Restablecer la Armonía

Desde casi el comienzo de la creación, la rivalidad entre hermanos ha sido un tema recurrente. En muchas familias oímos hablar de hermanos que se llevan como perro y gato...

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Jaia Ovadia

Posteado en 05.04.21

Restablecer la Armonía

“Si crees que se puede destruir, cree que se puede reparar” (- Rabi Najman de Breslev)

Desde casi el comienzo de la creación, la rivalidad entre hermanos ha sido un tema recurrente. Caín tuvo celos de su hermano Abel y lo mató (Génesis 4:2-10), lo cual constituyó el primer asesinato del mundo. Hoy en día la mayor parte de las personas civilizadas no van a ir tan lejos en su rebelión contra su hermano o hermana, pero desgraciadamente el desprecio es más usual de lo que nos gustaría admitir…

En muchísimas familias oímos hablar de hermanos y/o hermanas que no sólo se llevan como perro y gato sino que ni siquiera se hablan. Y peor aún: hay hijos ya adultos que no hablan con sus padres simplemente porque les guardan rencor por un motivo u otro. Las heridas son muy profundas. Si, gracias a Di-s, tú no entras en ninguna de estas categorías, lo más probable es que sí conozcas a alguien que sí está en esa situación.

Todas estas disputas familiares constituyen un gran error, por una cantidad de razones.  En primer lugar, con todas las habladurías que abundan en estas situaciones, podríamos escribir un tomo entero de lashón hará (infamias). Esto en sí mismo es un pecado terrible, tal como sabemos, porque lashón hará es un crimen peor aún que el asesinato. Nuestros Sabios nos dicen que las calumnias, el chismerío y las habladurías  son más graves que los tres pecados capitales  -el asesinato, el adulterio y la idolatría-  por lo que en realidad estamos bajando al mismo nivel que el tío Caín. ¿De veras vale la pena perder nuestro Olam haba, nuestro Mundo Venidero, solamente porque tenemos necesidad de aplacar nuestra arrogancia y nuestra necesidad de demostrar que tenemos razón?

El hecho de no poder llevarse bien con un familiar y de guardarle rencor es un caso típico de Sinat Jinam, odio infundado. El Talmud (Tratado Yoma) nos cuenta que esto fue lo que destruyó el Segundo Templo. Según la Guemará, Tratado Yevamot 62b, el odio infundado también fue la causa de las muertes de los 24.000 alumnos de Rabí Akiva. Su falta fatal fue la mutua falta de respeto. Tal vez hoy no tengamos un Templo que destruir, pero sin lugar a dudas estamos evitando que se reconstruya uno nuevo. ¿Por qué HaShem va a querer redimir a un pueblo que no sólo están luchando con sus amigos sino que para colmo están luchando entre ellos mismos y, lo que es más imperdonable, dentro de sus propias familias? Di-s desea que estemos unidos.

Así como la caridad comienza por casa, lo mismo ocurre con vivir en paz. Se puede entender que haya un sinfín de razones por las que dos familiares no estén de acuerdo en todo y hasta tengan graves conflictos de personalidad. Que se echen la culpa, se acusen, y se muestren tan desconfiados en su relación mutua que no quieren saber nada más el uno del otro. ¡Eso es algo a lo que hay que ponerle fin! Debemos dejar a un lado todas nuestras diferencias y aprender a mostrar compasión, entendimiento y perdón hacia aquellos que nos son más cercanos.

Como pueblo hemos perdido a millones de nuestros hermanos, preciadas neshamot (almas) en el Holocausto y ahora nosotros mismos y en forma intencional estamos tirando a la basura a nuestra propia familia. ¡Es algo inconcebible! Si HaShem nos bendijo con hermanos, hermanas, tías y primos, ¿quiénes somos nosotros para ignorarlos? ¿Dónde quedó nuestro aprecio? En forma intencional desdeñar el amor de un padre o una madre es como desdeñar al Mismísimo Di-s, que Di-s nos salve! Se nos manda honrar a nuestros padres, tal como dice en Deuteronomio 5:16: “Honrarás a tu padre y a tu madre como te ha mandado el Eterno tu Di-s”. Es posible que esto no siempre sea fácil, pero a menos que nuestros padres nos digan que profanemos la Torá, estamos obligados a respetarlos y honrarlos.

Nosotros, en tanto que individuos, tenemos distintos puntos de vista acerca de la vida y cómo vivirla. Se dice que así como no hay dos personas que tengan las mismas huellas digitales ni el mismo aspecto, tampoco hay dos personas que tengan siempre la misma opinión. No podemos forzar a los demás a que piensen como nosotros, aunque estemos convencidos de que tenemos razón. La reprimenda no hará más que alejarnos tanto que no podremos reunirnos. La mejor opción es ser un ejemplo de bondad y compasión, sonreír y calmar las tensiones, dejando poco a poco que se vaya filtrando la luz. Recuerden que no podemos cambiar a los demás, pero sí podemos cambiar la forma en que nosotros mismos reaccionamos frente a los demás. Rebe Najman de bendita memoria enseñó que cualquiera es capaz de criticar al otro, haciéndolo sentir terrible. Pero no todos son capaces de elevar al otro y hacerlo sentir bien. Eso exige un don personal y gran esfuerzo de nuestra parte.

Al tiempo que hacemos todo lo posible por traer la paz a nuestras relaciones, debemos rogarle a Di-s que nos ayude. Como en cualquier otra situación, no podemos arreglárnoslas solos sin Su Mano que nos guíe. Él es nuestra fuerza y nuestro éxito. Al tratar genuinamente de unirnos los unos con los otros con amor fraternal nos acercaremos más y más a HaShem, que es el Padre de toda la humanidad, y entonces inclinaremos la balanza a nuestro favor. Tal vez la iniciativa que estás dando al hacer las paces con tu hermana sea ese último acto que hace falta para traer al Mashíaj. ¿Qué estás esperando? Vamos, levántate y ve a buscar el teléfono. No hay mejor momento que ahora.

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1. A. Homigsblum

10/04/2020

Estimada Jaia Golda: Me identifique plenamente con tu comentario, tu enfoque es muy sabio y convincente, lo vivo a diario con mi propia familia, en la que hermanos se llevan como si fueran enemigos, mucho rencor y odio entre ellos , no imaginan el dolor y sufrimiento que me causan. Apreciaria poder llegar Ti y establecer un medio directo de comunicación. Chag Sameah. 🕎🕎🕎

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