Superar la Paranoia

Cada uno de nosotros sufre de paranoia en cierta medida, temor y ansiedad e incluso irracionalidad y hasta delirio…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Cada uno de nosotros sufre de paranoia en cierta medida, temor y ansiedad e incluso irracionalidad y hasta delirio…

Cada uno de nosotros sufre de paranoia en cierta medida, dependiendo de lo defectuosa que sea su emuná. La paranoia es un proceso del pensamiento caracterizado por un exceso de temor y de ansiedad que muchas veces llega al punto de la irracionalidad o incluso el delirio. El paranoico continuamente percibe amenazas hacia su persona. Pensemos un momento en las cosas que nos preguntamos y nos decimos a nosotros mismos cada día:

“¿Por qué esta persona nunca me sonríe? ¡Es obvio que me odia!”.

“¿Por qué mi jefe trata a mi compañero de trabajo mucho mejor de lo que me trata a mí? ¡No hay duda de que quiere echarme!”.

“¿Por qué mi esposa habla tanto de su hermano? Al parecer, yo no le importo nada…”.

El común denominador de todas estas supuestas amenazas -que, como dijimos, son manifestaciones de paranoia- es que todas surgen de una falta de emuná. Incluso si uno es la persona más insignificante en toda la tierra, si tiene emuná, no va a sentirse amenazado por nadie. Nadie puede intimidar a aquel que se aferra a Hashem con emuná; porque con emuná, sabemos que ein od milvadó – no hay nada ni nadie fuera de Hashem; todo proviene de Él. La emuná hace que desaparezcan el miedo y la ansiedad. En ese sentido, la emuná y la paranoia son mutuamente excluyentes: si tienes una, entonces no tienes la otra. Po eso, apenas nos sentimos amenazados por algo o por alguien, conviene que tomemos el libro En el Jardín de la Fe y lo repasemos, para fortalecer nuestra emuná.

De la misma manera, vemos que las preocupaciones, los miedos y la ansiedad son todas expresiones de una emuná inadecuada o insuficiente. Con emuná, la persona no tiene necesidad de preocuparse por la posibilidad de perder la salud o perder el dinero. Él sabe que todo lo que hace Hashem es para bien. Y no sólo eso, sino que con emuná, la persona sabe que existen las cosas malas; todo lo que parece ser malo en realidad es para bien. Por lo tanto, la persona que tiene emuná es capaz de darle las gracias a Hashem por todo lo que le ocurre, ya que sabe que todo lo que proviene de Él es parte de la precisa Providencia Divina para el propio y supremo bien de la persona. Y por eso esta persona tiene siempre una sonrisa en el rostro, no solamente cuando las cosas le van bien.

De este mismo modo podemos repasar toda la lista de problemas emocionales. Rabi Natan de Breslev una vez dio una charla y de pronto, en medio de la charla, entró a la sala un hombre que sufría de un trastorno mental y de inmediato salió de allí. Entonces Rabi Natan dijo: “Todos somos como este hombre. Ni uno solo de nosotros es una persona normal. Pero nosotros tenemos la suerte de estar conectados a una persona normal que nos muestra el camino, ¡a Rabi Najman!”. Rabi Natan estaba transmitiéndonos tres mensajes: primero, que el verdadero tzadik tiene una emuná perfecta y absoluta; segundo, que todos tenemos deficiencias en nuestra emuná, que necesitamos corregir; y tercero, que toda falta de emuná equivale a una falta de salud mental. De hecho, Rabi Natan afirma en forma explícita que las deficiencias emocionales surgen de una falta de emuná, y que para poder vivir una vida buena y emocionalmente sana en este mundo, uno tiene que saber que todo lo que ocurre en este mundo proviene de Hashem y es para nuestro propio bien.

Rabi Najman dice lo siguiente: “La vida es insoportable para la persona que carece de emuná”. Estas once palabras constituyen la clave para el bienestar mental y emocional del individuo o, Dios no lo permita, lo contrario. Una vez vino a verme una mujer con un problema. Hacía muchos años, su vecina la había insultado. Y por más que trataba de perdonar a su vecina, no lograba hacerlo. La situación la estaba haciendo sentir tan mal que ella forzó a su marido a que vendieran la casa y se mudaran a otro lugar. La mudanza les costó miles de dólares. Y aunque ahora ella vive en la otra punta de la ciudad, todavía sigue pensando en la vecina de tanto en tanto y cada vez eso la vuelve loca igual que antes.
Yo le expliqué a esta mujer que tenía un doble problema: primero, dado que le atribuía sus dificultades a su vecina y no a Hashem, no había recibido el mensaje de Hashem y no había pasado el examen de emuná; segundo, dado que ella no corrigió la causa raíz que le había causado la humillación en primer término, hasta ahora sigue sufriendo cada vez que se acuerda de su vecina.

Entonces le enseñé a esta mujer cómo enfocar el problema recurriendo a la plegaria personal: “Hashem, por favor Te pido que me ilumines el corazón y me ayudes a darme cuenta qué fue lo que hice mal para causar ese episodio tan humillante. Yo sé que Tú eres mi Padre afectuoso y que Te duele hacer sufrir a Tus hijos. Por eso, si Tú me causaste un sufrimiento, necesariamente tiene que haber un motivo muy valedero. Por favor, ayúdame a hacer teshuvá por la falta que yo pueda haber hecho, para que pueda estar en paz contigo, Dios mío, con mi prójimo y conmigo misma”.

Esta clase de plegaria personal fortalece la emuná y mantiene la salud emocional del individuo, porque de esa manera se está librando del odio, de la venganza y de todos los otros sentimientos negativos que corroen el corazón de la persona igual que el ácido. En ese sentido, la emuná también previene una larga lista de enfermedades físicas tales como paros cardíacos, derrames cerebrales y úlceras. Si ustedes conocen a alguien que se está recuperando de un ataque al corazón, lo mejor que esa persona puede hacer para asegurarse una completa recuperación y poder gozar de buena salud en el futuro es comer comida sana, hacer una caminata de una hora por día y fortalecer su emuná. La emuná evita el desgaste del corazón y del cerebro.

Todo sufrimiento que la persona tiene en la vida es por falta de emuná. La emuná significa que todo es para bien. Por eso, si nos sentimos mal por algo, eso es una falta de emuná de nuestra parte. Volvamos al caso de la mujer que sufrió la humillación. Esta mujer tendría que darle las gracias a Hashem media hora cada día por haber recibido esa humillación. También tendría que hacer teshuvá por haberse quejado tantos años por la forma en que la humilló su vecina. En primero lugar, no fue la vecina, sino que fue Hashem. En segundo lugar, fue todo para su propio bien. Hashem muchas veces sustituye un grave decreto o castigo por un castigo de menor peso, tal como un insulto o un bochorno, que no le causa daño al cuerpo o al sustento. ¿Acaso puede haber una bondad más grande que esa? ¿Acaso un ataque al corazón es preferible a un insulto? ¿Y una bancarrota? Cuando vemos lo que hace Hashem con ojos de emuná, queremos ponernos a bailar, a cantar, y a darle las gracias todo el día.
Si la persona hace teshuvá por su falta de emuná, y luego agradece a Hashem por todas las dificultades que tiene en la vida, entonces va a dejar de sentirse mal. Y no sólo eso, sino que cuando la persona hace teshuvá y Le da las gracias a Hashem durante una hora diaria de plegaria personal, esa persona se encuentra al nivel espiritual de un tzadik e invoca la compasión Divina y la abundancia Divina para el mundo entero.

 

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1. yo

7/17/2019

Hola rabino shalom! Creo que hay una gran mitzvah para superar todo este tipo de problemas emocionales y es la de no desviarnos detrás de nuestros ojos y detrás de nuestros corazones. Tal vez tomando conciencia de esto podamos fortalecernos en emunah…

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