación. Además, la persona que trabaja sobre sí misma alcanza el estatus de aquel que tiene irat shamaim, o sea, el temor al Cielo. Nuestros Sabios enseñan que “Aquél que teme al Cielo, sus palabras son escuchadas”. Las palabras que salen del corazón de un padre o una padre sinceros ciertamente van a entrar en el corazón de sus hijos.

Todo depende de la automejora de los padres. Es un placer vivir en un hogar en el cual los padres trabajan sobre sí mismos. Ese hogar está pleno de verdad y de una actitud positiva, que es en resumidas cuentas la síntesis de la educación. En un hogar así, los hijos crecen sanos y felices.

El padre que no trabaja en sí mismo y no trata de automejorarse va a tener muchos problemas al educar a sus hijos. En el mejor de los casos, ese padre no va a causarles daño a sus hijos, pero en la mayoría de los casos, sí les va a causar daño, y mucho, Di-s no lo permita. El padre que no trata de automejorarse está literalmente pisoteando las almas de sus hijos.

Incluso cuando el padre está en medio del proceso de automejora, ya puede empezar a educar a sus hijos, aunque él mismo esté lejos de alcanzar la perfección. Porque el que trabaja en su automejora reconoce la verdad y reconoce sus propios errores y esa persona se merece la ayuda Divina. Y Hashem trata los errores de esa persona con indulgencia. Pero en el caso de la persona que carece del elemento de auto-evaluación, porque esa persona critica a los demás como si ellos fueran perfectos.

Nunca te olvides de que tus esfuerzos en auto-corregirte son la mejor forma de asegurarte el éxito en la educación de tus hijos. ¡Di-s quiera que ellos siempre te causen felicidad, dicha y mucha paz y alegría! ¡Amén!

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