El espejo roto

Cuando uno se mira en un espejo roto, ve una imagen distorsionada. Piensa que los demás son los que tienen que corregirse, pero que él no tiene ningún problema…

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David Perlow

Posteado en 17.03.21

Dejemos de una vez por todas de quejarnos de los informes de la CNN, la condenación de la ONU y toda la propaganda anti israelí de los campuses de las universidades. ¿Por qué? Porque todo provienen de Hashem, y todo es para nuestro propio bien. En tanto que nación, si nos miramos en el espejo y vemos que somos responsables de nuestro dolor, vamos a ponernos en forma y ayudar a los demás a fortalecerse en su emuná desde un lugar de devoción y amor.

 

Fijémenos por ejemplo lo que sucede en el marco del matrimonio. Rabí Shalom Arush enseña en el Jardín de la Paz que no tenemos que hacerle ningún comentario a nuestra mujer, ya que ella es un espejo que está usando Hashem para mostrarnos nuestras propias faltas. ¿Qué significa eso? En términos simples, significa que la próxima vez que ella te reprenda por no haber hecho algo importante, que no le devuelvas el comentario con otro más fuerte o con un montón de quejas. En lugar de eso, CORRÍGETE A TI MISMO.

 

Miles y miles de hombres casados que siguen el consejo del Rabino Arush atestiguan que esto les salvó el matrimonio. Si estás fallando en tu rol de marido, tu mujer te estará seguramente sacando de quicio. Pero no es porque ella quiera que te arranques los pelos de la cabeza sino simplemente Hashem está llamándote: “Eh, tú, hijo mío, ¿dónde has estado últimamente? Tienes que evaluarte y averiguar en qué áreas estás siendo negligente”. “ok, Hashem, oh sí, lo lamento, tienes razón, ya voy a arreglar todo eso y la próxima vez me portaré mejor por favor perdóname y ayúdame a no repetir ese mismo error”.

 

¿Cómo alcanzamos este nivel? Únicamente con una sesión diaria de auto-evaluación y plegaria personal acerca de todos los sucesos de las últimas 24 horas. Por ejemplo, diciendo: “Oy, Hashem, perdóname por ver esa jovencita en el negocio, perdóname por hablar mal de X, perdón por olvidarme de hacerle ese favor a mi mujer”. Básicamente, es como una ducha diaria para el alma. Al mantenernos limpios y pedir perdón por nuestras faltas, no necesitamos esas locas “llamadas de atención” Tú crees que hay un Dios en el mundo y que te está dejando usar tu libre albedrío. A veces nos confundimos y entonces pedimos perdón. No dejamos que pase ni un solo día sin una ducha para el cuerpo ni tampoco sin una ducha para el alma. Haz la prueba y vas a ver cómo te cambia la vida!

 

Entonces ¿qué tiene que ver todo esto con el balagán (situación chiflada) del pueblo judío? A nivel nacional, no estamos interpretando que todos nuestros problemas con el mundo provienen de Hashem y que están transmitiéndonos un mensaje. Estamos en el campo de golf y en el spa, preocupados por qué postre vamos a pedir; somos primero norteamericanos y después judíos, no llevamos con orgullo la Torá… aún. Estamos hasta las fosas nasales de búsquedas materiales y deseos físicos que por desgracia y a veces la única forma de que hacernos volver a la buena senda es dándonos un box en la nariz para desinflar nuestro ego. Somos una nación que a veces puede ser totalmente ingrata a nivel personal y a nivel colectivo. Cuántas cosas damos por sentadas – la casa, la mujer, los hijos, el trabajo, la Tierra Santa de Israel… tenemos que aprender a detener el diario trajín y sentarnos a hablar con Hashem con una taza de café humeante y decirle: “Hashem, Tú eres tan pero tan bueno conmigo. Y además tengo todo lo que necesito. ¿Qué puedo hacer yo por Ti y por Tu pueblo? Qué necesitan ellos?”.

 

Somos una nación que tiene una misión: sacar al mundo de la oscuridad y llevarlo a una nueva existencia de emuná. Pero hagamos un cálculo matemático–- si hay 12.000.000 judíos viviendo en el mundo, y solamente 2.000-000 cumplen la Torá, eso significa un total fracaso de nuestra parte. Así que no ha de sorprendernos que nos tengamos que enfrentar a toda esa falta de consenso de parte de los no judíos. Es como cuando tu mujer te dice: “¡Estás hecho un asco! ¡Date una ducha!”. ¿Qué hacemos entonces? ¿Nos quejamos de que ella es demasiado sensible? No. Estás hecho un asco, así que te das una ducha. Friégate bien y luego ponte un poco de colonia. Resuelto el problema. Solamente arréglate a ti mismo. Y nosotros, como nación, tenemos que hacer lo mismo. Cómo? Tenemos que difundir la emuná y reevaluarnos en nuestro cumplimiento de la Torá. ¿Acaso sonreímos cuando nos preparamos para Pesaj y cuando decimos Aleinu Leshaveaj (es nuestro deber alabar al Eterno) o somos más bien un montón de homo sapiens todos estresados. ¿Dónde está la emuná y la alegría? Vamos, pongámonos a trabajar!

 

Tarea: hazte tú también responsable del mundo. Difunde libros de emuná y CDs de emuná y en mérito de eso mereceremos un mundo de paz!

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1. Beatriz

3/21/2018

Gracias , Rabino por tan bellas palabras que me dan animo de salir Adelante y gracias al Eterno por tener misericordia de todo su pueblo amen

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