Dos partes de un todo

Ambos son una sola alma separada en dos cuerpos. Apenas se paran los dos juntos bajo el palio nupcial, ambos vuelven a ser un solo ente.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Cada hombre casado debería sentir que su mujer es una parte inseparable de él, a pesar del hecho de que se criaron en hogares diferentes, muy posiblemente muy lejos el uno del otro, con educación diferente y con antecedentes diferentes. No obstante, ambos son una sola alma separada en dos cuerpos. Apenas se paran los dos juntos bajo el palio nupcial, ambos vuelven a ser un solo ente.

 

Hashem le infundió a cada mujer una medida extra de entendimiento. El punto fuerte del marido es la sabiduría, pero el de la mujer es el entendimiento. Ella posee un fuerte sentido de percepción que le permite ver y sentir cosas de las cuales el marido no tiene siquiera conocimiento. Ella sabe evaluar a ese invitado que él trajo a casa y decirte qué tipo de persona es, o a cualquier extraño o incluso a ese potencial socio de negocios, muchísimo mejor que él. Es por ese motivo que nuestros Sabios afirman (Tratado Baba Metzia 59ª): “Si tu mujer es baja, inclínate a escucharla”. Ella posee el regalo de un entendimiento muy agudo que es lo que la ayuda a mantener la casa.

 

La construcción y el entendimiento van de la mano, porque con su entendimiento, la mujer construye su hogar. El hombre debe comprender que toda su inteligencia y toda su sabiduría no valen de nada sin el entendimiento de su mujer. En las palabras del Zohar, la sabiduría y el entendimiento son dos amigos inseparables. La sabiduría proviene del lóbulo derecho del cerebro, mientras que el entendimiento proviene del lóbulo izquierdo. Así como la sabiduría y el entendimiento son dos cosas inseparables, de la misma manera, maridoy mujer son inseparables. Uno no puede prosperar sin el otro.

 

Por desgracia, con el paso de los años he sido testigo de una infinidad de problemas de parejas. Muchas veces, las dificultades surgieron del hecho de que el marido no sabía reconocer y respetar el entendimiento de su mujer. Y como si eso fuera poco, le gritaba, la criticaba y la menospreciaba, y entonces la ruptura era prácticamente inevitable.

 

Lo primero que tiene que hacer el marido es internalizar que su toda la vitalidad de su mujer proviene de él. Por lo tanto, él debe antes que nada honrarla, valorarla y hacerla sentir que él no puede sin la ayuda de ella. Debe expresar y demostrar su gratitud por toda la contribución que ella hace a su matrimonio y a su familia. Si él no hace estas cosas tan importantes, entonces su hogar y su matrimonio van a ser muy vulnerables.

 

La principal tarea de la mujer es el recato. No por nada la Torá nos dice que ella fue creada a partir de la costilla del hombre, que es una parte oculta de su cuerpo que los demás no ven. Ella también debe ser recatada, y abstenerse de exponerse a las miradas de la gente. No sólo su aspecto debe ser recatado, sino también su forma de hablar, de conducirse y de pensar. Con frecuencia, la mujer desea toda clase de objetos materiales que no necesita realmente y que están más allá del presupuesto familiar y entonces se crea tensión en el matrimonio.

 

El recato y la emuná siempre van de la mano, pues ambos se miden según la felicidad que uno siente en la vida. La mujer que es feliz con lo que tiene trae bendición a su hogar y hace su marido se  una a ella. Por su parte, ella también tiene que honrar a su marido, dándole aliento y valorando todo lo que él hace por ella. Los niños que se crían en un hogar de mutuo respeto, gratitud y alegría van a ser niños espiritual y emocionalmente sanos y van a tener una gran ventaja en la vida.

 

Las veintidós letras del alfabeto hebreo – la lengua sagrada que llamamos lashon hakodesh– son los ladrillos que usó el Creador para crear todo el universo. No son meramente letras sino vestimentas que cubren las luces espirituales de los ámbitos superiores. Por ejemplo, la palabra “mujer” en hebreo, ishá, es un derivado de la palabra que significa “hombre”, ish. Así como la mujer fue tomada del hombre, así también la palabra “mujer” fue tomada de la palabra “hombre”.

 

Dado que nuestro alfabeto y nuestro idiona son sagrados, la boca que los habla también deberían ser sagrados. Nuestro hablar debería limitarse únicamente al estudio de la Torá, la plegraia y las necesidades mundanas absolutamente necesarias, como ganarse la vida. El marido en especial debe cuidarse mucho de lo que dice, y usar el habla únicamente en sentido positivo, para darle aliento a su esposa y agradecerle por todo lo que hace. Cuanto más use el idioma para iluminar la vida de ella, más feliz será la familia.

 

Cuánto ama la mujer los sinceros cumplidos de su marido! “Querida, tú eres la luz de mi vida. Para mí tú lo eres todo en la vida. Todas las otras mujeres son como monos comparadas a ti!”. Cuando uno le habla a su mujer de esa manera, su hogar es el Jardín del Paraíso.

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1. Mayra

1/26/2019

Dos partes de un todo

Muy hermosa enseñanza.

2. Mayra

1/26/2019

Muy hermosa enseñanza.

3. Omar

9/19/2017

Shalom bait

Excelente quiero recibir toda la información de breslev, gracias.

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