La Paz y el Verdadero Honor

Nuestros Sabios enseñaron que ”Si el hombre y su esposa tienen el mérito – la Presencia Divina mora entre ellos”...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

“¡Cuán grande es la Paz!”, Parte 2:

La Fuente de todo Bien
 
Nuestros Sabios enseñaron que “Si el hombre y su esposa tienen el mérito – la Presencia Divina mora entre ellos” (Tratado Sotá, 17). Cuando un hombre tiene “Shalom Bayit” – “Paz en el Hogar”, la Presencia Divina le acompaña y le protege de todas las trampas de este mundo. Él tiene el éxito y la bendición en todo lo que hace. Pero, sin tener paz en su hogar, está expuesto a todos los peligros, y condenado a la oscuridad y el  fracaso, pues “Si ellos no lo merecen, un fuego los consume” (íd.). La causa que sin el “Shalom Bayit” no puede tener éxito, es simplemente porque el Creador no está con él.
 
La paz conyugal es la fuente de todas las bendiciones del Todopoderoso, que son lo necesario para llevarnos a nosotros y al mundo entero a la perfección. La paz hogareña no es un lujo ni un suplemento, tampoco es algo para hacer nuestras vidas más cómodas o agradables. Es el factor más importante en la vida individual del ser humano, y para la perfección del mundo.
 
La paz matrimonial es el recurso más importante y precioso que tenemos. Debemos dedicar toda nuestra energía en lograrla y hasta pagar cualquier precio para obtenerla. En otras palabras, no podemos permitirnos vivir sin ella.
 
Por encima de todo lo demás
 
HaShem, el Creador del Universo, Él Mismo coloca la paz entre el marido y la esposa por encima de toda otra cosa – hasta por encima de Su propio Honor. Aprendemos esto de la Torá en el caso de la “Sotá” – la esposa sospechosa. En tiempos del Sagrado Templo en Jerusalén, si un marido sospechaba de infidelidad por parte de su esposa, iba con ella a ver a un sacerdote en el Templo Santo. Éste inscribía el pasaje bíblico que trata de la “Sotá” en un pergamino, el cual era sumergido entonces en un jarro lleno de agua fresca de una manantial, hasta que la escritura se disolvía. La esposa bebería entonces un poco de ese agua y así probaría su inocencia o culpa.
 
El pasaje escrito en este pergamino contenía el Tetragrámaton, el Nombre Sagrado de cuatro letras de HaShem, que está prohibido borrar. Aún así, en el caso de la mujer inocente, el pergamino era sumergido en el agua hasta que la escritura hubiera sido completamente borrada. ¡El Creador Mismo nos ordena que borremos Su sagrado Nombre a fin de demostrar la inocencia de una esposa y lograr la paz entre ella y su marido! No existe ninguna otra situación donde esto está permitido.
 
Esto es todavía más increíble cuando consideramos lo que nos enseñan nuestros Sabios de bendita memoria, que “El Creador Mismo cumple con las Leyes de Su Torá”. Por ejemplo: “¿De dónde sabemos que HaShem cumple el Precepto de visitar a los enfermos? Pues está escrito en Génesis (18:1) 'y el Eterno apareció a él [a Abraham, después de su circuncisión] en el valle de Mamre'. ¿De dónde sabemos que Él cumple el Precepto de sepultar a los muertos? Pues está escrito en Deuteronomio (34:6) ‘y Él lo enterró [a Moisés] en el valle’” (Midrash Bereshit Rabá 8). Pero, cuando la relación de una pareja está en los platillos de la balanza, HaShem nos ordena transgredir una prohibición severa de la Torá – borrar Su Propio Nombre santo – para enseñarnos cuán importante es para Él que un marido y su esposa vivan en paz.
 
“Cuán grande es la paz, ya que HaShem permite borrar en el agua el Nombre escrito en santidad, con el objeto de hacer la paz entre un hombre y su esposa” (Midrash Vayikrá Rabá 9).
 
Ninguna pérdida, completa ganancia
 
Por la paz, el Creador está dispuesto a renunciar a Su Honor, aunque el mundo entero fue creado solamente para Su honor, como está escrito en Isaías (43:7) “Todos lo llamados de Mi Nombre, por Mi Honor los crié, los formé y los hice”. HaShem desee que sepamos que Su mayor Honor es el matrimonio pacífico de una pareja.
 
Realmente, aunque el Creador renuncie a Su Honor para hacer la paz entre un hombre y su esposa, esto aumenta Su Honor. Es está una expresión de la magnífica humildad de Di-s Todopoderoso, que nos hace amarle y respetarle todavía más. De esto aprendemos un principio esencial, a saber, que cuando concedemos algo para conseguir la paz conyugal, nunca perdemos, sólo ganamos.
 
Las ventajas de mantener la paz son dobles – consigues la paz en sí, que es el receptáculo para todas las bendiciones; y también a menudo logras recibir todo lo que estuviste dispuesto a conceder. Pero si una persona es obstinada y poco dispuesta a conceder algo por la paz, su pérdida será doble – ninguna paz y, por lo tanto, ningún receptáculo para las bendiciones Divinas, más la pérdida de lo que no estaba dispuesto a conceder…
 
En el próximo artículo daremos algunos ejemplos de la vida cotidiana.
 
 
Continuará…

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